jueves, 1 de junio de 2017

Os envío, recibid el Espíritu.

Solemnidad de Pentecostés – A


Evangelio según san Juan, 20, 19 – 23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-  Paz a vosotros.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

 - Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.



El ermitaño había pasado prácticamente toda la noche en vela; se sentía cansado. Salió de su gruta, se asomó al borde del camino y miró a lo lejos; vio un bulto que se movía empezando a subir la cuesta, y aunque no distinguía quién era, por la poca luz de las estrellas y por lo mermada que tenía su vista, supo no obstante que era el discípulo que se acercaba. No corría como era su costumbre sino que caminaba con síntomas de cansancio. Comprendió en seguida lo que pasaba, pero no diría nada.

- Buenos días, Maestro, dijo al llegar, y feliz fiesta de Pentecostés.

- Buenos días, amigo mío, y que el Espíritu Santo te ilumine.

- Amén, contestó y quedó callado.

El anciano comprendió la situación y, aunque con pena por ver al joven tan cansado, inició su reflexión.

- Estamos celebrando la solemnidad de Pentecostés. Pentecostés, como también la Pascua eran fiestas judías que, por acontecimientos sobrevenidos, celebramos también los cristianos. A lo largo de los tiempos se ha intentado buscar un paralelismo de estas fiestas en las dos religiones, pero el resultado es más fruto de la buena voluntad que de una realidad histórica.

- ¿Qué celebraban los judíos en Pentecostés? preguntó el joven, no tanto por interés, cuanto para demostrar que estaba despierto.

- Esta fiesta judía actualizaba litúrgicamente dos cosas distintas: se la llamada "Fiesta de la Siega" porque se ofrecían a Dios las primeras gavillas de la nueva cosecha y se le daban gracias por los frutos de la tierra, y también "Fiesta de las Semanas", porque se celebraba siete semanas después de Pascua, de ahí el nombre de "Pentecostés": quincuagésimo día. Luego se la espiritualizó y se celebraba en ella la estipulación y promulgación de la Alianza del Sinaí entre Dios (Soberano) y su pueblo (vasallo) a través de la cual Dios se comprometía a defender y proteger a su pueblo y este se comprometía a no reconocer otro Dios ni Señor fuera de Yahvé que le sacó de Egipto, liberándolo de la esclavitud.

- Maestro, intervino el discípulo haciendo un gran esfuerzo para aparentar normalidad, el evangelio que se proclama en la misa del día de hoy fue ya leído hace unos cuantos domingos, creo recordar.

- Efectivamente se proclamó el segundo domingo de Pascua, pero entonces fue más completo pues se leyó también la ausencia de Tomás, sus dudas, la segunda visita del Resucitado y la profesión de fe de este apóstol. En aquel día se pretendía afirmar una vez más el hecho histórico de la resurrección, y así lo tratamos nosotros aquí, pero hoy, al quedarnos solo en la primera parte, subrayamos el don del Espíritu que nos ofrece Jesús y el envío a la evangelización. Voy a ser muy escueto, porque te veo muy cansado...

- Es que... intentó justificarse el joven discípulo...

- ¡Tranquilo, ya hablaremos de ello!, dijo el Maestro; el Espíritu no es algo de tu propiedad, una joya que exhibir en algún momento y guardar bajo siete llaves después, ¡no!. El Espíritu es un don que se hace a ti para  que lo goces, y al mismo tiempo lo comuniques a los demás. Se me ocurre una comparación que probablemente no sea demasiado ortodoxa. Comparo el Espíritu Santo al bastón que utilizaba Moisés que a él le servía para apoyarse y caminar por el desierto, pero de él se servía para proteger a su pueblo; con su bastón, y obedeciendo a las órdenes de Yahvé,  provocó las plagas en Egipto; con su bastón, y obedeciendo a las órdenes de Yahvé, dividió en dos el mar Rojo, haciendo que el pueblo de Israel lo cruzara de orilla a orilla a pie enjuto; con su bastón, y obedeciendo a Yavhvé, golpeó la roca del Horeb haciendo brotar agua abundante para el pueblo y su ganado. Fue el día conocido como de Masá y Meribá en el desierto, por las dudas y protestas que esto supuso tanto para Moisés como para el pueblo.

Pero volvamos al Espíritu Santo. Espíritu y envío van íntimamente unidos: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo"." Insisto, es ante todo un don personal; con Él recibes sus dones: sabiduría, inteligencia,  consejo,  fortaleza, ciencia,  piedad y temor de Dios que te animan y fortalecen, pero con Él recibes también la misión: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo".

Miró de reojo al joven y viole prácticamente dormido.

- ¿Qué sucede, amigo mío, no has dormido esta noche? preguntó barruntando la respuesta.

- La verdad es que no he dormido nada y estoy molido. Nos juntamos unos cuantos jóvenes de toda la comarca en la arciprestal para hacer la vigilia de Pentecostés. Cuando terminó me fui a mi pueblo; en mi casa cogí la mochila y me vine aquí.

Por la cabeza del anciano eremita pasaron tantas cosas, pero solo pudo balbucear una frase:

- ¡Gracias y que Dios te bendiga!

Después de unos instantes, y ya un poco más entonados los dos recitaron la secuencia de Pentecostés:


Al terminar el joven sacó su Smartphone y dijo:

- Maestro escucha este canto que es muy sencillo y pegadizo. Empezaron la escucha y en seguida lo estaban cantando los dos.


jueves, 25 de mayo de 2017

Id , haced discípulos.

Solemnidad de la Ascensión del Señor.  A.

Evangelio según san Mateo, 28, 16 - 20.


Acercándose a ellos, Jesús les dijo:

- Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.



- Amigo mío, llevamos casi tres años reuniéndonos cada mañana de domingo y compartiendo nuestras reflexiones sobre el evangelio correspondiente. Esta es la tercera vez que nos encontramos en la solemnidad de la Ascensión del Señor, y como sé, pues alguna vez me lo dijiste, que reescribes lo que aquí comentamos voy intentar no repetir lo que explicamos en años anteriores, aunque sugiero que lo repases de nuevo pues encontrarás cosas interesantes.

- Ya lo hice, Maestro. He leído las notas que tomé los últimos dos años, y estoy preparado para lo que quieras añadir hoy, pero antes de empezar quisiera formularte dos preguntas.

- ¡Vamos a la primera!

- ¿La Ascensión se celebra siempre en este domingo? Lo pregunto porque mis padres dicen que antes se celebraba un jueves.

-  Siempre se ha celebrado un jueves y ése es su día natural, pues, según la tradición, Jesús subió a los cielos a los cuarenta días de su resurrección y, desde el punto de vista de las matemáticas  los cuarenta días, contando a partir del domingo de Pascua, se cumplieron el pasado jueves; de hecho en muchos países de Europa, África y América, esta solemnidad sigue celebrándose como día festivo en jueves, y en otros, como España, se traslada al domingo siguiente, es decir, hoy.

- ¿Por qué?

- Es algo difícil de explicar. El gobierno de acuerdo con los sindicatos determinaron un número de días festivos (no laborables) anuales y de días laborables, y como aumentaron sensiblemente los festivos civiles, hubo que reducir los religiosos, y del calendario cayeron fiestas como la Ascensión, el Corpus Christi y otras. De todas maneras y para decir toda la verdad hay que reconocer que se han respetado otras muchas como Santa María Madre de Dios (quizás más por su vertiente civil = año nuevo), la Epifanía, Viernes Santo, la Asunción de Nuestra Señora, la festividad de Todos los Santos, la Inmaculada Concepción y la Navidad. Además algunas autonomías añaden a sus calendarios laborales otras fiestas religiosas, pero no me voy a detener más. ¿Era esta la segunda pregunta o tienes otra más.

- Tengo otra, pero no sé si hacértela ...

-¿Por qué?

- Porque lo mismo dedicas tres o cuatro horas para explicarme, y darán nueve, las diez y las once y estaré aquí escuchando tu exposición.

El ermitaño se echó a reír y dijo:

- ¿Estás diciendo que me enrollo como una persiana? Es probable que tengas razón y que no sepa sintetizar pero, de todas maneras, pregunta.

- En la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, parece que la Ascensión se dio en Jerusalén, y Mateo la sitúa en Galilea, ¿se puede precisar con cierta seguridad el lugar de la Ascensión?
- No, no se puede precisar, por las razones que citas. La tradición más antigua la sitúa en Jerusalén y allí hay una pequeña, pero hermosa capilla, hoy en manos de musulmanes y a quienes hay que pagar para visitar, que recuerda y dónde se celebra este acontecimiento. Mateo, como buen galileo lo sitúa en su tierra, pensando quizás en el mismo monte de la transfiguración (¿el Tabor?), dado el paralelismo existente entre los dos acontecimientos. Es cierto que algunas apariciones del Resucitado se dieron en Galilea, a orillas de Lago de Tiberíades, pero en Pentecostés estaban todos en el   cenáculo de Jerusalén, y no creo que los apóstoles estuvieran subiendo y bajando continuamente de Jerusalén a Galilea y viceversa,... y tienes razón, ¡me enrollo demasiado!

¡Pero vamos al tema de hoy! Quiero recordar que en años anteriores he insistido en la idea de que la Ascensión marca el traspaso de poderes: el Señor se va y deja en nuestras manos la tarea de continuar su misión y los deberes están muy bien indicados en la segunda parte del texto de hoy: "Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado". Si me permites. iré por partes e intentaré ser escueto:

"Id y haced discípulos": hay muy pocos imperativos en el evangelio y estos son unos de ellos: el anunciar el evangelio no es una invitación, una devoción o un piadoso hobby, sino que es un mandato, está en la esencia misma de nuestra condición. Ser cristiano y no sentirse interpelado a anunciar a Jesucristo es algo así como el café descafeinado, el vino sin alcohol o una bebida espumosa desventada.

"Haced discípulos de todos los pueblos". Con su pasión y muerte Jesús rescata a toda la humanidad, sin distinción de razas o color. En otra ocasión, según Mateo, 10, 5 - 6, Jesús envió a los suyos al pueblo de Israel: "No vayáis a tierras de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel", pero ahora corrige su testamento, anula todas las fronteras y los (nos) envía a todos los pueblos.

Una tentación muy frecuente de los sacerdotes, diáconos, catequistas y demás ministros de la palabra es hacer discípulos suyos. Jesucristo es tan solo un pretexto para convocar,  un reclamo para atraer, pero en fondo se parecen, conscientes o no, son embaucadores cuya gloria es ir por la vida como gallinas que caminan ufanas seguidas por su nidada de pollos. Nuestra misión, la de todos, es hacer discípulos de Jesucristo, lo más semejantes a Él, ya que Él, y solo Él, es el modelo. Hablando de discípulos y antes de continuar, voy a leerte un texto precioso de Florentino Ulibarri que encontré ayer y que dice así:

Haced discípulos míos, no maestros;
haced personas, no esclavos;
haced caminantes, no gente asentada;
haced servidores, no jefes.
Haced hermanos.
Haced creyentes, no gente creída;
haced buscadores de verdad, no amos de certezas;
haced creadores, no plagistas;
haced ciudadanos, no extranjeros.
Haced hermanos.
 Haced poetas, no pragmáticos;
haced gente de sueños y memoria,
no de títulos, arcas y mapas;
haced personas arriesgadas, no espectadores.
Haced hermanos.
 Haced profetas, no cortesanos;
haced gente inquieta, no satisfecha;
haced personas libres, no leguleyas;
haced gente evangélica, no agorera.
Haced hermanos.
 Haced sembradores, no coleccionistas;
haced artistas, no soldados;
haced testigos, no inquisidores;
haced amigos de camino, no enemigos.
Haced hermanos.
 Haced personas de encuentro,
con entrañas y ternura,
con promesas y esperanzas,
con presencia y paciencia,
con misión y envío.
Haced hermanos.
 Haced discípulos míos;
dadles todo lo que os he dado;
descargad vuestras espaldas
y sentíos hermanos.

"Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado", Es aquí cuando surge la pregunta: ¿Qué es primero el bautismo o el anuncio": primero se bautiza y después se le enseña o primero se le enseña y después se bautiza. Este tema es muy amplio y necesita un desarrollo especial, voy a proponer tan solo la resolución: Primero se anuncia, después se bautiza y luego toda una vida para enseñar. El que habiendo recibido el anuncio cree que Jesucristo es el Señor y se bautiza adquiere el compromiso de ir profundizando cada vez más en las enseñanzas de Jesús, pero también la Iglesia y la comunidad que anuncia y que bautiza adquiere el compromiso de acompañar al bautizado a lo  largo de toda su vida para que vaya descubriendo y saboreando la ternura y el amor de Dios.

Nos queda la gran esperanza, o mejor, la absoluta certeza de que no estamos solos, no somos barcas a la deriva, sino que el Espíritu de Jesús está con nosotros no de una manera ocasional sino de un modo permanente y eficaz.

El joven miró al ermitaño, pero este estaba cabizbajo y los dos hicieron silencio.

Después de un largo silencio el joven sacó su Smartphone y se puso a buscar algunos links de cantos que había preparado para que escucharan los dos. De nuevo miró al anciano y como éste seguía cabizbajo y meditativo deslizó suavemente el móvil en el bolsillo y esperó a que aquel reaccionara para despedirse y marcharse. Por el camino iba cantando.

No. Yo no dejo la tierra.
No. Yo no olvido a los hombres.
Aquí, Yo he dejado la guerra.
Arriba, están vuestros nombres.
¿Qué hacéis mirando el cielo,
varones, sin alegría?
Lo que ahora parece un vuelo
ya es vuelta y es cercanía.
No. Yo no dejo la Tierra...
El gozo es mi testigo.
La paz, mi presencia viva,
que al irme se va conmigo
la cautividad cautiva.
No. Yo no dejo la tierra...
El cielo ha comenzado.
Vosotros sois mi cosecha.
El Padre ya os ha sentado
conmigo, a su derecha.
No. Yo no dejo la tierra...
Partid junto a la aurora.
Salvad a todo el que crea.
Vosotros marcáis mi hora.
Comienza vuestra tarea.
No. Yo no dejo la tierra.
No. Yo no olvido a los hombres.
Aquí, Yo he dejado la guerra.
Arriba, están vuestros nombres.




lunes, 15 de mayo de 2017

Mis Mandamientos.


Sexto Domingo de Pascua  A

Lectura del santo evangelio según san Juan, 14, 15 – 21.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

  Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los    guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.





Madrugada fresca o mejor fría por aquellos andurriales, pero se presagiaba un precioso día de una ya avanzada primavera. Cuando el ermitaño salió de su habitáculo encontró al joven discípulo esperándole sentado en su lugar de costumbre.

- Buenos días, amigo mío, dijo, eres más sigiloso que una serpiente; llegas sin que me percate. ¿Llevas mucho tiempo esperando? ¿Por qué no me avisas?

- Acabo de llegar, Maestro, y ¿para qué llamar o molestarte cuando sabía que saldrías en seguida? Pero siéntate, y háblame del evangelio de este domingo, dónde, según parece, el Señor les promete a sus apóstoles y por extensión a todos nosotros, el Espíritu Santo Paráclito.

- Efectivamente es la promesa de un próximo pentecostés. Estas palabras según el evangelista Juan hacen parte de lo dicho y acontecido en el Cenáculo de Jerusalén la tarde/noche del Jueves Santo, (ver Juan, cap. 13 - 17), pero, por su contenido, bien podían ser dichas después de la resurrección; lo cierto es que la liturgia las coloca en este domingo ya cercano a la Ascensión y a Pentecostés y resultan muy bien enmarcadas.

Como creo que tendremos oportunidad de reflexionar sobre Pentecostés y la presencia del Espíritu Defensor en la Iglesia y en cada uno de nosotros, hoy me pararé en la introducción: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos". Entiendo que se trata de un condicional que vertebra todo lo que viene después:

* Si me amáis, guardaréis mis mandamientos;

* Si me amáis, el Padre os enviará otros defensor que estará siempre con vosotros;

* Si me amáis, conoceréis al Espíritu de la verdad que vive con vosotros y está con vosotros;

* Si me amáis, no quedaréis huérfanos, volveré (que es sinónimo de: Él, que es lo mismo que yo y que el Padre, vendrá);

* Si me amáis, me veréis más allá de la muerte, porque yo seguiré vivo;

* Si me amáis, en definitiva estáis amando también al Padre y seréis amados por Él y yo me manifestaré al mundo a través de vuestra fe y de vuestra caridad.

- Maestro, entonces Jesús no se manifiesta a los que no le aman?

- Sinceramente creo que la iniciativa de Dios es universal, pero sucede que los que no le aman no le conocen, y los que no le conocen no perciben ni detectan su presencia, por eso dice Jesús "el mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce" y yo añadiría: "no puede recibirlo, no porque no esté, sino porque las trancas de su corazón impiden la entrada".

- Maestro, ¿cuándo Jesús habla de "mis mandamientos" se refiere al decálogo o al mandamiento nuevo del Jueves Santo?

- Indudablemente se refiere al mandamiento nuevo: "que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros" (Jn, 13 34), pero este mandamiento de Jesús no excluye al decálogo, sino que lo engloba, lo resume, lo trasciende y lo eleva a una nueva dimensión.

- Maestro, sinceramente tengo dudas: no sé exactamente qué significa "amar a Dios" y me hace sufrir porque me pregunto: "¿amo yo de verdad a Dios?.

- Empezaré contestado a tu pregunta: por cuánto te conozco y veo tus acciones afirmo que tu amas a Dios sinceramente ...

- Gracias, Maestro, pero dudo que me conozcas tan profundamente cuando dices eso ...

- Seguimos, interrumpió el ermitaño sin entrar en más comentarios de índole personal: los psicólogos probablemente te darán una buena definición de amor, sus categorías, subcategorías, condicionantes, agravantes y atenuantes y ¿qué sé yo? muchas cosas, acertadas unas y desacertadas otras, pero yo, de mi cosecha y hablando estrictamente del amor a Dios, citaré dos categorías: amor emocional y amor racional.

* El amor emocional es un amor/pasión, totalmente confiado, totalmente entregado, siempre agradecido, sin condiciones ni cláusulas. Es el amor que nos describen los místicos hablando de sus experiencias, es el amor que quizás hayamos sentido nosotros en alguna circunstancia como un flash y que quisiéramos sentir de manera permanente.

* El amor racional o amor ascético es el que vivimos la mayoría de los creyentes durante toda la vida. Conocemos y creemos la Palabra de Dios. Intentamos hacer de ella el programa de nuestras vidas; conformamos nuestros pasos al ritmo de su marcha; nos esforzamos para que nuestra vida esté en sintonía con el amor que Él nos tiene, pero emocionalmente sentimos el frío de la estepa: es el desierto; pero seguimos escuchando, creyendo, esforzándonos, luchando ...

- Amando ...

- Exacto, amando. Amando quizás sin el vigor y la originalidad del joven, pero sí con la serenidad y la madurez del anciano que, talvez no se pregunte porqué, pero ya no sabría vivir de manera diferente y sin la presencia de la persona amada. En este momento me viene a la mente las palabras del poeta: "caminante, no hay camino, se hace camino al andar". Quizás sea ese nuestro destino: abrir caminos, confiados en las promesas, porque las conocemos, con la conciencia del deber cumplido, pero sin que nos arda el corazón ...

- ¿Se podría aplicar aquí las palabras de Jesús que nos narra el evangelista Mateo (6,33): "Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia y lo demás lo recibiréis por añadidura"?

- El sentido es ese y parafraseando un poco se puede afirmar "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas (Mc. 12, 30) y todo lo demás, Espíritu Santo incluido, se te dará por añadidura, por pura gracia y gratuidad de Dios.

Después del acostumbrado silencio de meditación, intervino el joven:

- Maestro, a noche mi dé un largo paseo por internet y escuché varios cantos y elegí a dos que, aunque de manera tangencial, pueden completar nuestra oración de esta mañana.

Si te parece cantamos el primero porque lo conocemos y después escuchamos el segundo en mi Smartphone. Este, el segundo, es un canto piadoso, sin muchas profundidades, pero muy pegadizo.

1º - Amar es entregarse

Amar es entregarse
olvidándose de sí,
buscando lo que al otro,
pueda hacerle feliz (2).
Qué lindo es vivir para amar,
qué grande es tener para dar,
dar alegría y felicidad,
darse uno mismo eso es amar (2).
Si amas como a ti mismo,
y te entregas a los demás,
verás que no hay egoísmo
que no puedas superar (2).
Qué lindo es vivir para amar,
qué grande es tener para dar,
dar alegría y felicidad,
darse uno mismo eso es amar (2).
Amar es entregarse
olvidándose de sí,
buscando lo que al otro,
pueda hacerle feliz (2).
Qué lindo es vivir para amar,
qué grande es tener para dar,
dar alegría y felicidad,
darse uno mismo eso es amar (2).


2º - Haz morada en mí, Señor,          
Te abro la puerta   
de mi corazón,
te doy mi maldad             
te entrego mi dolor.(bis)
Haz morada en mí, Señor,          
haz morada en mí, Señor,          
haz morada en mí, Señor.  
Quédate. (bis)  
Mi debilidad        
a ti te la doy       
y mi voluntad        
te entrego, Señor.(bis)
Haz morada en mí, Señor,            
haz morada en mí, Señor,         
haz morada en mí, Señor. 
Quédate.(bis)
Texto.
Te abro mi corazón, Señor,
mi corazón herido, sufriente
y lleno de pecado.
Entra en mi corazón
y haz de él tu habitación
y no te vayas jamás de mi corazón.
Señor.
Mora en mí, Señor.
Quiero que te quedes     
en mi corazón        
y nunca me dejes
fuera de tu amor (bis)
Haz morada en mí, Señor,
haz morada en mí, Señor,
haz morada en mí, Señor.
Quédate. (bis)




martes, 9 de mayo de 2017

Yo soy el CAMINO.


Quinto Domingo de Pascua A.


Evangelio según san Juan, 14, 1 -1 2.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
- Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde:
- Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
Felipe le dice:
- Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le replica:
- Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre.



 Aquella mañana el discípulo llegó muy pronto, era de noche todavía; muy sigilosamente se sentó en su lugar y esperó. Oía como el ermitaño canturreaba sus salmos a la luz de la vela y le entraban ganas de entrar y participar, pero pensó que sería mejor no interrumpir y esperó.
El Maestro salió de su cueva antes que el sol de su escondrijo y al   ver al discípulo se sorprendió y dijo:
- Buenos días, amigo mío, ¿cuándo has llegado? ¿has pasado aquí la noche?
- No, Maestro, llegué hace un ratito y como escuché que estabas recitando tus oraciones no quise interrumpirte.
- Bueno es que hoy he alterado un poco el orden de mis rezos; como hace una temperatura todavía fresquita pero muy agradable he preferido hacer primero aquí fuera mi meditación (ayer por la tarde había repasado un poco las textos de esta mañana) y después entré para rezar el Oficio de Lectura, de una manera un poco más ágil, a la luz de la vela. Generalmente lo hago al revés.
- El cambio de factores no altera el producto, dijo el joven con ánimo de zanjar el asunto.
- ¡Ya! - dijo el anciano - pero las cosas están organizadas de una manera determinada por algún motivo sensato. Lo que sucede es que como está prohibido hacer fuego en la montaña por causas de los incendios, debo ser muy cuidadoso no solo para evitar cualquier riesgo, sino también para ser ejemplar en el respeto a las leyes civiles.
- Te traeré una linterna de esas modernas con luz led que consumen muy poco, o si prefieres, tenemos en algún lugar un farol de petróleo que usaban mis abuelos para ir al campo de noche, o trabajar al anochecer en los días cortos del invierno. Creo que estará operativo porque esas cosas antiguas no tienen caducidad; lo pondré a punto y te lo traeré.
- Gracias, dijo el ermitaño sin explicitar nada más.
- Bueno, Maestro, háblame del "Camino, la Verdad y la Vida"; creo que es el mensaje central del evangelio de este domingo.
- Si te soy sincero, no sé qué añadir a lo que dice Jesús. Es un muy buen catequista, el mejor;  se le entiende todo y no hay nada que añadir, pero para que no digas que te he hecho madrugar y hacer cinco quilómetros en balde, te diré algunas cosas. Me voy a detener solo en "Yo soy el Camino".
Hay un axioma o quizás un dogma muy conocido "extra ecclesiam nulla est salus" (fuera de la Iglesia no hay salvación". Es una afirmación muy discutida, desde aquellos a los que llamaremos conservadores que la defienden a ultranza en su sentido literal condenando al fuego del infierno a todos los que no sean católicos, apostólicos y romanos hasta aquellos a los que llamaremos progresistas que afirman que la misericordia de Dios es tan grande que salvará a toda la humanidad por amor. Para estos tales el infierno es un edificio en ruinas por falta de uso y abandono total.
El concilio Vaticano II y muchos otros documentos anteriores y posteriores intentan explicar este dogma con cierta racionalidad. La Lumen Gentium, cap. II, nº 16 dice: "Pues quienes, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, no obstante, a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna".
No pretendo hoy reflexionar o discutir sobre este axioma, sino que lo traigo aquí como introducción a otra afirmación que tengo muy clara: "extra Jesum, nulla est salus" (fuera de Jesús, al margen de Jesús no hay salvación). Él es el camino que conduce al Padre. Puede ser que en este planeta al que llamamos tierra todos los caminos lleven a Roma, pero en el plan de Dios hay un solo camino que nos lleva a Dios: Jesús. "Nadie va al Padre, sino por mí", dice Él.
- Entonces estamos en las mismas, dijo el discípulo, quién no conozca a Jesús nunca será llevado al Padre, nunca se salvará.
- No he dicho eso. Jesús es lazarillo para los ciegos, para los que caminan en el mundo de la oscuridad. Se pone a su lado, los coge de la mano, y si dóciles a los dictámenes de sus conciencias se fían, Él los guía, amoroso, hasta la casa del Padre. ¿Cuántas veces en la ciudad has ayudado a un ciego a cruzar la calle o a recorrer  un tramo algo accidentado sin que él te conociera y no obstante se haya dejado llevar? Jesús es el único puente que nos une a Dios, y por él debemos pasar todos los hombres de buena voluntad; los discípulos por derecho, los demás por pura misericordia, pero insisto, los hombres de buena voluntad, para los demás el puente está cerrado.
Hablando de la Salvación la apologética ha puesto el acento fundamentalmente en "el más allá", en "ir al cielo", y es cierto: el hombre solo alcanzará su plenitud cuando contemple cara a cara a su Hacedor, pero Jesús murió en la cruz para liberarnos no solo del pecado, pero también de sus consecuencias, es decir, no quiere que carguemos con el peso de nuestro pecados y tampoco quiere que suframos las consecuencias del mismo.
Sin ánimo de escandalizar a nadie, yo diría que Jesús no vino a salvarnos, como el socorrista que salva al que se está ahogando, quiera este ser salvado o no; sino que con su muerte pagó el rescate que teníamos pendiente con el maligno y nos dejó en libertad para que eligiéramos a quien seguir en el futuro y nos ofreció de manera gratuita y sin ningún tipo de tasas los instrumentos para irnos salvando:
* en Jesús y en su palabra encontraremos la solución para erradicar la pobreza con todas sus adherencias;
* en Jesús y en su palabra  encontraremos la razón del dolor y del sufrimiento, la fuerza y el ánimo  para sobrellevarlos;
* en Jesús y en su palabra encontraremos la esperanza que amainará nuestras tristezas, inseguridades y depresiones:
* en Jesús y en su palabra encontramos, en definitiva, el asidero donde agarrarse o el refugio donde cobijarse cuando vendavales de origen desconocido y malicioso intenten derribarnos y destruir nuestras vidas.
En definitiva, amigo mío, Jesús es el ÚNICO CAMINO que en este mundo puede llevarnos a la felicidad, y a la plenitud de la Vida en la eternidad.
Después del acostumbrado silencio de meditación, el discípulo, muy moderno él, saco del bolsillo su Smartphone y buscó este canto que en silencio escucharon los dos:

1. No se turbe vuestro corazón.
 Creéis en Dios: creed también en Mí.
 Pues subo al cielo, donde mi Padre,
 a prepararles un lugar allí.
Y al final Yo volveré
 para llevarlos conmigo.
 Yo soy Camino, Vida y Verdad.
 Nadie va al Padre sino por Mí.
2. Y los que coman de mi Carne
 tendrán vida y Yo los resucitaré,
 para que un día, junto a María,
 gocen del cielo por una eternidad.
Y al final Yo volveré
 para llevarlos conmigo.
 Yo soy Camino, Vida y Verdad.
 Nadie va al Padre sino por Mí.
 Yo soy Camino, Vida y Verdad.
 Nadie va al Padre sino por Mí.



martes, 2 de mayo de 2017

Él va delante


Cuarto Domingo de Pascua A

Evangelio según san Juan, 10, 1 - 10.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
- Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
- Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.


Aquella mañana, sentados cada cual en su lugar, estando el ermitaño, como distraído, contemplando el horizonte, le dijo el discípulo:
- Maestro, háblame del Evangelio de hoy, háblame del Buen Pastor.
- Estamos en el cuarto domingo de Pascua - empezó el eremita - y la Iglesia nos presenta cada año la figura del Buen Pastor, catequesis que el evangelista Juan nos narra en el capítulo 10. La narración completa la tendremos a lo largo de los tres ciclos.
 Este año, ciclo A, tenemos los primeros 10 versículos, algo así como el preámbulo a la afirmación central, "YO SOY EL BUEN PASTOR", versículo 11 que retomaremos el próximo año.
La imagen que les propone Jesús en absoluto era desconocida para sus oyentes, pues la figura del pastor estaba muy arraigada en la cultura hebrea.
Algunos datos:
1º - Pastores fueron las grandes patriarcas:
* "Abrahán, era muy rico en ganado, plata y oro (Gn. 13, 2), inclusive se ve obligado a separarse de su sobrino Lot, porque eran tan numerosos los rebaños de ambos que provocaban continuas disputas entre los pastores del uno y del otro (cfr. Gn. 13, 1 - 13).
* Moisés, si bien fue educado en el palacio del faraón en Egipto, también ejerció "pastoreando el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios" (Ex. 3, 1) y allí estaba cuando el Señor se le apareció en la zarza ardiendo conminándole a regresar a Egipto y a liberar el pueblo hebreo allí esclavizado.
* David, el gran rey David, el hijo menor de Jessé estaba cuidando el rebaño, y así lo afirma su padre cuando Samuel, desilusionado por no encontrar entre los siete hijos mayores al elegido del Señor, le pregunta: "¿se acabaron los muchachos?", él le contesta un tanto decepcionado: "queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas" (1ª Sam. 16, 11).
A todo esto hay que añadir que durante cuarenta años los hijos de Israel vagaron por el desierto cuidando sus rebaños, y solo cambiaron a la vida sedentaria cuando, conducidos por Josué, conquistaron la ciudad de Jericó (cfr. Jos. 6, 21) y todo el valle del Jordán.
2º - Además también el término "pastor" en sentido figurado había calado hondamente en la cultura hebrea con dos vertientes bien determinadas:
* por un lado venían reconocidos como "pastores" todos aquellos que dirigían al pueblo de Israel tanto política como religiosamente, y que no siempre vienen citados con palabras halagüeñas.
Ya Moisés cuando pretendía nombrar un lugarteniente que le ayudara y en su día le sustituyera, rezó al Señor diciendo: "Que el Señor, Dios de los espíritus de todos los vivientes, nombre un jefe para la comunidad, uno que salga y entre al frente de ellos, que los lleve en sus entradas y salidas. Que no quede la comunidad del Señor como rebaño sin pastor" (Num. 27, 17).
Pero quizás lo más explícito sea el profeta Ezequiel; todo el capítulo 14 es una alusión  a los pastores de Israel que no apacientan sus ovejas sino que se aprovechan de ellas. Dicho capítulo empieza así: "Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza diciéndoles: ¡Pastores!, esto dice el Señor ... " (Ez, 34, 1, ss).
* Pero el auténtico pastor de la casa de Israel, el que mima a su rebaño y no se aprovecha de él es el Señor; este concepto viene manifestado con máximo esplendor en la lírica veterotestamentaria por excelencia que son los salmos. Te cito algunos pasajes:
"Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro,
porque Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que Él guía". (Sal. 95, 7)
"Sabed que el Señor es Dios:
 que Él nos hizo y somos suyos,
 su pueblo y ovejas de su rebaño (Sal. 100, 3)
He dejado para el final, y sé que lo echabas en falta, el más característico y más conocido de todos, oración de confianza que seguimos rezando hoy la mayoría de creyentes: el salmo 23.
"El Señor es mi Pastor, nada me falta:
 en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
 y repara mis fuerzas;
 me guía por el sendero justo,
 por el honor de su nombre.
 Aunque camine por cañadas oscuras,
 nada temo, porque tu vas conmigo:
 tu vara y tu cayado me sosiegan.
 Preparas una mesa ante mí,
 enfrente de mis enemigos;
 me unges la cabeza con perfume,
 y mi copa rebosa.
 Tu bondad y tu misericordia me acompañan
 todos los días de mi vida,
 y habitaré en la casa del Señor
 por años sin término".
Después de un largo silencio dijo el discípulo:
- Una larga introducción, Maestro, pero háblame, aunque sea brevemente, del fragmento del evangelio que leemos este domingo.
- Intentaré ser escueto a partir de ahora. Jesús es el Buen Pastor.
Los insignes biblistas  Juan Mateos y  L. Alonso Schökel, en la "Nueva Biblia Española" traducen esta afirmación como "yo soy el modelo de pastor". Respeto estos dos biblistas y la obra citada me ha acompañado durante muchos años y sigue siendo la que mayormente utilizo en la actualidad pero creo que en este punto no han estado acertados.
Jesús es el modelo de pastor pero aquí está afirmando mucho más que eso: está uniendo el "Yo Soy" del Monte Horeb (Ex. 3, 14) con el pastor del Salmo 23, que traducido a un lenguaje inteligible dice: Yo soy el Dios de Israel, el Dios de vuestros padres, pero no soy un dios déspota, ni terrible, ni lejano; soy un Dios que cuida, mima, protege y, sobre todo, ama a su rebaño, conoce a cada una de sus ovejas y las llama por su nombre.
Solo una cosa más ...
- ¡Adelante! Te escucho, Maestro.
- En el texto que proclamamos hoy una afirmación que me llama poderosamente la atención, por lo inusual de su contenido: "cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas". Digo que es inusual porque la experiencia me indica lo contrario; siempre he visto a los pastores ir detrás del rebaño, controlando que no se quede ninguna rezagada y empujar a las que son lentas. Jesús no es así: Él va delante, abriendo camino, desbrozando el terreno, eliminando obstáculos. Y los que le siguen lo harán en plena libertad, fiándose de Él, siguiendo su voz; nadie los empujará.  Ese "ir delante" encuentra una magnífica interpretación en San Juan: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, ... Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero 1ªJn. 4, 10 . 19).
Él, el Buen Pastor, el Auténtico Pastor, el Único Pastor siempre va delante: Él nos amó primero.