jueves, 1 de junio de 2017

Os envío, recibid el Espíritu.

Solemnidad de Pentecostés – A


Evangelio según san Juan, 20, 19 – 23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-  Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

 - Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.



El ermitaño había pasado prácticamente toda la noche en vela; se sentía cansado. Salió de su gruta, se asomó al borde del camino y miró a lo lejos; vio un bulto que se movía empezando a subir la cuesta, y aunque no distinguía quién era, por la poca luz de las estrellas y por lo mermada que tenía su vista, supo no obstante que era el discípulo que se acercaba. No corría como era su costumbre sino que caminaba con síntomas de cansancio. Comprendió en seguida lo que pasaba, pero no diría nada.

- Buenos días, Maestro, dijo al llegar, y feliz fiesta de Pentecostés.

- Buenos días, amigo mío, y que el Espíritu Santo te ilumine.

- Amén, contestó y quedó callado.

El anciano comprendió la situación y, aunque con pena por ver al joven tan cansado, inició su reflexión.

- Estamos celebrando la solemnidad de Pentecostés. Pentecostés, como también la Pascua eran fiestas judías que, por acontecimientos sobrevenidos, celebramos también los cristianos. A lo largo de los tiempos se ha intentado buscar un paralelismo de estas fiestas en las dos religiones, pero el resultado es más fruto de la buena voluntad que de una realidad histórica.

- ¿Qué celebraban los judíos en Pentecostés? preguntó el joven, no tanto por interés, cuanto para demostrar que estaba despierto.

- Esta fiesta judía actualizaba litúrgicamente dos cosas distintas: se la llamada "Fiesta de la Siega" porque se ofrecían a Dios las primeras gavillas de la nueva cosecha y se le daban gracias por los frutos de la tierra, y también "Fiesta de las Semanas", porque se celebraba siete semanas después de Pascua, de ahí el nombre de "Pentecostés": quincuagésimo día. Luego se la espiritualizó y se celebraba en ella la estipulación y promulgación de la Alianza del Sinaí entre Dios (Soberano) y su pueblo (vasallo) a través de la cual Dios se comprometía a defender y proteger a su pueblo y este se comprometía a no reconocer otro Dios ni Señor fuera de Yahvé que le sacó de Egipto, liberándolo de la esclavitud.

- Maestro, intervino el discípulo haciendo un gran esfuerzo para aparentar normalidad, el evangelio que se proclama en la misa del día de hoy fue ya leído hace unos cuantos domingos, creo recordar.

- Efectivamente se proclamó el segundo domingo de Pascua, pero entonces fue más completo pues se leyó también la ausencia de Tomás, sus dudas, la segunda visita del Resucitado y la profesión de fe de este apóstol. En aquel día se pretendía afirmar una vez más el hecho histórico de la resurrección, y así lo tratamos nosotros aquí, pero hoy, al quedarnos solo en la primera parte, subrayamos el don del Espíritu que nos ofrece Jesús y el envío a la evangelización. Voy a ser muy escueto, porque te veo muy cansado...

- Es que... intentó justificarse el joven discípulo...

- ¡Tranquilo, ya hablaremos de ello!, dijo el Maestro; el Espíritu no es algo de tu propiedad, una joya que exhibir en algún momento y guardar bajo siete llaves después, ¡no!. El Espíritu es un don que se hace a ti para  que lo goces, y al mismo tiempo lo comuniques a los demás. Se me ocurre una comparación que probablemente no sea demasiado ortodoxa. Comparo el Espíritu Santo al bastón que utilizaba Moisés que a él le servía para apoyarse y caminar por el desierto, pero de él se servía para proteger a su pueblo; con su bastón, y obedeciendo a las órdenes de Yahvé,  provocó las plagas en Egipto; con su bastón, y obedeciendo a las órdenes de Yahvé, dividió en dos el mar Rojo, haciendo que el pueblo de Israel lo cruzara de orilla a orilla a pie enjuto; con su bastón, y obedeciendo a Yavhvé, golpeó la roca del Horeb haciendo brotar agua abundante para el pueblo y su ganado. Fue el día conocido como de Masá y Meribá en el desierto, por las dudas y protestas que esto supuso tanto para Moisés como para el pueblo.

Pero volvamos al Espíritu Santo. Espíritu y envío van íntimamente unidos: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo"." Insisto, es ante todo un don personal; con Él recibes sus dones: sabiduría, inteligencia,  consejo,  fortaleza, ciencia,  piedad y temor de Dios que te animan y fortalecen, pero con Él recibes también la misión: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".

Miró de reojo al joven y viole prácticamente dormido.

- ¿Qué sucede, amigo mío, no has dormido esta noche? preguntó barruntando la respuesta.

- La verdad es que no he dormido nada y estoy molido. Nos juntamos unos cuantos jóvenes de toda la comarca en la arciprestal para hacer la vigilia de Pentecostés. Cuando terminó me fui a mi pueblo; en mi casa cogí la mochila y me vine aquí.

Por la cabeza del anciano eremita pasaron tantas cosas, pero solo pudo balbucear una frase:

- ¡Gracias y que Dios te bendiga!

Después de unos instantes, y ya un poco más entonados los dos recitaron la secuencia de Pentecostés:


Al terminar el joven sacó su Smartphone y dijo:

- Maestro escucha este canto que es muy sencillo y pegadizo. Empezaron la escucha y en seguida lo estaban cantando los dos.


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