miércoles, 4 de noviembre de 2015

DAR y DARSE.


Trigésimo segundo Domingo del tiempo ordinario  B

Evangelio según san Marcos, 12, 38 - 44.
 
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:
— ¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan
reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa.
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
 Llamando a sus discípulos, les dijo:
—Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

 - ¿Maestro, seguimos hablando de trepas y de serviles?
 
- ¿Te parece que no hemos hablado suficientemente en los últimos domingos?
 
- Quizá si, quizás no, pero es que el evangelio de este domingo se presta de nuevo a ello por aquello de: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y que les hagan reverencias por las plazas!”.
 
- Es posible que tengas algo de razón. Entonces era así, y, por si acaso lo dudásemos, Jesús lo describe con toda clase de detalles. Marcos y Lucas lo cuentan de manera muy tajante pero un tanto resumida, pero Mateo que hemos leído el XXXIº domingo del ciclo A – el año pasado – es todavía más explícito y te recuerdo una vez más que él fue testigo directo de los hechos: “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencia en las plazas y que la gente los llame rabbí” (Mt., 23, 1 – 7).
 
Por desgracia perviven muchas de esas actitudes en la Iglesia de hoy; para ser justos hay que decir “en una parte de la Iglesia de hoy”. Hacías referencia a los trepas y a los serviles y efectivamente creo que esos tales, al carecer de otros méritos, van elegantemente vestidos con trajes “de marca”; no llevan ni orlas ni filacterias, pero si elegantes clergyman para hacerse ver y respetar.
 
Otro detalle, amigo mío: el evangelio de hoy permite dos lecturas: lectura larga (Mc. 12, 38 – 44) en la que encontramos esta diatriba contra los mandamases de los judíos y la limosna de la viuda, y la lectura corta (Mc., 12, 41 – 44), en la que aparece solo el tema de la viuda. ¿Cuántos sacerdotes, por razones pastorales, omitirán hoy la primera parte?, ¿Cuáles serán esas razones pastorales? ¿Tendrán miedo de verse reflejados en ese espejo?.
 
De todas maneras lo más atractivo del evangelio de hoy es la segunda parte: la limosna de la pobre viuda, pero entrar en este huerto es peligroso; son arenas movedizas.
 
- ¿Por qué, Maestro?
 
- Pues porque ese juicio solo lo puede hacer quién conoce las intenciones y los corazones, es decir, Jesús. A los humanos se nos escapan muchos flecos y podemos llegar a conclusiones injustas. De todas maneras voy a ofrecerte algunos puntos de referencia:
 
* Jesús alaba la generosidad de la pobre viuda que ofrece a Dios todo lo que tiene, pero no critica ni rechaza los donativos de los pudientes.  Partiendo de aquí, actualizando el tema y con el perdón de los exegetas, yo haría la siguiente interpretación: hay dos maneras de participar en la implantación del Reino de Dios:
 
A – Dándote a ti mismo; poniendo tu persona con su fuerza, su inteligencia, al servicio del Reino. Entiendo que esta mujer a dar todo lo que tenía, inclusive lo necesario para sobrevivir, se pone totalmente en las manos de Dios, y,
 
B – ofreciendo bienes materiales para colaborar con los proyectos de los que están trabajando en la primera línea de la evangelización.
 
Creo que Jesús valora estas dos opciones, pero sólo Él puede evaluarlas justamente porque sólo Él conoce las posibilidades y las intenciones de cada persona.
 
- Maestro, tengo una pregunta: ¿Tiene la Iglesia, o mejor sus representantes, obligación de recibir los donativos que les dan para sostener sus obras?
 
- Pregunta interesante y de nuevo entramos en arenas movedizas. Deben recibir con humildad y agradecimiento los donativos ofrecidos, pero también tiene que haber un cierto discernimiento.
 
- ¿Por ejemplo?
 
- Deben ser rechazados los donativos que procedan de la explotación del hombre: explotación laboral, prostitución, drogas, etc, y también aquellos que sea ofrecidos con fines abyectos: privilegios, obtención de poder, simonía, etc.
 
- ¿Y no es muy difícil detectar todo eso?
 
- A veces es difícil y te puede llevar a engaño, pero a veces se ven venir desde lejos. En este caso no hay que ceder, y en anterior al percatarse del error, hay que corregir abiertamente y pedir perdón si fuera necesario.  De todas maneras, amigo mío, en el caso de la pobre viuda, de las muchas pobres viudas a lo largo de la historia, no hay espacio para la duda o el error: ha dado todo lo que tenía, no pedía nada a cambio, y la alabanza de Jesús fue absolutamente gratuita.

 

 

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