Duodécimo
Domingo del Tiempo Ordinario B
Evangelio según san Marcos 4, 3 5 - 40.
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
— Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas
lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la
barca hasta casi llenarla de agua. El estaba a popa, dormido sobre un
almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
— ¡Silencio, cállate!
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
— ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
— ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!
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El ermitaño llevaba ya algún tiempo paseando delante
de su gruta cuando vislumbró a lo lejos al discípulo que corría a su encuentro
subiendo la montaña. Era muy pronto todavía. Esos encuentros siempre se
realizaban a las primerísimas horas de la mañana, pero como era el tiempo del
solsticio de verano, el día amanecía muy pronto y ya se gozaba de una cierta
claridad.
Antes de llegar al lugar del encuentro, el joven se
desvió hacia el manantial dónde el ermitaño había construido una pequeña balsa
que se podía calificar de multiusos.
Poco tiempo después llegó dónde estaba el Maestro y
saludó:
- Buenos días, Maestro. Disfrutemos del buen tiempo
porque en estas latitudes el verano siempre es más corto que el invierno. Me
gustaría vivir en Canarias o en cualquier otro lugar dónde siempre fuera
verano.
- Buenos días, amigo mío, ¿cómo estás?
- ¡De maravilla! - respondió el joven - sobre todo
después del chapuzón que me pegado en tu charca.
- Me alegro por ti, pero tengo miedo que algún día
te dé una hidrocución, y te marches a gran velocidad a la Casa del Padre.
- ¿Y eso que es?
- ¿La Casa del Padre?
- No, eso no. Me refiero al palabro que has dicho
antes.
- ¿Hidrocución? Es un término que probablemente no
aparece en el Diccionario de la Real Academia, pero lo puedes encontrar en los
diccionarios médicos. Se trata de lo que popularmente se conoce como
"corte de digestión" y es un error ya que nada tiene que ver con el
aparato digestivo. Se trata de un shock termodiferencial (diferencia brusca de la
temperatura) caracterizado por un estado sincopal provocado por el contacto
brusco de la piel y de las vías respiratorias superiores con el agua fría, lo
que desencadena un reflejo de inhibición de la respiración y la circulación
generando una sobrecarga cardíaca derecha que ocasiona en la mayoría de los
casos una parada cardiorrespiratoria.
En otras palabras: tú llegas sudado de tu footing, te tiras a las aguas frías
de la balsa y te quedas "muertecito" para siempre. Por lo menos moja
primero los brazos, la nuca y entra lentamente en el agua, para que el cuerpo
se vaya adaptando a la nueva temperatura. Tardarás algún minuto más pero, al
final, todos ganaremos.
- ¿Te has leído el evangelio de hoy? preguntó
el ermitaño ya sentados en el lugar de costumbre.
- Maestro, sabes que siempre me leo el evangelio del
día el sábado por la noche antes de acostarme; no solo el evangelio sino todas
las lecturas de la liturgia dominical. Es
una historia muy bonita; se trata de la tempestad calmada; ¿pero me pregunto: ¿puede
haber tempestades en un lago tan pequeño como el de Tiberíades?
- Contesto a tu pregunta. Tiberíades es
efectivamente un lago pequeño; tiene un máximo de 21 kms. de largo, de norte a
sur, y un máximo de 12 kms. de ancho, de este a oeste. La parte más profunda
alcanza unos 48 metros. Hay que tener en cuenta que es uno de los lugares más
bajos de la tierra (210 m. bajo el nivel del Mediterráneo).
Ahora bien, si por tempestad entendemos un tsunami,
no las hay en este pequeño lago, pero dada la configuración geográfica de los
alrededores: (al Norte, a pocos kilómetros, está el Monte Hermón que tiene
nieves perennes y al sur está el Mar
Muerto, uno de los lugares más calurosos que he visitado) y por razones que no
sé explicar hay ocasiones en que sobre
el lago se encuentran los vientos fríos del Norte y los aires calientes del
sur, provocando unas olas respetables que sin ser oceánicas hacen zozobrar las pequeñas barquichuelas que
por ahí navegan. Puedo asegurar que este
ermitaño en alguna ocasión cruzó el lago durante una de estas tempestades y a
pesar de ir en un ferry con todas las seguridades modernas los movimientos
imponían cierto respeto. Pensando que la barca en que viajaba Jesús y sus
discípulos era algo así como una cáscara de nuez, el miedo de los apóstoles
estaba sobradamente justificado.
- Pero a Jesús no le pareció tan justificado porque
recriminó su actitud.
- Si lo lees con buenos ojos, verás que no es
exactamente así. Si te fijas bien, lo primero que hace es atender a la petición
de sus amigos calmando las aguas, y después aprovecha la ocasión para una
catequesis – no sé si con una mirada de cariño o con cierta sorna –
invitándoles a la confianza. En el fondo si crees profundamente que estás en
las manos de Dios, solo sucederá lo que a Él le plazca. Por mucho que llueva a
raudales y soplen vientos huracanados si la casa está construida sobre roca
resistirá.
De todas maneras, amigo mío, y con esto termino, la
perfección es la meta y no el punto de partida, y mientras vamos de camino es
lícito el miedo, las dudas, los temores, las inseguridades. Sólo con el tiempo
y la experiencia te vas dando cuenta que eres demasiado pequeño e impotente
para afrontar, por ti mismo, las contrariedades de la vida y aprendes a
abandonarte en las manos de Aquel que todo lo puede.
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