Segundo Domingo
de Cuaresma B
Evangelio según san Marcos, 9, 2 - 10.
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a
Santiago y a Juan,
subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con
Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
— Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer
tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz
de la nube:
— Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie
más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
— No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta
que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría
decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
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- Buenos días, amigo mío, yo también te quiero.
Al discípulo se le pusieron los ojos como platos, no
captaba la ironía del Maestro, pero al momento se percató de que había entrado
a saco sin siquiera saludar.
- Perdón, Maestro, buenos días. Ahora repito la
petición: háblame del Monte Tabor.
- Pues el monte Tabor es una maravilla desde todos los
puntos de vista. Es un monte cónico en medio de un amplio y precioso valle:
Esdralón. Salvando las distancias es como se alguien colocara una pirámide en
medio de un campo de fútbol. Con abundante vegetación resulta muy impactante y
visible desde todos los ángulos. Curiosamente parece muy alto, pero es más una
sensación que una realidad. De hecho tiene tan solo unos 400 metros desde la
falda – el mencionado valle – hasta la cima, y unos 575 metros, poco más o menos
sobre el nivel del mar. Pero siguiendo el tema de sensaciones, al visitante, y
también para sus habitantes, parece mucho más alto sobre todo en relación con
el cercano lago de Tiberíades, y todos los pueblos y ciudades que lo circundan,
que está a unos 212 metros bajo el nivel del mar. Si te sitúas
a las orillas del mar Muerto, 416 metros bajo el nivel del mar, la
diferencia es todavía mayor. En definitiva la altura del Tabor tomando como
punto base el mar Muerto sería de unos 990 metros, que ya es una altura
respetable.
Esto analizando desde abajo, porque si lo analizamos
desde arriba es todavía más impactante: las vistas panorámicas sobre el valle
con su cuidada agricultura, sus piscifactorías, sus pueblos y ciudades,
como decís los jóvenes, ¡es una pasada!
- Maestro, indudablemente y por lo que dices debe ser
un lugar paradisíaco, pero yo no me refería a la montaña…
- ¿Entonces?
- Quería que me hablaras de la Transfiguración de
Jesús en el monte Tabor.
- ¡Ah, vale! Pero tengo que hacer una premisa.
- ¡Adelante!
- Pues que los evangelistas no dicen que la
Transfiguración se diera en del Monte Tabor, sino que los sinópticos coinciden
en decir que llevó a los tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, a un monte
alto. Ahora bien, teniendo en cuenta que Jesús iba de camino desde Galilea a
Jerusalén, el Monte alto es indudablemente el Tabor y además teniendo en cuenta
que tu mismo lo definiste como “lugar paradisíaco”, es, sin duda, el paraje
adecuado para el misterio de la transfiguración.
Pero para contestar a tus inquietudes subrayaré tres
puntos:
Punto
primero: la transfiguración es tan solo una muestra. Jesús va camino de Jerusalén, en su último viaje a la
Ciudad Santa. Iba preparando a sus discípulos para que vivieran su pasión y
muerte, pero es consciente de que eso va a ser superior a su fuerza y a su fe,
y tiene que demostrarles que su muerte no será lo último, sino que más allá
estará una nueva – y definitiva - vida llena de luz y de gloria. En el Tabor,
Jesús irradiante con Moisés y Elías no era ni mucho menos el escatón, el cielo
o el nuevo mundo de los resucitados. Era solo una muestra. Permíteme un
ejemplo: para una ocasión muy especial en tu vida vas al sastre para que te
confeccione un traje. Él enseñará algunas fotos de alguna revista – o te hará
un diseño, si es un creador - te mostrará algunas decenas de pequeños retales
de tela de unos cuantos centímetros cuadrados para que tu puedas elegir el
color, la tela, etc., y con estos datos y las medidas que te sacará, tu podrás
formarte una idea de lo que será tu traje nuevo, se trata tan solo una
aproximación a la realidad que podrás percibir en plenitud el día en que
estrenes la prenda. El Tabor es una muestra de lo que será el Cielo.
Punto
segundo: Pedro no sabía lo que decía. En una lectura superficial del texto Pedro
aparece como un hombre generoso, altruista, que no pensaba en si mismo: “¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a
hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Aparentemente ellos vivirían a la intemperie.
Pero no sabía lo que decía. ¿Qué pasaría con los demás discípulos que habían
quedado al pié de la montaña? ¿Qué pasaría a la entera humanidad que llevaba
toda la historia encadenada y que esperaba el día de su liberación? Nuestra intimidad con Dios solo tiene sentido
cuando la compartimos con los hombres nuestros hermanos; caso contrario será
una mística estéril y falsa.
Punto
tercero: la pasión es el camino de la resurrección. “Cuando bajaban del monte, les ordenó que no
contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de
entre los muertos” ¿Por qué? Muy sencillo, porque lo que habían visto era
tan solo un muestra o un anticipo de lo que un día pasará pero antes tendrá que
suceder todo lo que les había anunciado poco antes: “el Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los
ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado, y resucitar a los tres
días” (Mc. 8, 31) . La liturgia de hoy resume muy claramente este mensaje
en el prefacio cuando dice: “porque Él,
después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el
esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la Ley y los Profetas,
que la pasión es el camino de la resurrección”.
- En definitiva, Maestro, si he entendido bien, el
mensaje del Tabor es que Jesucristo, como Hijo de Dios, goza en plenitud de la
gloria del Padre, y que la comparte con todos aquellos que le sigan por en su
pasión y cruz. Resumiendo: para alcanzar la gloria del Tabor hay que vivir
antes y plenamente el camino del Calvario.
-
Puede ser, puede ser …
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