martes, 1 de septiembre de 2015

Hay que ponerse en fila


Vigésimo tercer Domingo del tiempo ordinario  B

Evangelio según san Marcos, 7, 3 1 - 37.
En aquel tiempo, dejó Jesús el
territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
— "Effetá", esto es: "Ábrete".
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:
— Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
 

Aquella mañana, hechos los saludos de rigor se sentaron los dos, Maestro y discípulo, en los lugares de costumbre.
 
- Se nota que ha refrescado el tiempo, dijo el Maestro para dar inicio a la conversación.
 
- Aquí y parado se nota un cierto aire fresco, dijo el discípulo, pero de camino y, además corriendo, la temperatura resulta muy agradable.
 
El Maestro calló, no se le ocurría ningún otro comentario, y tampoco pretendía hacer preguntas que  pudieran resultar embarazosas. El joven comprendió que le tocaba a él “mover ficha” y decidió ir directamente al grano.
 
- Maestro el evangelio de este domingo me parece muy llano.
 
- ¿Qué quieres decir cuando afirmas que es muy llano?
 
- Pues que tiene poco recurrido. Para los que conocemos la vida y milagros de Jesús y ya no tenemos capacidad de sorprendernos, este es un milagro más. Jesús cura un sordomudo. La gente le sugiere un ritual: que le imponga las manos, pero Jesús prefiere otro gesto, siempre de contacto, pero más visual, tocándole los oídos para que pueda oír y la lengua  para que pueda hablar. También resulta obvia la reacción de la gente: “Todo lo ha hecho bien”.
 
- Tú lo has dicho: hemos perdido la capacidad de sorprendernos. Quedamos maravillados ante cualquier proeza humana, de mayor o menor significancia,  e impasibles ante los milagros de Dios, realizados por Jesús en el evangelio o en la creación a lo largo de la historia.
 
De todas maneras aquí también es aplicable aquellas palabras del Señor: “un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padres de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo” (Mt. 13, 52). Aunque expresado así quizás no resulte muy claro lo que pretende decir, pretende afirmar que la Palabra de Dios siempre es rica en contenido: hay enseñanzas muy evidentes y muy clásicas, pero, además, si profundizas siempre encontrarás algo nuevo. Yo, con tu permiso, haría otro símil: la palabra de Dios es como un pozo inagotable, aunque en ocasiones haya que soltar mucha cuerda y dejar que el cubo vaya muy hondo, con la seguridad de que cuanto más hondo se vaya, más fresca será el agua.
 
El Maestro calló y se hizo un largo silencio. Al discípulo le había gustado la explicación, pero le faltaba algo, le sabía a poco. Entonces se decidió a preguntar:
 
- Maestro, ¿y cuál sería lo nuevo en lo de hoy?
 
- Buena pregunta, amigo mío, y difícil de contestar. Además piensa que lo que para uno es nuevo, a lo mejor otros lo han visto hace siglos, lo que no quita que para él sea una auténtica novedad, un descubrimiento. Yo hoy me fijaría en la siguiente frase: “y le piden que le imponga las manos”.  Es cierto que Dios interviene por propia iniciativa en nuestras vidas probablemente muchas más veces de las que nos imaginamos, pero le gusta que se lo pidamos. Repasa los milagros evangélicos y verás como la casi totalidad van precedidos de una petición directa o indirecta.  Él mismo  había dicho: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá, porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre” (Mt. 7, 7). Un amigo mío hace años me comentaba: Dios es como aquel maestro que sale al patio a distribuir la merienda; lleva pasteles y hay para todos. Para cogerlos solo tienes que ponerte en fila, pero hay que ponerse en fila.

 

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