martes, 24 de noviembre de 2015

PRÓLOGO


Primer Domingo de Adviento  C

Evangelio según san Lucas, 21, 25 - 28. 34 - 36.
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes,
enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.

- Buenos días, Maestro, ¿cabría decir hoy: “Feliz Año Nuevo”?
 
- Buenos días, amigo mío. Has formulado correctamente la pregunta. Efectivamente cabría que los cristianos se felicitaran hoy por el inicio de un nuevo año o ciclo litúrgico, pero no está en la cultura ni en la tradición popular, ni siquiera, cuanto sepa yo, en los monasterios donde se conservan tradiciones antiquísimas  generalmente desconocidas por el resto de los vivientes; pero antes de entrar en el tema que nos ha convocado aquí esta mañana, una pregunta: ¿has pasado mucho frío?
 
- Un poco sí, sobre todo al principio, pues como ves está todo cubierto de nieve que, por cierto, este año ha llegado muy pronto., pero el camino se distinguía bien. Cómo ves vengo bien abrigado e, inclusive, tuve que quitarme alguna pieza de ropa, pues al venir  corriendo tenía algo de calor.
 
- Entra  dentro que tengo preparado un tazón de leche bien caliente y la lumbre encendida; si quedáramos fuera en un rato seríamos como unos carámbanos de hielo en lo alto de la montaña.
 
- Perdón, Maestro, más que carámbanos yo diría que pareceríamos dos muñecos de nieve, y me imagino a un montón de chiquillos, y sus padres, tirándonos pelotas de nieve sin que  podamos defendernos.
 
- ¡Anda, entra, que tienes mucha imaginación!
 
Entraron en la cueva y el Maestro llenó de leche humeante un tazón de leche de sus cabras, y echó un poco en otro tazón. Pasó el tazón lleno al discípulo y se quedó con el otro.  El joven lo cogió abrazándolo con sus manos con ánimo de calentarlas, pero en seguida lo depositó sobre la piedra que fungía de mesa porque quemaba. Se fijó en el tazón que tenía el ermitaño y dijo:
 
- Maestro, te has puesto muy poca leche; toma y dividámosla en partes iguales.
 
- Yo ya he tomado esta madrugada. Ahora tomo esta poca para acompañarte.
 
Mentía.
 
Terminado el frugal desayuno dejaron los tazones en el barreño con agua que estaba al fondo de la cueva y volvieron a sentarse alrededor de la mesa.
 
- Maestro – dijo el discípulo – hoy empezamos el tiempo de adviento, y con él un nuevo año litúrgico, pero el evangelio es el mismo del penúltimo domingo o último si no contamos la fiesta de Cristo Rey.
 
- Podríamos decir que “los extremos se tocan”, pero esta frase – título de un libro del escritor español Joaquín Trincado Mateo escrito en 1914 y publicado en 1929 – fue utilizada, y sigue siendo utilizada hoy en un contexto y un campo muy diferente y tiene una fuerte carga política.
 
En segundo lugar te diría que no es el mismo texto, pero sí, paralelo. Durante los domingos del ciclo B – que terminamos el domingo pasado se proclamó el evangelio de Marcos y el domingo trigésimo tercero del tiempo ordinario se proclamó el capítulo 13, los versículos del 24 al 32; hoy empezamos el ciclo C y durante todo este año nos acompañará el evangelista Lucas, por lo que no es el mismo texto pero si el mismo contenido narrado por dos evangelistas diferentes casi con las mismas palabras.
 
-¿Y por qué empezamos el año con este texto un tanto difícil y que nada tiene que ver con el adviento  ni con la Navidad?
 
-  La segunda lectura y el evangelio no tienen ninguna relación con el tiempo de adviento - la primera lectura, Jr. 33, 14 – 16,  tiene un atisbo navideño - sino pretende ser el marco que encuadre todo el año litúrgico. Es un poco difícil de comprender por el pueblo llano, pero para eso están los sesudos teólogos y liturgistas para explicarlo. Yo, que no soy  teólogo ni liturgista y mucho menos sesudo, intentaré explicarlo como pueda. Durante el año vamos a encontrar los grandes acontecimientos que fundamentan nuestra salvación: nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesús, Pentecostés, etc. y las enseñanzas del Señor, pero este primer domingo, es el prólogo; pretende que vayamos viviendo todo esto no como compartimentos estancos sino como etapas que nos conducen a un lugar o fin determinado: el encuentro total y definitivo con Jesús, el Señor, el día de la Parusía o Juicio Final..
 
Te voy a poner un ejemplo: por un momento imagínate el tour de Francia; todos los ciclistas parten y van sufriendo y disfrutando cada etapa, sacando lo máximo de cada una de ellas, pero en su mente está la etapa última en los Campos Elíseos, con toda la gloria y esplendor que la caracteriza y allí  cada cual ocupará el lugar que le corresponda. ¡Lástima  los que quedan por el camino!
 
Para terminar y como propósito para este domingo, primero del año litúrgico, propongo vivir esta oportunidad, gracia que se nos da una vez más, viviendo intensamente los acontecimientos que la Iglesia nos irá presentando, degustando y saboreando  la Palabra de Dios de cada domingo, pedaleando con ahínco con la esperanza de entrar un día victoriosos en nuestro especial “Campos Elíseos”.
 
-  ¡y dices que yo tengo mucha imaginación !...

El Maestro sonrió y los dos callaron. Dentro el fuego se iba apagando, fuera el sol se había asomado en el horizonte e iluminaba las montañas y los valles cubiertos de nieve.

 

 

 

 

martes, 17 de noviembre de 2015

¿Jesús es Rey?


Solemnidad de Cristo Rey del Universo B

Evangelio según san Juan, 18, 33b - 37.
En aquel tiempo, dijo Pilatos a Jesús:
— ¿Eres tú el rey de los judíos?
Jesús le contestó:
— ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?
Pilatos replicó:
— ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?
Jesús le contestó:
— Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilatos le dijo:
— Conque, ¿tú eres rey?
Jesús le contestó:
— Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.

- ¿Maestro, Jesús es rey?
 
El Maestro calló. Le seguía disgustando aquella manera poco delicada de saludar del joven discípulo; indudablemente era de la vieja escuela y le hubiera alegrado que el discípulo empezara diciendo algo asó como: “buenos días, Maestro, ¿cómo estás? ¿cómo te ha ido la semana? ¿hay alguna novedad?”, pero no, entraba a bocajarro en el tema y ¡adelante!. Había hecho el propósito de no amonestar al joven por este comportamiento, pues conocía su sensibilidad y que sufría horrores por estas pequeñas cosas. Probablemente era él, el Maestro, quién esta equivocado, pues para el discípulo esa no era la primera acción de la mañana. Se había levantado muy pronto y corrido durante una hora para llegar al lugar donde vivía el ermitaño, y todo ese tiempo lo dedicaba a reflexionar sobre el evangelio del día, por lo que el encuentro con el Maestro era tan solo la continuidad de su reflexión personal.  
 
El discípulo estaba habituado a los largos silencios del Maestro, pero al final se atrevió a preguntar de nuevo:
 
- ¿Maestro, Jesús es rey?
 
- Buenos días, amigo mío…
 
- Buenos días, Maestro. …
 
- Hay que afirmar rotundamente que Jesús es Rey, sobre todo porque Él mismo lo afirma: “Tú lo dices: soy rey”, pero hay que matizar muy mucho esta afirmación y esta festividad.
 
Empecemos por la festividad. La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925, y, con perdón de todos y desde mi modesto punto de vista no fue un  gran acierto, porque la experiencia humana sobre los reyes y realezas no es del todo  positiva.   Tanto si acudimos a la historia como a experiencias recientes, resulta que  muchos reyes son déspotas, prepotentes, opresores, explotadores de sus súbditos, y todo esto sin entrar en valorar la moralidad de  otras muchas de sus conductas.  Además ¿qué saben de reyes poblaciones que no conocieron regímenes monárquicos en su historia o aquellas que los han eliminado, casi siempre de manera muy violenta, hace ya siglos?
 
Lo cierto es que la Iglesia expone y defiende valores eternos con un lenguaje temporal, o lo que es lo mismo, la verdad permanece mientras que el lenguaje cambia. ¡¿Cuántos dogmas proclamados por la Iglesia en su día, son hoy totalmente ininteligibles por la mayoría de los mortales?!
 
Sí, Cristo es Rey, pero como Él mismo afirma su “reino no es de este mundo”; es toda otra cosa. Él es el Señor, pero ejerce su señorío de una manera peculiar:
 
*en la obediencia al Padre: “Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22, 42), y Pablo lo escribe de una manera muy realista y te la cito entera porque la conoces muy bien, y además explica la auténtica realeza de Cristo: “Y así reconocido como hombre por su presencia, se humilló a si mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesús es Señor, para gloria de Dios Padre” (Fl. 2, 7b . 11).
 
* en el servicio sacerdotal a los hombres: “yo soy el Buen Pastor, que conozco a mis ovejas, y ellas me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas” (Jn. 10, 14), y cercana ya la Pasión Jesús ora diciendo: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le ha dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que les has dado …” (Jn. 17, 1,ss).  Una cita más de las muchas que podríamos leer esta mañana: “… el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20, 28).
 
* dar testimonio de la verdad.  Es el mismo Jesús quién después de afirmar:”Tú lo dices: soy rey” añade para que nadie se lleve a engaño: “yo para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” . Permíteme un paréntesis,
 
- Sí, Maestro, te escucho.
 
- Pilatos, intrigado, preguntó: “¿Y qué es la verdad?” pero astuto, como era, se dio cuenta que no le interesaba escuchar la respuesta, por lo que se levantó y salió afuera, adonde estaban los judíos “. ¡Lástima que no haya quedado escuchando la respuesta pues toda la humanidad hubiera tenido a su alcance la definición más bella y precisa sobre la “Verdad”!.
 
Retomando el tema te diré que hay verdades, medias verdades, verdades relativas, pero una sola verdad absoluta: DIOS; y Jesús, siempre utilizando las verdades dio testimonio de la Verdad única y absoluta: DIOS, y además nos deja bien claro no solo que así obtendremos la plena libertad, sino que, además, nos indica el camino para alcanzarla: “si permanecéis en mí palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn. 8, 31 – 32). Por si acaso tuviéramos la tentación de preguntar, como Tomás, “…¿cómo podemos saber el camino?” Jesús nos respondería: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jn. 14, 5 y 6).
 
Desde esta perspectiva hermenéutica, podemos afirmar con todo entusiasmo, Jesús es Rey para gloria y alabanza de Dios Padre.

 

martes, 10 de noviembre de 2015

EL JUICIO FINAL


Trigésimo tercer Domingo del tiempo ordinario B

Evangelio según san Marcos 13, 24 - 32.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará
su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta.
Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.

- Maestro, hoy debemos meditar sobre el fin del mundo y el Juicio Final.
 
- Buenos días, amigo mío. Efectivamente hoy toca meditar sobre el fin del mundo y el día del Juicio Final, pero hoy se puede meditar también sobre otras muchas cosas, y se debe meditar sobre esta verdad todos los días del año.
 
- ¿Pero el mundo se acabará un día? y ¿cuándo será?
 
- Buena pregunta, amigo mío. Nuestra experiencia nos enseña que todo lo que empieza, termina o, lo que es lo mismo, todo lo que tiene un inicio tiene también un fin. Y que el mundo, el universo tuvo un inicio lo aceptan todos, aunque haya diferencia de opiniones en el cómo y en el cuándo. Y si tuvo un principio tendrá un fin. ¿Cuándo? Pues no se sabe.

Si Dios respeta sus propias leyes, las leyes que ha infundido en la dinámica de la naturaleza, cabe esperar que este mundo (planeta tierra) y el entero universo permanezcan todavía durante mucho tiempo. De todas maneras no se puede descartar la posibilidad de  que exista en la misma naturaleza algún mecanismo todavía no detectado por la inteligencia humana que provoque un cataclismo que destruya el universo entero. Resumiendo: No hay motivos científicos para creer que el fin del mundo sea inminente, pero como creyentes en la Palabra tenemos presente lo que nos dice el Señor: “en cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre”
 
- Es decir: no se sabe, dijo el discípulo un tanto apesadumbrado.
 
- No te preocupes por ello, porque sinceramente no creo que sea inminente, y además cuando eso suceda  y el rey diga: “venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo” (Mt. 25, 34), con la mirada te buscará entre la multitud y te guiñará el ojo para que vayas corriendo a sentarte a su derecha.
 
- No te pases, Maestro, aun tengo mucho que hacer para merecer sentarme en el grupo de los de  la derecha del Padre.
 
El Maestro sonrió; podría seguir hablando de los méritos del discípulo, hacerle ver que estaba más cerca del reino de Dios de lo que él mismo creía, pero pensó que no eran tiempo de halagos y que el joven estaba madurando, descubriendo sus virtudes y defectos y ya se daría cuenta de cuán cerca estaba del corazón de Dios. Entonces prosiguió:
 
- Si te parece, podemos ceñirnos al evangelio de hoy.
 
- Si, Maestro, adelante.
 
- Sinceramente creo que el evangelista Marcos, y también Mateo y Lucas, confundieron un poco a los seguidores de Jesús al mezclar dos acontecimientos: la destrucción de Jerusalén en el año 70, y la parusía o fin del mundo; de hecho hoy leemos: “en verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda”.  Muchos de aquella generación pudieron ver como la Ciudad Santa era destruida en el año 70, pero han pasado veinte siglos y alrededor de cien generaciones y el universo sigue funcionando con toda normalidad. ¿Por qué lo hicieron así? Pienso que por dos razones:
 
1ª- Cabe la posibilidad que Jesús después de hablar de la destrucción de la ciudad y el sufrimiento que eso supondría para sus habitantes, llegando incluso a manifestar su deseo de que no sucediera en invierno (Mc. 13, 18), por el frío que pasarían los que consiguieron escapar con vida e huyeran al desierto,  aprovechara la ocasión para hablar del final de los tiempos con gran cataclismos y sufrimientos  pero a gran escala y diferenciados en el tiempo.
 
2 – La segunda razón es de orden psicológico. Era tanta la estima y la veneración que el pueblo judío tenía por la ciudad santa de Jerusalén y sobre todo por su templo, que no podían imaginar un mundo sin esa ciudad y ese templo; cuando estos desaparecieran se terminaría aquel.
 
- ¿Tuvieron consecuencias estos equívocos?
 
- Sí, muchos y malos sobre todo en la comunidad de Jerusalén. Muchos habían conocido al Señor y anhelaban volver a estar con él. Cómo creían que la segunda venida sería inmediata permanecían a la espera en oración, vendían lo que poseían y lo repartían con los hermanos (Hch. 4, 34 – 35). Pero esto motivó en continuo empobrecimiento de la comunidad y una enorme frustración en los más débiles.  Incluso San Pablo que era mucho más práctico y racional llegó a escribir a los tesalonicenses: “Esto es lo que os decimos apoyados en la palabra del Señor: nosotros, los que quedemos hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto, pues el mismo Señor, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar, después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos entre las nubes al encuentro del Señor, por los aires” (1Tes. 4, 15 – 17), pero al enterarse del efecto negativo que estas palabras – y probablemente otras que el vulgo había añadido – habían causado en la comunidad de Tesalónica escribe en el mismo año – año 50 y desde Corinto – una segunda carta aclarando lo anterior y con ánimos de evitar lo sucedido en Jerusalén y poniéndose a si mismo como ejemplo: “Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo. No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros. No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar. Además, cuándo estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar que no coma. Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo. A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan” (2Tes. 3,  7 – 12).
 
- Pues sí que han tenido consecuencias estos textos, dijo el discípulo como hablando consigo mismo. Después levantando la cabeza y dirigiéndose al ermitaño dijo:
 
- Gracias, Maestro, por la explicación del evangelio de hoy, pero me gustaría que terminaras con una reflexión o un consejo que pueda llevar a la praxis en mi vida cotidiana.
 
- Pues para ti, para mí y para todo cristiano yo diría hoy: estemos preparados, con la mochila siempre a punto, eso sí, ligeros de equipaje, pero con la enorme confianza de que una vez pasada la frontera y resuelto los temas de aduana nos recibirá el Padre con los brazos abiertos y “en verdes praderas nos hará recostar, nos conducirá hacia fuentes tranquilas y reparará nuestras fuerzas, ... y habitaremos en su casa por años sin término”  (Salmo 23)..

 

miércoles, 4 de noviembre de 2015

DAR y DARSE.


Trigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario  B

Evangelio según san Marcos, 12, 38 - 44.
 
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
— ¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan
reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa.
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
 Llamando a sus discípulos, les dijo:
—Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

 - ¿Maestro, seguimos hablando de trepas y de serviles?
 
- ¿Te parece que no hemos hablado suficientemente en los últimos domingos?
 
- Quizá si, quizás no, pero es que el evangelio de este domingo se presta de nuevo a ello por aquello de: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y que les hagan reverencias por las plazas!”.
 
- Es posible que tengas algo de razón. Entonces era así, y, por si acaso lo dudásemos, Jesús lo describe con toda clase de detalles. Marcos y Lucas lo cuentan de manera muy tajante pero un tanto resumida, pero Mateo que hemos leído el XXXIº domingo del ciclo A – el año pasado – es todavía más explícito y te recuerdo una vez más que él fue testigo directo de los hechos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencia en las plazas y que la gente los llame rabbí” (Mt., 23, 1 – 7).
 
Por desgracia perviven muchas de esas actitudes en la Iglesia de hoy; para ser justos hay que decir “en una parte de la Iglesia de hoy”. Hacías referencia a los trepas y a los serviles y efectivamente creo que esos tales, al carecer de otros méritos, van elegantemente vestidos con trajes “de marca”; no llevan ni orlas ni filacterias, pero si elegantes clergyman para hacerse ver y respetar.
 
Otro detalle, amigo mío: el evangelio de hoy permite dos lecturas: lectura larga (Mc. 12, 38 – 44) en la que encontramos esta diatriba contra los mandamases de los judíos y la limosna de la viuda, y la lectura corta (Mc., 12, 41 – 44), en la que aparece solo el tema de la viuda. ¿Cuántos sacerdotes, por razones pastorales, omitirán hoy la primera parte?, ¿Cuáles serán esas razones pastorales? ¿Tendrán miedo de verse reflejados en ese espejo?.
 
De todas maneras lo más atractivo del evangelio de hoy es la segunda parte: la limosna de la pobre viuda, pero entrar en este huerto es peligroso; son arenas movedizas.
 
- ¿Por qué, Maestro?
 
- Pues porque ese juicio solo lo puede hacer quién conoce las intenciones y los corazones, es decir, Jesús. A los humanos se nos escapan muchos flecos y podemos llegar a conclusiones injustas. De todas maneras voy a ofrecerte algunos puntos de referencia:
 
* Jesús alaba la generosidad de la pobre viuda que ofrece a Dios todo lo que tiene, pero no critica ni rechaza los donativos de los pudientes.  Partiendo de aquí, actualizando el tema y con el perdón de los exegetas, yo haría la siguiente interpretación: hay dos maneras de participar en la implantación del Reino de Dios:
 
A – Dándote a ti mismo; poniendo tu persona con su fuerza, su inteligencia, al servicio del Reino. Entiendo que esta mujer a dar todo lo que tenía, inclusive lo necesario para sobrevivir, se pone totalmente en las manos de Dios, y,
 
B – ofreciendo bienes materiales para colaborar con los proyectos de los que están trabajando en la primera línea de la evangelización.
 
Creo que Jesús valora estas dos opciones, pero sólo Él puede evaluarlas justamente porque sólo Él conoce las posibilidades y las intenciones de cada persona.
 
- Maestro, tengo una pregunta: ¿Tiene la Iglesia, o mejor sus representantes, obligación de recibir los donativos que les dan para sostener sus obras?
 
- Pregunta interesante y de nuevo entramos en arenas movedizas. Deben recibir con humildad y agradecimiento los donativos ofrecidos, pero también tiene que haber un cierto discernimiento.
 
- ¿Por ejemplo?
 
- Deben ser rechazados los donativos que procedan de la explotación del hombre: explotación laboral, prostitución, drogas, etc, y también aquellos que sea ofrecidos con fines abyectos: privilegios, obtención de poder, simonía, etc.
 
- ¿Y no es muy difícil detectar todo eso?
 
- A veces es difícil y te puede llevar a engaño, pero a veces se ven venir desde lejos. En este caso no hay que ceder, y en anterior al percatarse del error, hay que corregir abiertamente y pedir perdón si fuera necesario.  De todas maneras, amigo mío, en el caso de la pobre viuda, de las muchas pobres viudas a lo largo de la historia, no hay espacio para la duda o el error: ha dado todo lo que tenía, no pedía nada a cambio, y la alabanza de Jesús fue absolutamente gratuita.