miércoles, 9 de diciembre de 2015

¡Estad alegres!


Tercer Domingo de Adviento C



Evangelio según san Lucas, 3, 10 - 18.
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
— ¿Entonces, qué hacemos?
Él contestó:
— El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
— Maestro, ¿qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
— No exijáis más de lo establecido.
Unos militares le preguntaron:
— ¿Qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
— No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería pilca Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
— Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

- Hoy es el domingo de la alegría, ¿verdad, Maestro?

- Sí, hoy es el domingo conocido con del “gaudete”, pues la liturgia nos invita a alegrarnos. El motivo de esa alegría es que el Señor está cerca. Por supuesto la cercanía que prevé Pablo en la carta a los Filipenses es diferente a la alegría que vivimos los creyentes de hoy día.

- ¿Cuál es esa diferencia?

- Pablo, como los cristianos de la primitiva Iglesia,  estaba convencido que la parusía, es decir la venida gloriosa y definitiva del Señor Resucitado era inminente, por lo que  animaba a sus iglesias a que estuvieran preparados para recibirle; que no se desanimaran y que toda su vida estuviera impregnada de esta esperanza: ¡Ánimo, alegraos, el Señor está cerca”.

Nosotros tenemos otra experiencia; han pasado veinte siglos, y probablemente pasarán otros muchos, sin que haya venido Cristo Glorioso para el Juicio Final.  Y es que hablamos con categorías distintas. Podríamos parafrasear las palabras de Isaías (Is. 55, 89) cuando dice: “mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos” y añadir: “vuestros tiempos no son mis tiempos”. San Pedro, consciente de la frustración que una larga espera estaba causando en el ánimo de los creyentes da una explicación acertada: “No olvidéis una cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos accedan a la conversión” (2Pe. 3, 8 – 9).

Como te decía nosotros tenemos otra experiencia y ya no esperamos una Parusía inminente – aunque tampoco la excluimos – por lo que interpretamos las palabras de Pablo que nos ofrece la liturgia de hoy:”Alegraos en el Señor, os lo repito, alegraos, Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca” (Fl., 4, 4 – 5) de una manera más atemporal o casi simbólica.  Resumiendo, podemos decir que la Navidad está ya a la vuelta de la esquina y si con nuestra vida y todas nuestras fuerzas hacemos presente el mensaje de Jesús de paz, amor, solidaridad, etc., tenemos motivos para una gran alegría personal y comunitaria.

- Maestro, ¿y qué me dices del Evangelio de hoy?

- Bueno, pues el evangelio que hoy proclamamos tiene dos partes.

Empezamos por la segunda en que Juan el Bautista define su misión y anuncia quién es el protagonista del nuevo tiempo, Jesús de Nazaret: “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”. Pero creo que de la figura de Juan ya he dicho algo el domingo pasado,  y no quisiera cansarte repitiendo siempre lo mismo.

La primera parte en la que el Precursor indica el camino de la conversión es de una lógica aplastante. No está exigiendo nada extraordinario, sencillamente una vida honrada: no robes, no extorsiones, no abuses del débil, y sé solidario con el más pobre.

- Tienes razón, Maestro, todo esto es muy obvio, pero tiene mucha actualidad.

- El comportamiento humano sigue siendo pecaminoso en muchas ocasiones. Lo fue en el pasado,  por desgracia lo es el presente y mucho me temo que lo será en el futuro.

Nosotros, desde nuestra pequeñez, esperemos con gozo la Navidad, renovemos nuestras vidas y hagamos que Jesús y su mensaje cale en nuestras vidas.

- Amén, contestó el discípulo.




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