Tercer Domingo de Adviento C
Evangelio según san Lucas, 3, 10 - 18.
En aquel tiempo, la gente
preguntaba a Juan:
— ¿Entonces, qué hacemos?
Él contestó:
— El que tenga dos
túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga
lo mismo.
Vinieron también a
bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
— Maestro, ¿qué hacemos
nosotros?
Él les contestó:
— No exijáis más de lo
establecido.
Unos militares le
preguntaron:
— ¿Qué hacemos nosotros?
Él les contestó:
— No hagáis extorsión ni
os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.
El pueblo estaba en
expectación, y todos se preguntaban si no sería pilca Juan el Mesías; él tomó
la palabra y dijo a todos:
— Yo os bautizo con agua;
pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus
sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el
bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja
en una hoguera que no se apaga.
Añadiendo otras muchas
cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
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- Hoy es el domingo de la alegría, ¿verdad, Maestro?
- Sí, hoy es el domingo conocido con del “gaudete”,
pues la liturgia nos invita a alegrarnos. El motivo de esa alegría es que el
Señor está cerca. Por supuesto la cercanía que prevé Pablo en la carta a los
Filipenses es diferente a la alegría que vivimos los creyentes de hoy día.
- ¿Cuál es esa diferencia?
- Pablo, como los cristianos de la primitiva
Iglesia, estaba convencido que la
parusía, es decir la venida gloriosa y definitiva del Señor Resucitado era
inminente, por lo que animaba a sus
iglesias a que estuvieran preparados para recibirle; que no se desanimaran y
que toda su vida estuviera impregnada de esta esperanza: ¡Ánimo, alegraos, el
Señor está cerca”.
Nosotros tenemos otra experiencia; han pasado veinte
siglos, y probablemente pasarán otros muchos, sin que haya venido Cristo
Glorioso para el Juicio Final. Y es que
hablamos con categorías distintas. Podríamos parafrasear las palabras de Isaías
(Is. 55, 89) cuando dice: “mis planes no
son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos” y añadir:
“vuestros tiempos no son mis tiempos”. San Pedro, consciente de la frustración
que una larga espera estaba causando en el ánimo de los creyentes da una
explicación acertada: “No olvidéis una
cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como
un día. El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene
paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos
accedan a la conversión” (2Pe. 3, 8 – 9).
Como te decía nosotros tenemos otra experiencia y ya
no esperamos una Parusía inminente – aunque tampoco la excluimos – por lo que
interpretamos las palabras de Pablo que nos ofrece la liturgia de hoy:”Alegraos en el Señor, os lo repito,
alegraos, Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca”
(Fl., 4, 4 – 5) de una manera más atemporal o casi simbólica. Resumiendo, podemos decir que la Navidad está
ya a la vuelta de la esquina y si con nuestra vida y todas nuestras fuerzas
hacemos presente el mensaje de Jesús de paz, amor, solidaridad, etc., tenemos
motivos para una gran alegría personal y comunitaria.
- Maestro, ¿y qué me dices del Evangelio de hoy?
- Bueno, pues el evangelio que hoy proclamamos tiene
dos partes.
Empezamos por la segunda en que Juan el
Bautista define su misión y anuncia quién es el protagonista del nuevo tiempo,
Jesús de Nazaret: “Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva,
reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”.
Pero creo que de la figura de Juan ya he dicho algo el domingo pasado, y no quisiera cansarte repitiendo siempre lo
mismo.
La
primera parte en la que el Precursor indica el camino de la conversión es de una
lógica aplastante. No está exigiendo nada extraordinario, sencillamente una
vida honrada: no robes, no extorsiones, no abuses del débil, y sé solidario con
el más pobre.
- Tienes razón, Maestro, todo esto es muy obvio,
pero tiene mucha actualidad.
- El comportamiento humano sigue siendo pecaminoso
en muchas ocasiones. Lo fue en el pasado,
por desgracia lo es el presente y mucho me temo que lo será en el futuro.
Nosotros, desde nuestra pequeñez, esperemos con gozo
la Navidad, renovemos nuestras vidas y hagamos que Jesús y su mensaje cale en
nuestras vidas.
- Amén, contestó el discípulo.
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