martes, 26 de abril de 2016

MI PAZ OS DOY

Sexto Domingo de Pascua C


Evangelio según san Juan 14, 23-29.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado.” Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.

- La paz del Señor esté contigo, Maestro, dijo, como saludo, el discípulo al llegar.
- Y con tu espíritu, respondió el ermitaño. Veo que vienes “muy litúrgico” esta mañana. Es cierto, continuó diciendo, que el evangelio de hoy, previo ya a la Ascensión, es una auténtica despedida en la que Jesús usa, como era y sigue siendo tradición entre el pueblo judío, el saludo: SHALOM, pero que en los labios de Jesús adquiere una muy especial trascendencia.
- Maestro, ¿por qué no se ha puesto hoy la Jornada Mundial por la Paz en vez del día 1 de Enero?
- Sí, podría haber sido hoy o cualquier otro domingo que se nos hable de paz, pero como escribí en mi reflexión del día 1 de Enero – ese día tú no estabas – cuando el papa Pablo VI el 8 de Diciembre de 1967 estableció esa Jornada, celebrándose por primera vez el 1 de Enero del año siguiente, pidió la adhesión de todos los hombres de buena voluntad y amigos de la paz, más allá de su credo religioso y político, por lo que no había que conectarlo a la liturgia católica y pensó que si toda la humanidad, empezase el año – la mayoría de las culturas tienen directamente o indirectamente el día 1 de Enero como inicio de año – bajo el signo de la Paz sería un gran logro, cosa que no sucedió.
Pero vamos al evangelio de hoy. Estamos en el gran discurso de despedida, y Jesús tiene que alentar a sus discípulos, siempre un tanto pusilánimes, y les promete el Espíritu Paráclito que animará su vida y su ministerio, cosa que ellos no comprendieron hasta que sucedió, y un  poco de refilón les dice: “la paz os dejo, mi paz os doy”. Soy consciente que los sabios y entendidos no estarán de acuerdo conmigo, pero yo veo aquí dos mensajes muy diferentes pero complementarios.
1º - La paz os dejo (como misión). El cristiano debe ser un hombre de paz, constructor no solo de paz, sino también de los cimientos que la sustentan, como son la justicia, el respeto a la vida y a la persona, etc. La Iglesia Universal, las iglesias particulares y las comunidades de mayor o menor envergadura tienen el derecho y el deber de pronunciarse y de actuar en este sentido, aunque no guste a los poderosos del mundo. ¡Qué bella es la oración de San Francisco que aquí hemos recitado en alguna ocasión:
“Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo la fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Oh Maestro, que yo no busque tanto
ser consolado como consolar,
ser comprendido como comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se recibe,
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.
2º - Mi paz os doy. Esta paz es un regalo del Señor y es una paz interior que trasciende cualquier situación y desidia humana. Es esa paz interior capaz de superar cualquier adversidad y cualquier obstáculo por muy grande que este sea.
* es la paz que han sentido tantos y tantos mártires a través de los siglos al sufrir los más atroces y humillantes tormentos;
* es la paz que sienten hoy en muchas partes del mundo miles de cristianos perseguidos, humillados y asesinados a causa de su fe;
* es la paz que alienta a muchos cristianos que se ven señalados,  ridiculizados y hasta marginados en los países que se definen “libres y progresistas”;
* es la paz que nos ayuda a navegar en calma en medio de un mundo tormentoso. Esa paz no significa ausencia de guerras o de problemas sino la valentía de enfrentarlos. Es la paz de la que nos habla Pablo: “y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4, 7); es, en definitiva esta paz que hace que no tengamos miedo ni a las tormentas ni al futuro, aunque muchos nubarrones cubran el firmamento.
Quisiera terminar, amigo mío, con una historia. Tras la segunda guerra mundial, se publicó un libro titulado “Las últimas cartas de Stalingrado” (Letzte Briefe aus Stalingrad). Eran cartas de soldados alemanes cercados en la bolsa de Estalingrado, despachadas en el último envío antes del ataque final del ejército ruso en el que todos perecieron. En una de estas cartas, reencontradas acabada la guerra, un joven soldado escribía a una persona conocida (¿su novia?) lo siguiente: “si alguna vez echo una mirada a mi vida, me doy cuenta de que puedo mirar atrás con profunda gratitud. Ha sido bella, maravillosamente bella. …  Debes decir a mis padres que no deben estar tristes, que deben conservar mi recuerdo con el corazón alegre. Y nada de resplandores de gloria, pues yo nunca he sido un ángel. Por lo demás, tampoco voy a presentarme nunca como tal ante el Señor mi Dios; podré hacerlo en calidad de soldado con un alma de caballero, libre y orgullosa como un señor. No temo la muerte en absoluto; la fe me confiere esta hermosa seguridad. Al darme cuenta de ello, experimento también un profundo sentimiento de gratitud” (Las últimas  cartas de Stalingrado, Ediciones Península, S.A.,  Barcelona 2007. Carta nº 14, página 19).
Nota – Algunos críticos afirman que estas cartas no son auténticas, sino una creación literaria. Yo no lo sé, no soy crítico, pero como dicen los italianos: “se non è vero è bene trovato”


No hay comentarios:

Publicar un comentario