sábado, 20 de septiembre de 2014

Patronos y obreros


XXV Domingo del Tiempo Ordinario A

Evangelio según san Mateo, 20, 1 - 16.
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
  - El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña.  Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido.
  Ellos fueron.
 
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:

- ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?
  Le respondieron:

- Nadie nos ha contratado.
  Él les dijo:

- Id también vosotros a mi viña.
  Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz:
 
- Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros.

Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
  Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo:

- Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno.
  Él replicó a uno de ellos:
 
- Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario?  Toma lo tuyo y vete.  Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?

Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.

 
-  Maestro,  ¿cómo me explicarías el evangelio de hoy? ¿te parece bien que el propietario pagara a todos por igual? ¿Tenían razón los que hicieran la jornada entera al protestar?
- ¿Por qué haces estas preguntas, si están suficientemente explicadas en el mismo texto?

-  Puede ser que sí, pero yo no tengo nada claro.

-  Bueno, fíjate la explicación que da al principio: “… después de ajustarse con ellos en un denario por jornada…” . Cabe suponer que no solo había acuerdo entre las partes contratantes, sino que se cumplían todas las leyes laborales, ya que en ningún momento se aporta otro dato. Y esto se cumplió a rajatabla.
Con los demás no consta que haya contrato, pero es evidente al ser pagados como los que trabajaron más, que no se cometió con ellos ninguna injusticia.
Los primeros, quizás animados y apoyados por sus sindicatos, fueron a protestar, como sucede casi siempre por eso de “a río revuelto, ganancia de pescadores, y hay siempre alguien dispuesto a sacar provecho del río fangoso o a coger las nueces cuando se varea el árbol.
Pero repito, a unos se les pagó lo legalmente estipulado y a los otros se les pagó sobrepasando lo legal y con generosidad. 
Se puede decir que Dios es justo, porque nunca paga por debajo de lo merecido, pero es, sobre todo, misericordioso, es decir su generosidad sobrepasa continua y ampliamente las barreras de la legalidad.

Pero echo en falta una cosa. ¿Te acuerdas de la curación de los diez leprosos en una ciudad entre Samaría y Galilea   (Lc. 17, 11 – 19)?  En aquel caso hubo por lo menos uno que volvió para agradecer la curación, pero no consta que ninguno de estos jornaleros agradeciera especialmente las atenciones del propietario.  En el evangelio, como en la vida real, encontramos muchas peticiones, solicitudes, muchos milagros como respuesta y muy pocos agradecimientos.
Y tampoco la Iglesia escapa a  esta situación; muchos y muchas hay que han trabajado no de sol a sol, sino toda una vida y han obtenido el silencio por respuesta.
- ¿Quieres decir entonces, Maestro, que la Iglesia no agradece a sus colaboradores?
- ¡Bueno! Poco más o menos. Piensa que en la Iglesia se acuñó la palabra nepotismo -  de la palabra italiana “nipote” = sobrino) -  pues los papas destinaban ingentes bienes espirituales y sobre todo materiales a sus sobrinos. De hecho era una gran suerte tener como tío un cardenal o un papa.
- ¿Estás diciendo, Maestro, que la Iglesia sigue desviando fondos para los familiares de los clérigos?
- No lo tomes al pié de la letra. Podríamos traducir esto como: “La Iglesia agradece de manera muy generosa a los suyos: favoritos y enchufados”.
- Maestro, ¿y nada más?  Estoy confundido.

- ¡Bueno!, a veces a los que ha hecho sufrir en vida los premia después de muertos con un altar.
¡Anda! vamos a rezar, que después tendré que ir a confesar por haber criticado innecesariamente.
 

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