domingo, 31 de enero de 2016

¿PESCADORES O SEMBRADORES?


Quinto Domingo del tiempo ordinario C



Evangelio según san Lucas, 5, 1 - 11.
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
— Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.
Simón contestó:
— Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que re-ventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
— Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
— No temas; desde ahora serás pescador de hombres.
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

- El evangelio de hoy – decía el Maestro – contiene una serie de pinceladas un tanto anárquicas pero que, contempladas a cierta distancia, nos ofrecen un cuadro lleno de colorido y de belleza. Si te parece – prosiguió -  analizaré, a grandes rasgos,  algunas de esas pinceladas.

- Sí, Maestro, claro que sí, te escucho – contestó el discípulo que lo  contemplaba con los ojos abiertos sin comprender aquella manera tan abrupta de entrar en el tema.
1ª - “Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente”. Probablemente este detalle puede parecer insignificante, pero estimo que tiene su importancia. Sabe crear el espacio adecuado para poder predicar al pueblo: la gente sentada en la orilla, probablemente un tanto escalonada, en forma de anfiteatro, y Él desde la barca, como se de un escenario se tratara, les hablaba de las cosas del Padre. Jesús no era un mitinero o un agitador de masas que, de pie y con estudiados gestos, vociferaba arengando a sus oyentes; es el Maestro, que,  seguro de lo que habla y sentado, es decir, “ex cáthedra”,  enseña a su pueblo.
2ª - “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes” Más allá del hecho histórico de la pesca milagrosa, este pasaje contiene una gran enseñanza para nosotros. Para las cosas de Dios de nada te valen tus experiencias y conocimientos.
Intentemos recrear por un momento esta escena. Simón y los demás, habían nacido y crecido en Cafarnaún a orillas del lago de Genesaret; pescadores e hijos de pescadores para los que el lago era su segunda casa y lo conocían palmo a palmo, habían trabajado toda la noche y ni un solo pez despistado había caído en sus redes; Jesús era del interior – Nazaret – de oficio carpintero, no había visto más agua que la fuente de su pueblo, y les dice a estos hombres, expertos en la materia, agotados y desanimados: “Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca”. La respuesta lógica hubiera sido: “Tú, ¿de qué vas?, qué sabes tú de pesca?” en vez de esto contestó: “… por tu palabra echaré las redes”.
El ermitaño prosiguió fijando su mirada en el joven que escuchaba un tanto aturdido la explicación del Maestro:
- Cuando sientas que Dios te habla, primero tienes que discernir si efectivamente es la palabra de Dios, depurar todas las adherencias que tu mismo u otros puedan haber apegado y después desterrar todas las dudas, obstáculos, reticencias, inclusive miedos y contestar como Simón: “por tu palabra echaré las redes” o como Samuel: “Habla, que tu siervo escucha” (1Sam, 3,  10) convencido que la pesca será exitosa.
- “Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano”.  Otra frase de puro trámite, pero también de esta fruta se pueda sacar algún jugo. No sé si llamaron a los de la otra barca para compartir con ellos el éxito de la pesca, o para pedir ayuda porque se hundían, o quizás por las dos causas a la vez; lo cierto es que compartieron. En este mundo, aunque seamos eremitas o monjes, no somos islas perdidas en un inmenso océano, sino personas necesitadas de compartir nuestras alegrías y nuestras penas, nuestras victorias y nuestros fracasos, tender la mano cuando estamos necesitados y socorrer al hermano cuando nos necesite.
4ª - “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”. El sentido de esta frase es evidente y ha sido bien entendido tanto por los presentes, Simón Santiago y Juan, como por toda la Iglesia a través de los siglos: deja de ser lo que eres y dedícate a una misión nueva: “evangelizar”. Tiene además muchos paralelismos en el Antiguo Testamento. Te señalo algunos:
* “El Señor dijo a Abrán: “Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tus padres, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación …” Gn. 12, 1 – 2).
* El Señor dijo a Moisés, el tranquilo pastor que había conseguido el anonimato pastoreando los rebaños de su suegro Jetró por las montañas del Horeb: Deja atrás a tu suegro y a sus rebaños, olvida tu tranquilidad y el anonimato “ y ahora marcha, te envío al faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel” (Ex. 3, 10).
* “Pero Amós respondió a Amasías: “Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “Ve, profetiza a mi pueblo Israel””. (Am. 7, 14 – 15).
Como puedes ver todas estas llamadas vocacionales siguen un mismo esquema: “Olvida lo que eres, deja lo que tienes, yo te encargo una tarea nueva y diferente.
Permíteme ser un tanto jocoso en este momento. Es evidente que Jesús cuando pronunciaba estas palabras no pensaba en el siglo XXI. La imagen de “pescador de hombres” hoy no rige, ya que los pececillos que son atrapados o bien en las redes o bien en los anzuelos no tienen otra alternativa, carecen de libertad de elección. La pastoral desde “casi”  siempre y muy especialmente a partir del concilio Vaticano II y en el magisterio de los últimos papas insiste en que la fe no se impone – eso lo dejamos para otras religiones que todos conocemos – sino que se propone. Esto resulta mucho más evidente en la parábola del sembrador. El sembrador salió a sembrar; sembró semilla buena y el resultado fue absolutamente desigual: la que cayó al borde del camino no llegó ni tan siquiera a brotar, la que cayó en terreno pedregoso, brotó pero se secó en seguida, la que cayó entre abrojos, brotó, creció pero acabó sucumbiendo bajo el peso de aquellos, y  la que cayó en tierra buena, brotó, creció y dio fruto, para cada una a su manera, una ciento, otra sesenta otro treinta (Cfr. Mt. 13, 3 – 9).
- ¿Y por qué esta diferencia? Se atrevió a preguntar el discípulo que hasta entonces había permanecido en un respetuoso e incómodo silencio.
- Esto hace parte del misterio de la libertad del hombre. Cada uno responde según puede y quiere, es libre. Decía hace un tiempo el papa Benedicto XVI que Dios, al crear al hombre libre, renunció a parte de su poder.
5ª - “Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron”.  Este pasaje  del evangelio y otros paralelos solo me sugiere una pregunta: “¡¿qué atractivo humano y espiritual tendría Jesús que la gente – y no solo los apóstoles – se olvidaban de si mismos, dejaban sus cosas y lo seguían?!
- Lo seguían y lo siguen, dijo el joven como haciendo eco de las palabras de eremita.




lunes, 25 de enero de 2016

Los borregos de Nazaret.


Cuarto Domingo del tiempo ordinario C



Evangelio según san Lucas, 4, 21 - 30.
En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sinagoga:
—Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Y decían:
   ¿No es éste el hijo de José?

Y Jesús les dijo:
—Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.
Y añadió:
— Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

- Buenos días, Maestro, dijo el discípulo al llegar y ver al ermitaño que lo esperaba delante de su “vivienda”. Tenía el rostro sonriente y se notaba que estaba especialmente feliz.
- Buenos días, amigo mío, ¿qué te hace tan feliz?
El joven se sintió como descubierto y su semblante cambió de repente. El ermitaño se percató de la situación y se reprochó  el haber formulado tal pregunta.
- Nada especial; quizás sea el hecho de que el camino ya esté transitable, sin nieve ni barro.
Con ánimo de no prolongar aquella conversación que no le agradaba en absoluto entró a saco en el tema del día:
- Maestro el evangelio de hoy repite parte del que ya hemos leído el último domingo.
El ermitaño interpretó correctamente la actitud del joven y sin dilaciones contestó:
- Efectivamente se repite el versículo 21: “Y él comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír” y creo que, fundamentalmente por dos razones:
1ª - Es un texto que indica la conexión entre los dos domingos: no tendría sentido el texto del domingo pasado si se le hubiera amputado este versículo, y tampoco sería comprensible el texto de hoy, si no se le hubiera incorporado esta afirmación de Jesús;
2ª - Estas palabras de Jesús constituyen el núcleo del ministerio de Jesús en su pueblo.
Es como si les dijera: “llevo entre vosotros unos treinta años, conocéis a toda mi familia, sabéis a lo que me dedicado hasta hace poco, conocéis mis capacidades y mi profesión  y  creéis conocerme a mí, pero de mí solo conocéis la figura, la imagen y desconocéis totalmente el contenido, la esencia: Yo soy el Anunciado por los profetas y el Esperado por todas las generaciones; sé que vosotros no lo vais a entender porque siempre me habéis identificado como el hijo de José, el carpintero, pero soy el Hijo del Altísimo y me identifico con el “Yo Soy” (Cfr. Ex. 3, 14).
Como ya te dije en alguna ocasión no soy exegeta y respeto el trabajo de estos sesudos sabios, pero una vez más me permito disentir de la “Sagrada Biblia, Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española”. La mayoría de las versiones que hasta ahora he consultado traducen el versículo en cuestión diciendo: “Hoy se cumple esta profecía que acabáis de oír” mientras que la mencionada versión oficial traduce: “hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”. Seguramente los traductores tienen sus razones, pero yo lo no lo veo así. La forma de pretérito perfecto indica una acción ya realizada, ya ejecutada, por el contrario el presente indica que la acción se está realizando en el momento; en otras palabras, entiendo que las palabras del profeta no era “un pasado” en la vida de Jesús sino “un presente”: se habían cumplido antes, se estaban cumpliendo entonces y se cumplirían a lo largo de todo su ministerio.
Una cosa más …
- Sí, Maestro, dime …
- Ése “hoy” no indica un día de 24 horas, ese día que Jesús pasó en su pueblo con los suyos; ése “hoy” es mucho más amplio, indica toda una época. Con Jesús la historia alcanza la plenitud de los tiempos; Él marca una antes y un después, como diríamos en términos modernos Jesús señala un cambio de ciclo, del Antiguo Testamento, tiempo de promesa, al Nuevo Testamento, tiempo de gracia. Para fijar un tiempo cronológico yo diría que ése “hoy” va desde la encarnación de Jesús hasta su ascensión a los cielos, pasando por su predicación, milagros, pasión, muerte y resurrección”. En todo este tiempo – este “hoy” – se cumple la profecía de Isaías que dice:
“El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados,
proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad;
para proclamar un año de gracia del Señor,
un día de venganza de nuestro Dios;
para consolar a los afligidos,
para dar a los afligidos de Sión una diadema en lugar de cenizas,
perfume de fiesta en vez de duelo,
un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido. (Is. 61, 1 – 3).
- Maestro, ¿me permites una pregunta personal?
- Sí, claro.
- ¿Te parece normal que sus paisanos reaccionaran de  manera tan violenta?
- En parte, sí, lo comprendo. Jesús debía de ser estimado en su pueblo como buen vecino; además habían oído hablar de ciertas maravillas que había realizado en Cafarnaún, por lo que el jefe de la sinagoga local le concede el honor de leer las Escrituras, y lo cierto es que en un primer momento todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras  de gracia que salían de su boca”.  Pero aquí sucedió algo inesperado; quizás  esperaban tener un espectáculo gratis, que Jesús hiciera alguna exhibición de sus poderes de una manera frívola, y al negarse el Señor con las explicaciones que hemos leído, alguien lo increpa como blasfemo y eses mismos “todos” que antes le expresaban su admiración, ahora “se ponen furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo”.
- Con frecuencia somos demasiado volubles – dijo el discípulo en voz baja, como hablando consigo mismo -  y nos dejamos llevar, como borregos, por el que más grita.



 

lunes, 18 de enero de 2016

EL PROGRAMA


Tercer Domingo del tiempo ordinario C


Evangelio según san Lucas, 1, 1 - 4; 4, 14 – 21.
Excelentísimo Teófilo:
Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han
verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
—Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.




Si el domingo anterior el discípulo había llegado tarde a causa de la nieve, este llegó con adelanto a la hora prevista. Parecía una birria.  Decir que el barro le llegaba a las orejas es, quizás, un poco exagerado, pero seguro que le alcanzaba la cintura. La nieve se había derretido pero en su lugar había quedado un barrizal intransitable.
Después de los saludos de costumbre de dijo el Maestro:
- ¿Tienes ropa para cambiarte?
- Traigo otro chándal en la mochila.
- ¿Y zapatillas?
- No, no tengo, pero no pasa nada, limpio un poco estas y ya está.
- Tienes los pies mojados; si te paras cogerás un constipado de miedo. Busquemos una solución. De momento ponte el chándal seco.
Mientras el joven  se cambiaba el ermitaño se fue al fondo de la cueva cogió unos calcetines de lana, unos zuecos todo de fabricación propia y un trapo al que pomposamente llamaba toalla y dijo:
- ¡Ale! Lávate los pies con agua caliente – siempre había una tinaja de barro llena de agua al lado de la hoguera – y sécalos con esta toalla, y ponte esto. Después bajas al río y lavas las deportivas.
- Gracias, Maestro, dijo el joven y se dispuso a ejecutar lo indicado por el ermitaño.
A la vuelta el ermitaño colocó las zapatillas apoyadas en la tinaja de cara a la hoguera, y las giraba  de vez en cuando para que se fueran secando de manera regular.
El ermitaño guardaba silencio mirando al fuego, y el discípulo lo miraba a él esperando a que iniciara su charla dominical. Viendo que el tiempo pasaba, intervino:
-  Maestro, hoy empezamos la proclamación del evangelio de Lucas, ¿no?
- Sí y no. Me explico: durante el tiempo de Navidad hemos leído en varias ocasiones textos de Lucas y también lo hemos hecho el domingo del Bautismo del Señor,  pero o bien se trataba del evangelio de la infancia o bien de textos elegidos “ad hoc”; hoy empezamos, y supongo que a esto te referías tú, la lectura sistemática del tercer evangelio.
- ¿Y quién es, Maestro, ese ilustre Teófilo a quien Lucas dedica su evangelio?
- Y no solo el evangelio que efectivamente empieza, como hemos visto: “puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, ilustre Teófilo …” sino también en su segundo libro, los Hechos de los Apóstoles, que empieza así: ”En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, …” (Hech., 1, 1 – 2).
- ¿Y quién era?, insistió el joven.
- No se sabe y hay varias opiniones:
* unos dicen que se trataba de un oficial del ejército romano, ya que el título “ilustre” era propio de estos personajes;
* otros dicen que se trataba de Teófilo Ben Ananías que fue Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalén desde el año 37 al 41 d. C. Teniendo en cuenta que Lucas escribió sus libros muy probablemente en las década de los setenta, dicho Teófilo, si vivía, tenía que ser muy mayor, y no consta ningún mérito que lo haga acreedor de semejante dedicatoria.
* hay quien diga que se trata del abogado que defendió a Pablo cuando fue juzgado en Roma, a petición propia;
* cabe destacar que la iglesia copta afirma que se trata de un judío de Alejandría.
Ahora bien, esta ilustre persona a quién Lucas dedica con tanto ahínco y  de manera tan explícita su obra no aparece en ninguna otra parte de sus escritos ni en los demás  autores neotestamentarios. ¿No habrá hecho este señor algo relevante cuya epopeya merezca ser narrada en otro lugar?
* La mayoría de los exegetas y yo, que no soy exegeta, con ellos, afirman que no se trata de un personaje real sino simbólico. Teófilo (de Θεός = Dios + Φίλος = amigo) significa: amigo de Dios, el que ama a Dios. Lucas es conocido como el evangelista de la Misericordia o de la Gracia, pero, como fiel discípulo de Pablo, el Apóstol de los gentiles,  es también el evangelista de la universalidad, por lo que no me parece descabellado pensar que dedica su obra evangelizadora no a un personaje concreto por muy importante que sea, a sino a todo hombre – y mujer hay que decir para ser políticamente correcto – venga de donde venga, sea de la raza que sea,  con la única salvedad que “ame a Dios”.
- Perdona, Maestro; he hecho una pregunta inoportuna y te he obligado a divagar; me gustaría que me dijeras algo sobre el evangelio de hoy: Jesús en la sinagoga de su pueblo, Nazaret.
- No pretendo corregirte, pero no estimo inoportuna tu pregunta, y sí, quizás haya divagado un poco sobre el “ilustre Teófilo.  Te voy a resumir de manera muy simple mi pensamiento sobre el texto que proclamamos este domingo. Resumo:
* Hace dos semanas, Jesús, ya adulto, es presentado al resto de Israel por el mismo Dios como el Hijo amado del Padre (Cf. Lc. 3, 22);
* el domingo pasado vimos como en Caná de Galilea, Jesús realizó su primer signo, “así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en Él” (Jn. 2, 11);
* Jesús se ha tirado a la piscina, ha iniciado su misión y la situación es ya irreversible. Y como buen líder presenta su proyecto, que es aparentemente muy sencillo:
      - 1 – evangelizar a los pobres;
      - 2 – proclamar a los cautivos la libertad;
      - 3 – dar a los ciegos la vista;
      - 4 – poner en libertad a los oprimidos;
      - 5 – proclamar el año de gracia del Señor.
Tendremos por delante todo un año para analizar qué significa cada uno de estos apartados y como los ha desarrollado.
Jesús no es un iluminado como tantos políticos populistas de todos los tiempos, ni surge por generación espontánea, ni ofrece un programa totalmente novedoso. Él es el cumplimiento de la esperanza, por eso asume enteramente el programa ya anunciado por Isaías (Is. 61, 1 ss),  y no está ahí por capricho sino porque así lo ha querido el Altísimo: “El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para...”


Un conocido político español, ya fallecido, dijo en cierta ocasión que las promesas electorales (léase puntos programáticos) están para “no cumplirlas”. Dicho político juró su cargo sobre la Constitución y ante el Crucifijo. No pretendo juzgar a dicho servidor público, pero sí decirle con la esperanza que me oiga allá donde está: “Escucha, amigo mío, te has equivocado al poner a Jesús como testigo, pues Él cumplió hasta la última tilde el programa anunciado”


miércoles, 13 de enero de 2016

UNA BODA EN CANÁ de GALILEA


Segundo Domingo del tiempo ordinario C

Evangelio según san Juan, 2, 1 - 11.

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
— Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes silo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.

Aquella mañana, muy pronto, el Maestro había  abierto la puerta de par en par – si puerta se puede llamar a una cuantas tablas clavadas a dos travesaños -  para que el aire limpiara un poco el ambiente, un tanto cargado y maloliente – todo hay que decirlo – por la humedad y el humo del fuego que ardía permanentemente. Hacía un viento frío que cortaba el aliento, por lo que entrando por la puerta y saliendo por el agujero que había en el rincón de la cueva, que hacía a la vez de respiradero y de chimenea, en seguida cambió todo el aire del habitáculo.
El Maestro, envuelto en su manta multiusos contemplaba el horizonte; era espectacular. Parecía que alguien se había divertido cubriendo el panorama con una sábana blanca. La naturaleza superaba en mucho a las originalidades del artista Christo Javacheff. Pero el ermitaño estaba preocupado, El sol aunque escondido detrás de plúmbeas nubes  ya había salido en el horizonte e iniciado su periplo diario. Miraba al valle esperando ver surgir, allá al fondo, la figura del discípulo. No le hubiera parecido mal que el joven, dada la tempestad de nieve, no acudiera aquella mañana a la cita con el Maestro, pero conociendo la tenacidad del muchacho dudaba de esta posibilidad; ¿Y si se hubiera perdido por el camino?
Entró en la cueva, colocó unos cuantos tarugos sobre las brasas y atizó el fuego. Llenó un cuenco de leche, que llevaba unos cuantos días guardando ya que en esta época del año sus cabras no estaban precisamente en el máximo de la producción, y lo puso cerca de la hoguera para que se fuera calentando, pero lo suficientemente alejado para que no llegara a hervir. Salió de nuevo cerrando tras sí la puerta, y se acercó hasta  la vereda desde donde  podía contemplar el valle; su corazón dio un vuelco al ver que a lo lejos alguien se acercaba con andares de cansado. Era el discípulo que, impertérrito, acudía a la cita dominical.
El Maestro lo esperó, aunque tardó más de diez minutos. Le apetecía darle un abrazo, pero se limitó a tenderle la mano.
- Buenos días, amigo mío, bienvenido a mi humilde mansión.
- Buenos días, Maestro; perdona que haya llegado tan tarde. He salido más temprano de casa, pero no pude correr; el camino está intransitable.
Al ermitaño le apetecía alabar el arrojo del discípulo, su tenacidad y la lealtad a sus compromisos, pero se limitó a decir mientras caminaban hacía la cueva:
- No te hagas el valiente, cuando el tiempo esté así de desapacible no vengas.
- Si tuvieras teléfono te hubiera avisado, pero no creo que podamos comunicarnos con señales de humo, dijo el joven con cierta sorna, y seguro que estarías esperándome con el corazón en un puño.
- Lo cierto es que ya empezaba a preocuparme.
Tomaron lentamente el tazón de leche caliente, callados, teniendo como música de fondo el crepitar del fuego.
Al terminar y con ánimo de empezar ya el tema del día, preguntó el discípulo:
- Maestro, estuviste alguna vez en Caná de Galilea?
- He visitado varias veces esa bonita población. Por supuesto que no queda nada del tiempo de Jesús, pero la arqueología nos enseña los lugares de culto de las primitivas comunidades cristianas; esto y la tradición nos certifican el lugar exacto del milagro que hoy analizamos.
- Háblame de él.
- Aunque con este domingo empezamos el tiempo ordinario, el evangelio  nos conecta con el tiempo de Navidad y muy especialmente con el bautismo del Señor. A lo largo de este tiempo hemos visto como el niño nacido en Belén no era uno más, aunque como tal apareciera en el censo del emperador Augusto. De ello dan fe los pastores, los magos de oriente, y el resto de Israel que a orillas del Jordán asiste al bautismo de Jesús. Ahora empieza su actividad y se manifiesta tal cual es: Hijo Predilecto del Padre. “Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él”.
- La Virgen María también tiene su protagonismo en esta historia.
- Lo tiene y mucho. Hay que afirmar que todo el evangelio es cristocéntrico, es decir, nos propone a Jesús como el centro de la Vida y de la Salvación, pero debemos reconocer que María aparece siempre en los momentos cruciales de la historia, siendo insustituible colaboradora de su hijo. Creo que el título de Corredentora que muchos le atribuyen puede llevar a confusión, porque el único Redentor y Mediador ante el Padre es Cristo, pero Ella, la Señora, fue, y sigue siendo, colaboradora necesaria. Con tu permiso, y sin profundizar mucho, voy a ofrecerte algunas pinceladas de la actuación de María en Caná y su trascendencia salvífica:
1ª - “No tienen vino”. María se adelanta a los acontecimientos, con la perspicacia, finura y delicadeza de mujer y de madre se da cuenta que la fiesta se puede aguar e interviene, evitando así lo que podía ser una humillación y un bochorno para los anfitriones que no llegaron a enterarse de lo que se les venía encima. Yo me pregunto con frecuencia. ¿De cuántos peligros y problemas habré sido librado por intercesión de la Virgen sin que me haya enterado?
2ª - “Todavía no ha llegado mi hora”. Esta es para mí la frase más enigmática y me provoca algunas preguntas a las que no encuentro  respuesta: “¿De verdad no estaba en los planes de Dios ese primer milagro? ¿Tiene María tanto poder de convicción - no de imposición – para trastocar los planes de Dios? Lo cierto es que lo consiguió y nos da una pista para indicarnos a quién acudir en los momentos difíciles.
3ª - “Haced lo que él os diga”. Esta frase ha sido muy estudiada en la mariología moderna. Yo destacaría tres elementos:
A - María tiene una cierta autoridad. No podemos echar en saco roto lo que ella nos pueda decir o inspirar. Precisamente porque los sirvientes le hicieron caso se realizó el milagro.
B – Las palabras de María trascienden ese pequeño lugar de Caná y van dirigidas a todos nosotros. Es el consejo de una madre que nos susurra al oído: “hijo, haz lo que Él te dice”.
C – Por último María asume, sin proponérselo, en los nuevos tiempos el papel de mediadora (entre Jesús y su Iglesia)  que en la antigüedad asumió Moisés entre Yavéh y el pueblo de Israel. Cuando en el Sinaí el Señor se disponía a entregar las tablas de la ley.. En el Éxodo, 19, 8, se dice: “Fue, pues, Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo  que el Señor le había mandado. Todo el pueblo, a una, respondió: “Haremos todo cuanto ha dicho el Señor”. Moisés comunicó la respuesta del pueblo al Señor”
Podemos decir que María, como en Caná de Galilea, va por delante indicando el camino que lleva a Jesús, detectando obstáculos e intercediendo para que sean removidos.
Así como Moisés asumió la protección de Israel e intercedió por él ante Yavéh, así María asume la protección  del nuevo pueblo rogando permanentemente por él.
Se hizo un largo silencio. Después el Maestro empezó y los dos rezaron:
Al terminar dijo el ermitaño:
- ¿Sabías que esta es una de las oraciones marianas más antiguas?
- ¿De verdad, Maestro?
- Pues sí, ya aparece en un papiro hallado en Egipto y datado por los expertos en la materia, hacia el año 250 d. C.. Y lo interesante es que el título “Madre de Dios” ya se le atribuía a la Virgen dos siglos antes de que fue proclamado como dogma en el concilio de Éfeso, en Junio del año 431.
- ¡Qué bello es poder rezar hoy con los mismos términos que lo hacían los primeros cristianos, a los que podemos llamar “nuestros padres en la fe! Me hace sentir en comunión con toda la Iglesia no solo presente, sino también pasada y, confío, futura.




jueves, 7 de enero de 2016

JESÚS ES DE TODOS Y PARA TODOS (los que escuchan su voz y la cumplen)


Fiesta del Bautismo del Señor C

Evangelio según san Lucas, 3, 15 - 16. 21 - 22.
En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
—Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
—Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.


El discípulo había hecho los últimos cien o doscientos metros de espacio, como si fuera preparando mentalmente las preguntas que iría a formular al Maestro.
Este, el Maestro, lo esperaba a la puerta de la cueva; lo saludó y le hizo entrar.
- Quítate el anorak y colócate cerca del fuego, no quiero que te enfríes. Seguro que has sudado por el camino mientras corrías y ahora venías a paso lento …
- Gracias, Maestro, por preocuparte, pero debo cuidarme solo.
- Claro que debes cuidarte solo y además sabes hacerlo, pero algo tengo que decirte, ¿no?
- Es que al salir de casa, oigo a mi madre darme cincuenta consejos desde su habitación, y al llegar aquí me encuentro con los tuyos;  a veces tengo la sensación de que me tratáis como un niño.
Al ermitaño le sorprendieron estas palabras. Pensó que no era el mejor día para su joven amigo, y añadió:
- Perdona. No te enojes; cuando hablo así; no pretendo imponer nada– pienso que tu madre tampoco – es tan solo una manera de hablar, porque algo hay que decir. Te das cuenta que las personas cuando se encuentran por la calle o en el ascensor siempre hablan del tiempo; es una manera de hablar sin decir nada. Pero te voy a decir algo que creía habías comprendido: siento un gran aprecio por ti, admiro tu tenacidad y fuerza de voluntad, tu fidelidad, el cumplimiento de los compromisos adquiridos. ¿Quién, si no, sería capaz de levantarse cada domingo a altas horas de la madrugada, y hacer más de cinco kilómetros de ida – otros tantos de vuelta – haga frío o calor, lluvia, nieve o granizo para compartir, al amanecer, un rato de oración con un viejo ermitaño. No, amigo mío, no te tengo por un niño, sino por un joven de gran valía, y, de nuevo, perdona si en alguna ocasión, quizás  por torpeza, manifieste otra cosa.
- Maestro, dijo el discípulo probablemente porque se sentía incómodo con las palabras del ermitaño y talvez culpable de aquella situación un tanto extraña, hoy celebramos el bautismo de Jesús en el río Jordán.
- Sí, y con él cerramos el ciclo navideño. Podemos decir que atrás queda toda la historia de la infancia de Jesús que hemos visto a la largo de estos días, y unos dieciocho años de anonimato, y adelante encontraremos tres trepidantes años de enseñanzas, de milagros, de palabras de amor y gestos de cariño, de sufrimiento, de muerte y de resurrección, de nueva vida y renovada esperanza.
- ¿Deberíamos renovar hoy nuestras promesas bautismales?
- Podemos, y hasta debemos, renovar cada día las promesas de nuestro bautismo, pero no hay ninguna razón para que se haga especialmente hoy, ya que existen muy pocas coincidencias entre el bautismo de Jesús y nuestro propio bautismo. Más allá del nombre “bautismo” y del elemento “agua” está que los dos indican el inicio de algo, pero aquí los caminos ya divergen mucho. El bautismo de Juan era un rito iniciático para aquellos que con él esperaban, con una conversión y austeridad de vida, la llegada inminente del Mesías. Jesús, al bautizarse da un nuevo sentido al rito de Juan: lo que Juan indica como futuro  próximo Jesús dice que ya es presente, es el presente que abre las puertas a un futuro interminable.
Para nosotros el bautismo es diferente; fundamentalmente Dios nos acoge y nos adopta como hijos, pero como no puede adoptar o asumir nuestro pasado  perdona, borra  nuestros pecados, es decir, pone nuestro cuentakilómetros a cero.  Además no somos hijos únicos, sino que al adoptarnos el Padre nos inserta en una gran familia a la que nosotros llamamos Iglesia. Resumiendo utilizando las palabras del catecismo: por el bautismo se nos perdona los pecados, nos hacemos hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
- Si, Maestro, ya veo que el bautismo de Jesús y el nuestro son esencialmente diferentes, pero ¿qué me dices de la voz del Padre?
- Me obligas a dar un rodeo muy complicado. Una premisa: Isaías dijo: “Aquel día, el resto de Israel y los supervivientes de la casa de Jacob no volverán a apoyarse en su agresor, sino que se apoyarán con lealtad en el Señor, en el Santo de Israel. Un resto volverá, un resto de Jacob al Dios fuerte. Porque aunque fuera tu pueblo, Israel, como la arena del mar, volverá solo un resto” (Is. 10, 20 – 22). De ahí nace el concepto del resto de Israel, es decir aquel núcleo, pequeño grupo de creyentes, que a través de los tiempos y de las adversidades permanecen fieles a la promesa y buscan el rostro de Yavéh. ¿Quiénes constituían ese resto de Israel en los tiempos que estudiamos? Pues, sin ninguna duda, ese pequeño grupo que convertidos y capitaneados por Juan el Bautista esperaban la llegada del Mesías.
Vamos a encuadrar el evangelio de hoy en su contexto histórico. Jesús nace en Belén de Judá y es anunciado a los pastores por un ángel, a los magos por una estrella, y al inicio de su vida pública es presentado en las orillas del río Jordán, al resto de Israel – es decir, al Israel fiel – por el mismísimo Padre que desde el cielo vocifera de manera que todos lo  puedan escuchar y entender “Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco”
Aquí podríamos hablar de la Trinidad, pues se contemplan las tres personas: El Padre que habla desde el cielo, Jesús, el Hijo que inicia su misión ante el resto de Israel, y el Espíritu Santo que en forma de paloma manifestó su presencia y su comunión. Pero me gustaría subrayar otro dato que me parece importante. Las obras de Jesús en su vida pública:   enseñanzas, milagros, etc. están avaladas por el Padre y son cumplimiento de su voluntad. Tres años más tarde, cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalén, en el alto del Monte Tabor vuelve a repetirse la misma teofanía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo” (Lc. 9, 35). Todo lo que estaba por acontecer en la ciudad eterna: sufrimiento, injusticias, torturas muerte y también, por supuesto, resurrección, están avaladas por el Padre y son cumplimiento de su voluntad; “Padre, si quieres, aparte de mi este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22, 42).
Después de un largo silencio, dijo el discípulo como hablando consigo mismo:

- Solo cumpliendo la voluntad de Dios podemos aportar nuestro granito de arena a la salvación del mundo.


MALA CONCIENCIA


Solemnidad de la Epifanía del Señor

Evangelio según san Mateo, 2, 1 – 12.
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
— ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
— En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judea,
no eres ni mucho menos la última
de las ciudades de Judea,
pues de ti saldrá un jefe
que será el pastor de mi pueblo Israel.”
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
— Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, a vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.


-
Maestro, hoy se celebra la Navidad, dijo el discípulo al llegar aquella mañana.

De momento el ermitaño lo quedó mirando. Se le veía especialmente alegre; una enorme sonrisa – de oreja a oreja – iluminaba su cara. El Maestro pensó que a su joven amigo, con ocasión de la fiesta de los Reyes Magos, le habían hecho algún regalo que lo hacía así feliz, pero no quiso indagar para no entrar en discusiones inútiles y, además, todo hay que decirlo, no había preparado nada para el joven, más allá del tazón de leche caliente que solía ofrecerle en los días fríos de invierno, cuando la tenía, pero esto no podía computarse como regalo.
-  Hoy se celebra la Navidad, dijo el discípulo, pensando que el Maestro o bien no lo había escuchado o bien no había entendido la broma que le estaba gastando.
- Creo saber por dónde vas, pero estás ligera y doblemente equivocado …
- ¿Por qué, Maestro?
- Empecemos por el principio. Te refieres, según creo, a las iglesias ortodoxas …
- Efectivamente.
- Pues bien, ellos celebran la Navidad, no hoy sin mañana, día 7 de Enero; este es el primer ligero error, al cual hay que añadir un segundo: mañana, en sus calendarios, aparecerá: 25 de Diciembre: Festividad del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
- Y eso, ¿por qué?
- Bueno es un tema muy complicado para explicártelo aquí, pero tú sabrás encontrarlo en otro lugar. De todas maneras intentaré darte un resumen. En la antigüedad había muchos calendarios, cada nación, cada ciudad, cada rey o imperador tenía el suyo propio, por lo que era imposible entenderse. En el año 46 a. C. el imperador Julio Cesar implantó un nuevo calendario para todo el imperio, que llevaba su nombre “Julios” y más tarde “Juliano”. Este calendario con algunas reformas permaneció a lo largo de dieciséis siglos;

Era, indudablemente, un calendario muy acertado, teniendo en cuenta los medios científicos de entonces, pero no perfecto,  Se iba arrastrando unos cuantos minutos diarios; para que puedas hacer las cuentas: la vuelta completa de la tierra alrededor del sol no es de 365 días, sino de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos, y los ajustes del calendario juliano no eran exactos, por lo que al final del siglo XVI el desfase era ya de 10 días. En 1582 El Papa Gregorio XIII, promulgó un nuevo calendario que, mira por dónde, tan humilde el señor como el imperador romano, lleva su nombre: “calendario gregoriano”, en el que se han hecho los siguientes ajustes:
* dar un salto de diez días;
* reorganizar los años bisiestos de manera a absorber los picos o sobrantes
Una anécdota curiosa: Santa Teresa de Jesús, a quién tú tanto admiras, murió en Alba de Tormes, el jueves 4 de Octubre de 1582, último día del calendario juliano y fue enterrada el día siguiente, viernes, pero 15 de Octubre del mismo año, primer día del calendario gregoriano.
Pero volvamos a nuestro tema. Como este calendario proveía de un papa las iglesias ortodoxas y sus países correspondientes no lo aceptaron y siguieron rigiéndose por el juliano. Con el tiempo, y ya en el siglo XX, las naciones por lógica y por las relaciones internacionales fueron adoptando el nuevo calendario, quedando solo las iglesias con el juliano para marcar sus festividades. Termino repitiendo: mañana en el calendario de la mayoría de iglesias ortodoxas rezará: 25 de Diciembre, Solemnidad del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
- Siento haberte hecho divagar tanto con mi broma, pero háblame de la Epifanía y del Evangelio correspondiente.
De nuevo el ermitaño sintió la tentación de preguntarle por los regalos, pero comprendió que no venía al caso y sería divagar mucho más, por lo que continuó:
- La Epifanía, popularmente conocida como Reyes Magos, es una fiesta muy conocida, por eso hay muy poco que añadir, de todas maneras voy a proponer tres puntos.
  - “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc. 2, 14). Aquí está el meollo del mensaje mesiánico. Se habla mucho que Jesús vino para los pobres, para salvar a los pobres, y es cierto. Nació pobre, entre los pobres y en una familia pobre. Los primeros a conocer la noticia fueron unos pastores que no debían andar muy sobrados de bienes y de cultura tendrían justo lo que la naturaleza y su alrededor les había transmitido, es decir, muy poco.  Pero también recibieron la noticia unos magos que tienen  medios suficientes para peregrinar desde sus tierras de origen hasta Jerusalén y después a Belén y ofrecer al Niño oro, incienso y mirra, que no eran precisamente baratijas. Cuanto a la cultura tenían la suficiente como para conocer todo el cosmos, y reconocer cuando algo nuevo surgía en el universo. ¿Cuál es el denominador común entre estos dos grupos: pastores pobres y de escasa cultura y los magos ricos y sabios?; pues en que unos y otros eran “hombres de buena voluntad”.
Otro detalle más: Dios se hace entender, se comunica a cada hombre en su propio lenguaje: a los pastores con teofanías, luz, ángeles, música celestial; no hubieran entendido  otra cosa; a los magos, que analizaban cada día el firmamento, con una estrella nueva.
2º - Dos apuntes sobre el Evangelio. “Al enterar el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él”. ¿Por qué se sobresaltó Herodes? ¿Acaso podría hacer sombra a un poderoso y ya anciano rey, casi septuagenario, un recién nacido, oriundo de una aldea desconocida y sin estirpe glamurosa? Si algo significara este niño sería para algún sucesor suyo; para él, no. De hecho murió unos dos años más tarde. Pero Herodes tenía muchos cadáveres en el armario, era un político absolutamente corrupto, y cualquier movimiento a su alrededor le ponía los pelos de punta; por eso el nacimiento de un niño que alguien, aunque forastero y desconocido, presagiaba que iba a ser rey, le hizo reaccionar con la máxima crueldad imaginable.  ¡Tenía una muy mala conciencia!
- “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría”. Habían fallado; abandonaron el sendero y llamaron a la puerta equivocada. Fue un grave error, con nefastas consecuencias: la matanza de los inocentes, pero se arrepintieron y de nuevo buscaron el camino, y como dice el Salmo 51 (50), “un corazón contrito y humillado, tú, oh Dios, tú no lo desprecias” (v. 19), por eso al ver de nuevo la estrella se dieron cuenta que Dios no los había abandonado, y su alegría fue inmensa.
Para terminar resumiré diciendo que el malvado se pudre en sus propias maldades, y que la alegría del hijo pródigo, cuando vuelve a casa y se siente acogido por el padre, a pesar del mal hecho, la alegría es inmensurable.
- Gracias, Maestro, y Feliz Año que no te lo había dicho todavía.
- Que Dios, fuente y origen de toda bendición, te conceda su gracia, derrame sobre ti y sobre todos tus seres queridos la abundancia de sus bendiciones y te proteja durante todo este año que estamos comenzando.
- Amén, dijo religiosamente el discípulo.