lunes, 15 de febrero de 2016

¡Qué bueno!


Segundo Domingo de Cuaresma  C

Evangelio según san Lucas, 9, 28b - 36.
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.

De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
— Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:
— Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

- Maestro – dijo el discípulo nada más llegar - ¡qué bueno es estar aquí!

- Es muy bueno que estemos aquí, pero tenemos que meditarlo mucho y discernirlo muy bien, porque se puede cometer algunos errores.

- ¡Caramba, Maestro, qué difícil me lo pones! Explícamelo, por favor.

- De acuerdo, intentaré explicártelo, pero déjame antes tratar otros puntos del evangelio de hoy.

- Vale.

- A simple vista resulta difícil comprender por qué proclamar  a principio de Cuaresma  el pasaje de la Transfiguración del Señor en el Monte Tabor, pero, obviamente, tiene su razón de ser.  Los evangelistas – y Lucas muy especialmente – sitúan la predicación de Jesús “en camino” hacia Jerusalén, porque es efectivamente en Jerusalén dónde se realiza en plenitud la obra del Salvador: Pasión. Muerte y Resurrección. ¡Si todavía hoy nos apenamos sobremanera hasta derramar lágrimas al contemplar algunos “pasos” de Semana Santa o ver “La Pasión” del cineasta Mel Gibson,  ¿qué no sería contemplar todo esto en vivo y en directo como iba a suceder a los apóstoles y a los allegados de Jesús?! Previendo el Señor la desazón de sus discípulos  los prepara para afrontar estos acontecimientos  manifestándose en toda su gloria.

- ¿Y por qué aparecen y hablan con él precisamente Moisés y Elías?

- Hay que tener en cuenta que los discípulos eran judíos y pata los judíos las Escrituras giraban alrededor de la Ley (la Torá) y de los mensajes proféticos. Ahora bien ellos encarnaban estos dos ejes en dos personajes representativos: la Ley en Moisés, que la recibió de Dios en el Sinaí y la transmitió por escrito al pueblo, y las profecías en el más grande y misterioso de los profetas: Elías, por lo que Moisés y Elías representan la Ley y los Profetas, es decir el Antiguo Testamento. Como te dije en alguna ocasión Jesús no es un aventurero que se lanza al ruedo, ni un extraterrestre  que aparece en el horizonte totalmente dislocado, sino que es la culminación de todo lo manifestado y prometido en el Antiguo Testamento. Está maravillosamente sintetizado en el prefacio de este domingo:

“Porque Él,

después de anunciar su muerte a los discípulos,

les mostró en el monte santo

el esplendor de su gloria,

para testimoniar, de acuerdo con la Ley y los Profetas,

que la pasión es el camino de la resurrección”.

- Hay un pasaje, continuó el joven, que no acabo de entender, dice: ”Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí!”. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía”-  Me parece encomiable la actitud de Pedro: por un lado la gran gozada de estar en presencia de Cristo glorioso - ¿quién no? – y por otro su disponibilidad a agasajar tanto a Jesús como a sus invitados, preparando tres tiendas, una para cada uno, olvidándose, incluso, de si mismo. ¿Por qué el evangelista dice que no sabía lo que decía?.

- Es esta una afirmación muy importante, y de paso contesto a la cuestión que me planteaste a la llegada: “¡qué bueno es estar aquí!”. Es bueno estar en presencia del Señor y gozar de su dulzura, pero no sin los demás. Pedro, en aquel momento pensaba solo en sí mismo y si acaso en Santiago y Juan que le acompañaban, pero ¿y los otros nueve? ¿y el resto de la humanidad que esperaba ser redimida? Pedro en aquel momento los olvidaba a todos, por eso el evangelista con el respeto y la veneración que desde la perspectiva del tiempo le merecía el que había sido designado ser en Pastor de todo el rebaño  lo justifica diciendo suavemente: “No sabía lo que decía”.

Amigo mío, la vida contemplativa y eremítica no significa huir del mundo y desentenderse  de los hombres, sino todo lo contrario; solo tienen sentido cuando es con todos y por todos: unidos con todos los hermanos - sus alegrías, esperanzas y dolores – rezar por todos los hombres para que alcancen su plena dignidad en la tierra y la plenitud de la Vida en el cielo.

- De todas maneras sigo diciendo – prosiguió el discípulo - ¡qué bueno es estar aquí!




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