Primer
Domingo de Adviento C
Evangelio según san Lucas,
21, 25 - 28. 34 - 36.
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
— Habrá signos en el sol y
la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes,
enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder
esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os
embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os
eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los
habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos,
pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en
pie ante el Hijo del hombre.
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- Buenos días, Maestro, ¿cabría decir hoy: “Feliz
Año Nuevo”?
- Buenos días, amigo mío. Has formulado
correctamente la pregunta. Efectivamente cabría que los cristianos se
felicitaran hoy por el inicio de un nuevo año o ciclo litúrgico, pero no está
en la cultura ni en la tradición popular, ni siquiera, cuanto sepa yo, en los
monasterios donde se conservan tradiciones antiquísimas generalmente desconocidas por el resto de los
vivientes; pero antes de entrar en el tema que nos ha convocado aquí esta
mañana, una pregunta: ¿has pasado mucho frío?
- Un poco sí, sobre todo al principio, pues como ves
está todo cubierto de nieve que, por cierto, este año ha llegado muy pronto.,
pero el camino se distinguía bien. Cómo ves vengo bien abrigado e, inclusive,
tuve que quitarme alguna pieza de ropa, pues al venir corriendo tenía algo de calor.
- Entra
dentro que tengo preparado un tazón de leche bien caliente y la lumbre
encendida; si quedáramos fuera en un rato seríamos como unos carámbanos de
hielo en lo alto de la montaña.
- Perdón, Maestro, más que carámbanos yo diría que
pareceríamos dos muñecos de nieve, y me imagino a un montón de chiquillos, y
sus padres, tirándonos pelotas de nieve sin que podamos defendernos.
- ¡Anda, entra, que tienes mucha imaginación!
Entraron en la cueva y el Maestro llenó de leche
humeante un tazón de leche de sus cabras, y echó un poco en otro tazón. Pasó el
tazón lleno al discípulo y se quedó con el otro. El joven lo cogió abrazándolo con sus manos
con ánimo de calentarlas, pero en seguida lo depositó sobre la piedra que
fungía de mesa porque quemaba. Se fijó en el tazón que tenía el ermitaño y
dijo:
- Maestro, te has puesto muy poca leche; toma y
dividámosla en partes iguales.
- Yo ya he tomado esta madrugada. Ahora tomo esta
poca para acompañarte.
Mentía.
Terminado el frugal desayuno dejaron los tazones en
el barreño con agua que estaba al fondo de la cueva y volvieron a sentarse
alrededor de la mesa.
- Maestro – dijo el discípulo – hoy empezamos el
tiempo de adviento, y con él un nuevo año litúrgico, pero el evangelio es el
mismo del penúltimo domingo o último si no contamos la fiesta de Cristo Rey.
- Podríamos decir que “los extremos se tocan”, pero
esta frase – título de un libro del escritor español Joaquín Trincado Mateo
escrito en 1914 y publicado en 1929 – fue utilizada, y sigue siendo utilizada
hoy en un contexto y un campo muy diferente y tiene una fuerte carga política.
En segundo lugar te diría que no es el mismo
texto, pero sí, paralelo. Durante los domingos del ciclo B – que terminamos el
domingo pasado se proclamó el evangelio de Marcos y el domingo trigésimo
tercero del tiempo ordinario se proclamó el capítulo 13, los versículos del 24
al 32; hoy empezamos el ciclo C y durante todo este año nos acompañará el
evangelista Lucas, por lo que no es el mismo texto pero si el mismo contenido
narrado por dos evangelistas diferentes casi con las mismas palabras.
-¿Y por qué empezamos el año con este texto un tanto
difícil y que nada tiene que ver con el adviento ni con la Navidad?
- La segunda
lectura y el evangelio no tienen ninguna relación con el tiempo de adviento -
la primera lectura, Jr. 33, 14 – 16, tiene un atisbo navideño - sino pretende ser
el marco que encuadre todo el año litúrgico. Es un poco difícil de comprender
por el pueblo llano, pero para eso están los sesudos teólogos y liturgistas para
explicarlo. Yo, que no soy teólogo ni
liturgista y mucho menos sesudo, intentaré explicarlo como pueda. Durante el
año vamos a encontrar los grandes acontecimientos que fundamentan nuestra
salvación: nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesús, Pentecostés,
etc. y las enseñanzas del Señor, pero este primer domingo, es el prólogo;
pretende que vayamos viviendo todo esto no como compartimentos estancos sino
como etapas que nos conducen a un lugar o fin determinado: el encuentro total y
definitivo con Jesús, el Señor, el día de la Parusía o Juicio Final..
Te voy a poner un ejemplo: por un momento imagínate
el tour de Francia; todos los ciclistas parten y van sufriendo y disfrutando
cada etapa, sacando lo máximo de cada una de ellas, pero en su mente está la
etapa última en los Campos Elíseos, con toda la gloria y esplendor que la
caracteriza y allí cada cual ocupará el
lugar que le corresponda. ¡Lástima los
que quedan por el camino!
Para terminar y como propósito para este domingo,
primero del año litúrgico, propongo vivir esta oportunidad, gracia que se nos
da una vez más, viviendo intensamente los acontecimientos que la Iglesia nos
irá presentando, degustando y saboreando
la Palabra de Dios de cada domingo, pedaleando con ahínco con la
esperanza de entrar un día victoriosos en nuestro especial “Campos Elíseos”.
- ¡y dices que yo tengo mucha imaginación !...
El Maestro sonrió y los dos callaron. Dentro el
fuego se iba apagando, fuera el sol se había asomado en el horizonte e
iluminaba las montañas y los valles cubiertos de nieve.
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