miércoles, 14 de diciembre de 2016

José el personaje del año (y de siempre).

Cuarto Domingo de Adviento A.

Lectura del santo evangelio según san Mateo, 1, 18 – 24.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en
secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel,
que significa "Dios con nosotros"».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.



Se acercaba ya la Navidad y en la cueva del ermitaño había abundancia (¿?). Su amigo, el pastor, le había regalado una bola de queso fresco y un poco de leche en un cubo de plástico reutilizado.
Se barruntaba el anacoreta que también el discípulo le traería algo, por lo que decidió calentar la leche para que estuviera a punto cuando el joven llegara. Y no se equivocaba; efectivamente le traía dos pastillas de turrón y una bandeja de bizcocho. Antes de nada y teniendo en cuenta el frío que hacía se sentaron alrededor del fuego tomando cada cual su cuenco de leche y su rebanada de bizcocho. Mientras comían comentó el joven:
- Mi madre llama a este bizcocho coca boba o coca maría.
- ¿Y eso?
- Es que de joven pasó una temporada en tierras de Valencia y, según parece, allí la llaman así. A veces le añade almendra molida o chocolate  y están muy buenas.
Cuando terminaron el joven cogió los cuencos y los llevó a un rincón depositándolos en el lebrillo en el que el ermitaño solía lavar su “vajilla”. Se sentó de nuevo junto al fuego y entró ya en el tema:
- ¿¡Qué parco es Mateo al narrar el nacimiento de Jesús!?
- Sí, lo hace muy resumido, pero toca los temas principales:
* linaje real; en la genealogía aparece como descendiente de Abrahán, fundador del pueblo de Israel y padre de la fe monoteísta, y de David, el histórico rey de Israel a quién Dios había prometido que su casa reinaría para siempre;
* concepción sobrenatural en el seno de una virgen; intervención de Dios en todo el proceso;
* nacimiento histórico aportando fecha (en tiempos del rey Herodes) y lugar (en Belén de Judea);
* la universalidad de su reinado, que trasciende totalmente el pequeño reino de Israel: unos magos- gentes de ciencia y de poder – vienen de oriente y cayendo de rodillas – gesto de pleitesía y sumisión – lo adoraron;
* el sufrimiento de la humanidad. Jesús, en cuando hombre, sufre la persecución  y es un refugiado en país extranjero, y contempla como a su alrededor son aniquilados de manera arbitraria e injusta muchos inocentes.
Como puedes ver, Mateo es parco pero toca muchos palos. Es Lucas quien nos cuenta todos o, por lo menos, muchos de los detalles del nacimiento del Salvador, acontecimientos previos y posteriores. Marcos empieza su evangelio con el bautismo de Jesús en el Jordán y Juan prácticamente lo mismo, salvo que introduce un magnífico prólogo en que nos presenta la misión de Jesús, que es Hijo de Dios y Dios mismo, el cual se hace hombre, sin especificar detalles, para compartir nuestra historia.
- ¿Podemos decir, Maestro, que en este nuestro peregrinar litúrgico hacia la Navidad, hoy tenemos como compañero de camino a San José?
- Sí, efectivamente; y no es, ni mucho menos, un personaje menor. Es comparable a la figura de María, a quien se acerca en santidad y con la que compartió la misión de acoger, cuidar, educar y proteger al mismísimo Hijo de Dios. Junto a ella lo encontramos buscando posada en la ciudad de Belén; junto a María estaba en el momento del parto. Con ella estaba cuando llegaron los pastores a adorar al niño (Lc. 2, 15) y se supone que también estaba cuando vinieron los magos (Mt. 2, 11). Con María estaba en el momento de la circuncisión, ya que el protocolo exigía que fuera él quién le pusiera el nombre (Lc. 2 21), y con ella estaba en el momento de la presentación en el templo y los dos se maravillaban de las profecías de Simeón y de Ana (Lc. 2, 33). También con ella estaba en otras circunstancias más trágicas: cuando tienen que huir a tierra extraña: “José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto” (Mt. 2, 14)  y cuando Jesús se escapó del control paterno unos cuantos días, José con María dejaron la caravana y volvieron a Jerusalén para buscarlo: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados” (Lc. 2, 48), Y cabe suponer que con María, José compartió durante años el hogar de Nazaré , donde Jesús creció en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres (Lc. 2, 52).
- ¿Si la importancia de José es tan grande, podríamos afirmar que los evangelios son injustos con él?
- Hablar de justicia o de injusticia quizás sea un poco exagerado. Los evangelios tienen un único protagonista: Jesús el Hijo de Dios; los demás son personajes secundarios que entran en escena ocasionalmente para dar credibilidad al hecho principal. También la figura de María viene muy minimizada, salvo en Lucas que viene más valorada; quizás por esta y otras razones de mayor peso algunos biblistas afirman que el llamado “evangelio de la infancia” es un añadido posterior, cuando ya la piedad popular empezaba a venerar la Virgen María y otros personajes relacionados históricamente con la figura de Jesús.
En una sociedad como  la nuestra dónde abundan las palabras y escasean los silencios, puede parecer pobre lo dicho de José, pero no es así; afirma que era “bueno”, y bajo este concepto se esconde todo un programa de vida; voy a presentar algunos puntos:
Misericordia. Ante todo hay que aclarar  que el casamiento hebreo tenía dos actos; los qiddushîn :"san-tificación" o "adquisición", que a veces traducimos como desposorios, pero que, de hecho, a partir de entonces eran ya marido y mujer, aunque cada uno seguía en la casa paterna   era ya una situación irreversible,  y los nisu'în (conducción), que era cuando la novia era conducida a la casa del varón. El tiempo entre uno y otro acto podría ser de un año. Fue precisamente durante este tiempo de interregno en que María quedó embarazada.  José debería denunciarla para que, en cumplimiento de la ley mosaica ( Cfr. Deut. 22, 23), fuera lapidada, pero era bueno y evidentemente la quería; no la denuncia sino que decide repudiarla en secreto y ¿quizás? marcharse a otro lugar, cargando así él con la culpa, eximiéndola a ella de toda responsabilidad.

Obediencia. José accedió de manera incondicional a aceptar aquel niño que no sólo no era biológicamente suyo sino que, además, era hijo del misterio y obedeció llevando María a su casa, poniendo el nombre que le había sido ordenado, escapando con su familia a Egipto. Toda una odisea que manifiesta una gran confianza en la palabra que había recibido. No consta, pero muy probablemente, como María, también José exclamó: “aquí estoy, Señor, para cumplir tu voluntad”.
Como conclusión, amigo mío, yo rezo para que la fiesta de Navidad, ya muy cercana, nos convierta los corazones; seamos misericordiosos con los hombres, no juzgando precipitadamente o por apariencias, porque podemos equivocarnos, no juzgando nunca, dejando este cometido en la tierra a los que tienen esta misión y en definitiva al Señor, Juez Supremo. A nosotros toca perdonar, una y otra vez, setenta veces siete, y más… y aceptar la voluntad de Dios aunque no la entendamos, conscientes de que Él va estar a nuestro lado y no nos defraudará, sabiendo, además, que algún día se nos desvelará la razón última de todo lo que hemos vivido.
A continuación rezaron muy pausadamente e intercalando silencios de reflexión y oración personal como hacían cada domingo.
Al despedirse dijo el discípulo:
- Maestro, todavía no es Navidad ni tiempo de villancicos, pero he preparado este, que es muy simpático y popular, para que lo cantemos en honor de San José.
Sacó de la mochila dos folios, pasó uno al ermitaño y los dos cantaron:
San José al niño Jesús
un beso le dio en la cara
y el niño Jesús le dijo
que me pinchas con las barbas.
Pastores venid,
pastores llegad,
adorar al niño,
adorar al niño
que ha nacido ya.
Oiga usted, señor José,
no le arrime usted la cara
que se va asustar el niño
con esas barbas tan largas.
Pastores venid,
pastores llegad,
adorar al niño
adorar al niño
que ha nacido ya.
Las barbas de San José
el niñito acariciaba
y el santo se sonreía
cuando de ellas tiraba.
Pastores venid,
pastores llegad,
adorar al niño
adorar al niño
que ha nacido ya.
A Jesús mira la Virgen
y a la Virgen San José
y Jesús mira a los dos
y se sonríen los tres.
Pastores venid,
pastores llegad,
adorar al niño
adorar al niño
que ha nacido ya.

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