martes, 12 de mayo de 2015

SUBIÓ A LOS CIELOS


Solemnidad de la Ascensión del Señor  B

 
Evangelio según san Marcos 16, 15 - 20.
 


 
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
— Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.
Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
 

- Maestro, ya estamos terminando.
 
- Buenos días, amigo mío, ¿qué es lo que estamos terminando.
 
El Maestro, no acababa de habituarse a aquella manera un tanto impetuosa de presentarse del discípulo. Él, el hombre de la montaña, ermitaño, habituado al silencio, y a una vida de pausada reflexión, no sintonizaba totalmente con la fogosidad del joven, sobre todo cuando llegaba al romper el alba después de poco más o menos una hora de camino siempre a paso ligero y a pensamiento veloz.
 
-¡Ah!, Buenos días, Maestro, decía que al ser hoy la solemnidad de la Ascensión ya estamos terminando el tiempo pascual.
 
- Digamos que estamos “casi” terminando, porque nos queda todavía una semana. El tiempo pascual termina, o mejor, culmina en la Solemnidad de Pentecostés que celebraremos el próximo domingo.
 
Por desgracia para adaptar las fiestas litúrgicas al calendario laborable de las autoridades civiles, en la mayor parte de los países de cultura cristiana se ha perdido el ritmo del esquema evangélico. Antes había un proverbio que decía:
 
Tres jueves tiene el año
que brillan más que el sol:
Jueves Santo, Corpus Christi
y el día de la Ascensión.
 
Actualmente, en muchos lugares el Corpus y la Ascensión han sido trasladados al domingo siguiente del jueves que le tocaría.
 
- ¿Por qué el jueves?
 
- Aunque los números en la Biblia no siempre son matemáticamente exactos, y el momento histórico – y hasta el lugar - de la Ascensión es harto discutible, la tradición cogió como punto de referencia los Hechos de los Apóstoles cuando dice: “se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios” (Hec. 1,  3). Partiendo de este principio y contando desde el domingo de Pascua los cuarentas días se cumplieron el jueves pasado, que sería el día natural de la Ascensión.
 
- ¿Por qué llamamos Ascensión? ¿es que verdaderamente subió a los cielos?
 
- ¡En qué jardines te metes! Antes de exponer este tema quisiera decir que el Nuevo Testamento, por lo menos en la versión de la Vulgata, no habla exactamente de “subir a los cielos”, pero anda cerca:
 
* Marcos, en el evangelio que proclamamos hoy dice: “assumptus est in caelum” cuya traducción más literal sería: "fue recibido en el cielo”. La versión de la Conferencia Episcopal Española traduce como “fue llevado al cielo”.
 
* Lucas en su evangelio dice: “dum benediceret illis, recessit al eis, et ferebatur in caelum” (Lc. 24, 51) que se podría traducir como “mientras los bendecía, se separó de ellos, y era llevado al cielo”. La traducción de la CEE dice: “… mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado hacia el cielo”. Personalmente no comprendo el por qué del  término  “hacia”.
 
* Lucas en los Hechos de los Apóstoles lo narra de la siguiente manera: “Et cum haec dixisset , videntibus illis, elevatus est; et nubes suscepit eum ab oculos eorum” ( Hch. 1, 9), que se podría traducir como: “Dicho esto, siendo visto por ellos, fue elevado, y una nube lo ocultó a sus ojos”. La versión de la CEE dice: “Dicho esto, a la vista de ellos, fue levantado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista”.
 
Ninguna de los pasajes de la escritura dice literalmente “ascendit in caelum” (subió al cielo), aunque los Hechos de los  Apóstoles se le aproxima mucho al utilizar el término “fue elevado”, sobre todo si se tiene en cuenta que a continuación fue cubierto por una nube que, por supuesto, estaba en lo alto. De todas maneras desde el principio la Iglesia – y su liturgia – adoptó el término “subió al cielo”. El Credo de la Iglesia en sus dos versiones, la de los Apóstoles y la Niceoconstantinopolitana  coinciden en “ascendit in caelum”.
 
Y ahora paso a contestar a lo que creo que era tu pregunta: ¿está el infierno abajo – bajó a los infiernos – y el cielo arriba? ¿Abajo significa el centro de la tierra, o más allá, en las antípodas? Y si el cielo está arriba como lo encontrarán los habitantes del polo norte y los del polo sur, ya que los “arriba” de los unos y de los otros están diametralmente opuestos.
 
Este misterio de la “vuelta de Jesús al seno del Padre” está narrado según una cultura y un concepto de la cosmografía que no es el nuestro, pero que sigue teniendo todo el valor mistérico y hasta poético. No ricemos el rizo, utilicemos normalmente esta terminología, sin hacer de ello un dogma espacial. Hoy se podría usar otro lenguaje como “ vuelta al seno del Padre”, “paso a otra dimensión”, etc., pero sigo prefiriendo “ascendit in caelum”.
 
- Si, Maestro, comprendo lo que me dices, pero ¿qué mensaje nos ofrece esta fiesta? ¿quiere asegurarnos lo que decía San Pablo: “Por tanto si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él” (Rm. 6, 8)?

- Por supuesto, quiere decir que todos estamos llamados a una nueva vida allá arriba, en la otra dimensión, en el seno del Padre, o dónde sea, pero a mi esta marcha de Jesús me sugiere otra reflexión.
 
. ¿Cuál, Maestro?
 
- Fíjate; Jesús, con su Ascensión, reconoce nuestra mayoría de edad. Se había encarnado, hecho hombre y pasado toda su vida para fundar una obra, la Iglesia, con un solo objetivo: salvar la humanidad, y como sucede en todo ciclo vital, llegó el momento del relevo. Él amaba su obra, por ella había dado la Vida, pero llegada la hora, con enorme generosidad, nos dice: “Hijos míos, está cumplido, en vosotros confío, en vuestras manos dejo esta grande empresa, llevadla a término: id al mundo entero y proclamad  el Evangelio a toda la creación; ellos fueron a predicar por todas partes… “
 
¿Somos merecedores de tanta confianza?

 

 

 

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