lunes, 15 de mayo de 2017

Mis Mandamientos.


Sexto Domingo de Pascua  A

Lectura del santo evangelio según san Juan, 14, 15 – 21.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

  Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los    guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.





Madrugada fresca o mejor fría por aquellos andurriales, pero se presagiaba un precioso día de una ya avanzada primavera. Cuando el ermitaño salió de su habitáculo encontró al joven discípulo esperándole sentado en su lugar de costumbre.

- Buenos días, amigo mío, dijo, eres más sigiloso que una serpiente; llegas sin que me percate. ¿Llevas mucho tiempo esperando? ¿Por qué no me avisas?

- Acabo de llegar, Maestro, y ¿para qué llamar o molestarte cuando sabía que saldrías en seguida? Pero siéntate, y háblame del evangelio de este domingo, dónde, según parece, el Señor les promete a sus apóstoles y por extensión a todos nosotros, el Espíritu Santo Paráclito.

- Efectivamente es la promesa de un próximo pentecostés. Estas palabras según el evangelista Juan hacen parte de lo dicho y acontecido en el Cenáculo de Jerusalén la tarde/noche del Jueves Santo, (ver Juan, cap. 13 - 17), pero, por su contenido, bien podían ser dichas después de la resurrección; lo cierto es que la liturgia las coloca en este domingo ya cercano a la Ascensión y a Pentecostés y resultan muy bien enmarcadas.

Como creo que tendremos oportunidad de reflexionar sobre Pentecostés y la presencia del Espíritu Defensor en la Iglesia y en cada uno de nosotros, hoy me pararé en la introducción: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos". Entiendo que se trata de un condicional que vertebra todo lo que viene después:

* Si me amáis, guardaréis mis mandamientos;

* Si me amáis, el Padre os enviará otros defensor que estará siempre con vosotros;

* Si me amáis, conoceréis al Espíritu de la verdad que vive con vosotros y está con vosotros;

* Si me amáis, no quedaréis huérfanos, volveré (que es sinónimo de: Él, que es lo mismo que yo y que el Padre, vendrá);

* Si me amáis, me veréis más allá de la muerte, porque yo seguiré vivo;

* Si me amáis, en definitiva estáis amando también al Padre y seréis amados por Él y yo me manifestaré al mundo a través de vuestra fe y de vuestra caridad.

- Maestro, entonces Jesús no se manifiesta a los que no le aman?

- Sinceramente creo que la iniciativa de Dios es universal, pero sucede que los que no le aman no le conocen, y los que no le conocen no perciben ni detectan su presencia, por eso dice Jesús "el mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce" y yo añadiría: "no puede recibirlo, no porque no esté, sino porque las trancas de su corazón impiden la entrada".

- Maestro, ¿cuándo Jesús habla de "mis mandamientos" se refiere al decálogo o al mandamiento nuevo del Jueves Santo?

- Indudablemente se refiere al mandamiento nuevo: "que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros" (Jn, 13 34), pero este mandamiento de Jesús no excluye al decálogo, sino que lo engloba, lo resume, lo trasciende y lo eleva a una nueva dimensión.

- Maestro, sinceramente tengo dudas: no sé exactamente qué significa "amar a Dios" y me hace sufrir porque me pregunto: "¿amo yo de verdad a Dios?.

- Empezaré contestado a tu pregunta: por cuánto te conozco y veo tus acciones afirmo que tu amas a Dios sinceramente ...

- Gracias, Maestro, pero dudo que me conozcas tan profundamente cuando dices eso ...

- Seguimos, interrumpió el ermitaño sin entrar en más comentarios de índole personal: los psicólogos probablemente te darán una buena definición de amor, sus categorías, subcategorías, condicionantes, agravantes y atenuantes y ¿qué sé yo? muchas cosas, acertadas unas y desacertadas otras, pero yo, de mi cosecha y hablando estrictamente del amor a Dios, citaré dos categorías: amor emocional y amor racional.

* El amor emocional es un amor/pasión, totalmente confiado, totalmente entregado, siempre agradecido, sin condiciones ni cláusulas. Es el amor que nos describen los místicos hablando de sus experiencias, es el amor que quizás hayamos sentido nosotros en alguna circunstancia como un flash y que quisiéramos sentir de manera permanente.

* El amor racional o amor ascético es el que vivimos la mayoría de los creyentes durante toda la vida. Conocemos y creemos la Palabra de Dios. Intentamos hacer de ella el programa de nuestras vidas; conformamos nuestros pasos al ritmo de su marcha; nos esforzamos para que nuestra vida esté en sintonía con el amor que Él nos tiene, pero emocionalmente sentimos el frío de la estepa: es el desierto; pero seguimos escuchando, creyendo, esforzándonos, luchando ...

- Amando ...

- Exacto, amando. Amando quizás sin el vigor y la originalidad del joven, pero sí con la serenidad y la madurez del anciano que, talvez no se pregunte porqué, pero ya no sabría vivir de manera diferente y sin la presencia de la persona amada. En este momento me viene a la mente las palabras del poeta: "caminante, no hay camino, se hace camino al andar". Quizás sea ese nuestro destino: abrir caminos, confiados en las promesas, porque las conocemos, con la conciencia del deber cumplido, pero sin que nos arda el corazón ...

- ¿Se podría aplicar aquí las palabras de Jesús que nos narra el evangelista Mateo (6,33): "Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia y lo demás lo recibiréis por añadidura"?

- El sentido es ese y parafraseando un poco se puede afirmar "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas (Mc. 12, 30) y todo lo demás, Espíritu Santo incluido, se te dará por añadidura, por pura gracia y gratuidad de Dios.

Después del acostumbrado silencio de meditación, intervino el joven:

- Maestro, a noche mi dé un largo paseo por internet y escuché varios cantos y elegí a dos que, aunque de manera tangencial, pueden completar nuestra oración de esta mañana.

Si te parece cantamos el primero porque lo conocemos y después escuchamos el segundo en mi Smartphone. Este, el segundo, es un canto piadoso, sin muchas profundidades, pero muy pegadizo.

1º - Amar es entregarse

Amar es entregarse
olvidándose de sí,
buscando lo que al otro,
pueda hacerle feliz (2).
Qué lindo es vivir para amar,
qué grande es tener para dar,
dar alegría y felicidad,
darse uno mismo eso es amar (2).
Si amas como a ti mismo,
y te entregas a los demás,
verás que no hay egoísmo
que no puedas superar (2).
Qué lindo es vivir para amar,
qué grande es tener para dar,
dar alegría y felicidad,
darse uno mismo eso es amar (2).
Amar es entregarse
olvidándose de sí,
buscando lo que al otro,
pueda hacerle feliz (2).
Qué lindo es vivir para amar,
qué grande es tener para dar,
dar alegría y felicidad,
darse uno mismo eso es amar (2).


2º - Haz morada en mí, Señor,          
Te abro la puerta   
de mi corazón,
te doy mi maldad             
te entrego mi dolor.(bis)
Haz morada en mí, Señor,          
haz morada en mí, Señor,          
haz morada en mí, Señor.  
Quédate. (bis)  
Mi debilidad        
a ti te la doy       
y mi voluntad        
te entrego, Señor.(bis)
Haz morada en mí, Señor,            
haz morada en mí, Señor,         
haz morada en mí, Señor. 
Quédate.(bis)
Texto.
Te abro mi corazón, Señor,
mi corazón herido, sufriente
y lleno de pecado.
Entra en mi corazón
y haz de él tu habitación
y no te vayas jamás de mi corazón.
Señor.
Mora en mí, Señor.
Quiero que te quedes     
en mi corazón        
y nunca me dejes
fuera de tu amor (bis)
Haz morada en mí, Señor,
haz morada en mí, Señor,
haz morada en mí, Señor.
Quédate. (bis)




No hay comentarios:

Publicar un comentario