Aquella
mañana de domingo llegó el discípulo adonde estaba el Maestro le saludó y le
preguntó:
- ¿Maestro repetimos hoy el evangelio del Jueves Santo?
- Pues sí y no.
- ¿Sí y no?
- Me explico: el texto que la liturgia proclama hoy
está dentro de la Gran – y maravillosa -
Catequesis que el evangelista Juan sitúa el Jueves Santo en el
Cenáculo (capítulos 13, 14, 15, 16 y 17); es más, hace parte del mismo
capítulo 13 que se lee el Jueves Santo, pero que termina en el versículo 15,
mientras que hoy empezamos con el versículo 31.
Ahora bien es cierto que el mandamiento del amor
subyace en toda la liturgia del Jueves Santo; aparece, por ejemplo, en el
versículo antes del evangelio y como la Conferencia Episcopal Española – y
muchas otras conferencias episcopales – decidió celebrar ese día la Jornada
del Amor Fraterno, estas palabras de Jesús impregnan toda la celebración:
homilías, cantos, etc. ¿Está claro porque te he dicho que “sí y no”?
Pero vamos a ceñirnos al texto de hoy. Hace dos
domingos – tercero de pascua – vimos como Jesús confiaba su rebaño a Pedro
para que lo apacentara. El Papa Francisco utiliza otro término: custodiar, y
creo que con mucho acierto, ya que el vocablo griego que utiliza el
evangelista Juan, βόσκω, significa: “cuidar de”, “alimentar”. Para que tengas
claro lo que te digo te leo un texto del papa: “el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese
servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el
servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los
brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura
a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más
pequeños”. (Homilía de inicio de Pontificado, 19 de Marzo de 2013).
El domingo pasado – cuarto de pascua – nos indicaba
la relación personal entre el Buen Pastor y su rebaño y, por ende, entre los
pastores de la iglesia y el pueblo a ellos confiado, Te acordarás que yo
hablaba de simbiosis. “mis ovejas
escuchan mi voz, yo las conozco, ellas me siguen, yo les
doy la vida eterna” (Jn.
10, 27 – 28).
Hoy Jesús ya no habla de
pastores y de rebaño, habla al Pueblo de Dios en su conjunto.
Si me permites abro aquí un pequeño paréntesis.
Dice el evangelista: “cuando Judas
salió del cenáculo dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es
glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará
en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con
vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os
he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos
que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»
Puede ser que Juan se limite a describir los
hechos tal como sucedieron, pero yo, que no soy ni teólogo ni exegeta, creo
que Juan no da punto sin hilo, y que aquí hay un mensaje subliminal. Cuando
Judas se marchó se quedaron en el cenáculo los discípulos de verdad, humanos,
débiles, pecadores, pero entregados, sin requiebros, sin segundas intenciones
o ánimo de sacar provecho, y es precisamente a estos que les revela lo más
genuino de su doctrina: “amaos”. Está convencido que solo ellos lo pueden
comprender. Cuando alguien se acerca a Jesús con el corazón dividido, con
segundas y escondidas intenciones, nunca entenderá el Mandamiento del Amor.
Debemos diferenciar en
español el “vivir en caridad” y “hacer caridad”. Vaya por delante que no
pretendo criticar el que se haga caridad, que se den limosnas, mucho o poco,
lo que buenamente se quiera o pueda, como la pobre viuda (Cfr. Lc. 21, 1 –
4). Siempre, pero muy especialmente en momentos y lugares de crisis,
bienvenidas sean las limosnas, pero el Amor al que se refiere Jesús es mucho
más amplio; es lo que los italianos llaman un “atteggiamento” ante la vida.
En español podríamos decir que es una actitud o postura, una forma de ser, de
sentir y de actuar. Me atrevo a decir – y que me perdonen los científicos -
que ese Amor del que nos habla Jesús debe estar en el centro de nuestro
propio genoma.
- ¿Maestro, pretendes decir
que en este mandamiento están excluidos los pastores?
- No. No están excluidos,
pero están colocados a la misma altura, en el mismo escalón que el resto del
Pueblo de Dios. Cada creyente, cada bautizado, por su ADN, debe vivir el
Mandamiento Nuevo, sin esperar el ejemplo, instrucciones o iniciativas de sus
pastores – jerarquía – porque no siempre están a la altura; algunas veces
porque no pueden, otras porque no saben y muchas otras porque no quieren.
El discípulo quedó mirando
al Maestro, mientras éste, con la cabeza inclinada miraba al suelo. Después
de un lar silencio los dos cantaron:
Cuando el
pobre nada tiene y aún reparte,
cuando
alguien pasa sed y agua nos da,
cuando el
débil a su hermano fortalece.
va Dios
mismo en nuestro mismo caminar.
Cuando
alguien sufre y logra la esperanza,
cuando
espera y no se cansa de esperar,
cuando
amamos, aunque el odio nos rodee:
va Dios
mismo en nuestro mismo caminar.
Cuando
crece la alegría y nos inunda,
cuando
dicen nuestros labios la verdad,
cuando
amamos el sentir de los sencillos:
va Dios
mismo en nuestro mismo caminar.
Cuando
abunda el bien y todos lo comparten,
cuando
alguien donde hay guerra pone paz,
cuando
"hermano" le llamamos al extraño:
va Dios
mismo en nuestro mismo caminar.
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lunes, 18 de abril de 2016
VIVIR LA CARIDAD, HACER CARIDAD
Quinto Domingo de Pascua C
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