martes, 24 de febrero de 2015

MONTE TABOR


Segundo Domingo de Cuaresma B

 
Evangelio según san Marcos, 9, 2 - 10.
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan,
subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

— Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:

— Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:

— No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
 

 - Maestro, háblame del Monte Tabor.

- Buenos días, amigo mío, yo también te quiero.

Al discípulo se le pusieron los ojos como platos, no captaba la ironía del Maestro, pero al momento se percató de que había entrado a saco sin siquiera saludar.
- Perdón, Maestro, buenos días. Ahora repito la petición: háblame del Monte Tabor.

- Pues el monte Tabor es una maravilla desde todos los puntos de vista. Es un monte cónico en medio de un amplio y precioso valle: Esdralón. Salvando las distancias es como se alguien colocara una pirámide en medio de un campo de fútbol. Con abundante vegetación resulta muy impactante y visible desde todos los ángulos. Curiosamente parece muy alto, pero es más una sensación que una realidad. De hecho tiene tan solo unos 400 metros desde la falda – el mencionado valle – hasta la cima, y unos 575 metros, poco más o menos sobre el nivel del mar. Pero siguiendo el tema de sensaciones, al visitante, y también para sus habitantes, parece mucho más alto sobre todo en relación con el cercano lago de Tiberíades, y todos los pueblos y ciudades que lo circundan, que está a unos 212 metros bajo el nivel del mar.  Si te sitúas  a las orillas del mar Muerto, 416 metros bajo el nivel del mar, la diferencia es todavía mayor. En definitiva la altura del Tabor tomando como punto base el mar Muerto sería de unos 990 metros, que ya es una altura respetable.

Esto analizando desde abajo, porque si lo analizamos desde arriba es todavía más impactante: las vistas panorámicas sobre el valle con su cuidada agricultura, sus piscifactorías, sus pueblos y ciudades, como  decís los jóvenes, ¡es una pasada!
- Maestro, indudablemente y por lo que dices debe ser un lugar paradisíaco, pero yo no me refería a la montaña…

- ¿Entonces?

- Quería que me hablaras de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor.

- ¡Ah, vale! Pero tengo que hacer una premisa.

- ¡Adelante!

- Pues que los evangelistas no dicen que la Transfiguración se diera en del Monte Tabor, sino que los sinópticos coinciden en decir que llevó a los tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, a un monte alto. Ahora bien, teniendo en cuenta que Jesús iba de camino desde Galilea a Jerusalén, el Monte alto es indudablemente el Tabor y además teniendo en cuenta que tu mismo lo definiste como “lugar paradisíaco”, es, sin duda, el paraje adecuado para el misterio de la transfiguración.

Pero para contestar a tus inquietudes subrayaré tres puntos:
Punto primero: la transfiguración es tan solo una muestra. Jesús va camino de Jerusalén, en su último viaje a la Ciudad Santa. Iba preparando a sus discípulos para que vivieran su pasión y muerte, pero es consciente de que eso va a ser superior a su fuerza y a su fe, y tiene que demostrarles que su muerte no será lo último, sino que más allá estará una nueva – y definitiva - vida llena de luz y de gloria. En el Tabor, Jesús irradiante con Moisés y Elías no era ni mucho menos el escatón, el cielo o el nuevo mundo de los resucitados. Era solo una muestra. Permíteme un ejemplo: para una ocasión muy especial en tu vida vas al sastre para que te confeccione un traje. Él enseñará algunas fotos de alguna revista – o te hará un diseño, si es un creador - te mostrará algunas decenas de pequeños retales de tela de unos cuantos centímetros cuadrados para que tu puedas elegir el color, la tela, etc., y con estos datos y las medidas que te sacará, tu podrás formarte una idea de lo que será tu traje nuevo, se trata tan solo una aproximación a la realidad que podrás percibir en plenitud el día en que estrenes la prenda. El Tabor es una muestra de lo que será el Cielo.

Punto segundo: Pedro no sabía lo que decía.  En una lectura superficial del texto Pedro aparece como un hombre generoso, altruista, que no pensaba en si mismo: “¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.  Aparentemente ellos vivirían a la intemperie. Pero no sabía lo que decía. ¿Qué pasaría con los demás discípulos que habían quedado al pié de la montaña? ¿Qué pasaría a la entera humanidad que llevaba toda la historia encadenada y que esperaba el día de su liberación?  Nuestra intimidad con Dios solo tiene sentido cuando la compartimos con los hombres nuestros hermanos; caso contrario será una mística estéril y falsa.
Punto tercero: la pasión es el camino de la resurrección.  “Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos” ¿Por qué?   Muy sencillo, porque lo que habían visto era tan solo un muestra o un anticipo de lo que un día pasará pero antes tendrá que suceder todo lo que les había anunciado poco antes: “el Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado, y resucitar a los tres días” (Mc. 8, 31) . La liturgia de hoy resume muy claramente este mensaje en el prefacio cuando dice: “porque Él, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la Ley y los Profetas, que la pasión es el camino de la resurrección”.

- En definitiva, Maestro, si he entendido bien, el mensaje del Tabor es que Jesucristo, como Hijo de Dios, goza en plenitud de la gloria del Padre, y que la comparte con todos aquellos que le sigan por en su pasión y cruz. Resumiendo: para alcanzar la gloria del Tabor hay que vivir antes y plenamente el camino del Calvario.
 
- Puede ser, puede ser …

jueves, 19 de febrero de 2015

NO A LA CORRUPCIÓN.


Primer Domingo de Cuaresma B

 
Evangelio según san Marcos 1, 12 - 15.

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
— Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios:
convertíos y creed en él Evangelio.
 

 
- Estamos en el primer domingo de Cuaresma, y todos los años la liturgia nos presenta el mismo tema: las tentaciones de Jesús.

 - Pero, Maestro, - interpeló el discípulo –  ¿de verdad que fue tentado? Porque si Él, siendo Dios, fue tentado, nosotros lo tenemos claro.

 - Claro que fue tentado. Otra cosa es la narración concreta de dichas tentaciones. San Marcos, cuyo evangelio estamos proclamando este año, es muy parco y se limita a decir: “se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían”. Los demás sinópticos han desarrollado esta catequesis describiendo tanto los lugares como el contenido de las tentaciones. Sinceramente creo que se trata de un ropaje literario para dar más vida a dichos relatos. Como curiosidad te diré que, sin numerarlas, Mateo coloca en segundo lugar la tentación del pináculo del templo y en tercer lugar la de la montaña desértica  de Jericó donde lo recuerda un interesante monasterio ortodoxo, mientras que Lucas pone en segundo lugar la de Jericó y en último la del alero del templo. Pero esto no tiene mayor importancia.
 Creo que las tentaciones de Jesús siempre han tenido una gran importancia en la ascesis cristiana, pero hoy puede tener una lectura añadida: la corrupción. Si tengo el poder en mis manos, ¿por qué no utilizarlo para sacar algo en beneficio propio?  Si me dedico a la ingeniería y malabarismos económicos, ¿por qué no sacar de todo esto algo de provecho personal?, si casi todos lo hacen, ¿por qué yo no?, ¿por qué no servir unos cuantos cafés, invitar a unas cuántas – y buenas – comidas, por qué no proporcionar unos cuántos halagos si con ello consigo un buen puesto en el trabajo?

 Es cierto que Jesús tenía poderes. No consta que a lo largo de su vida transformara piedras en pan, pero multiplicó cinco panes y dos peces de manera tan generosa que después de haberse saciado muchísima gente se recogieron doce canastos de sobras.  Juan (6, 4 – 13) habla de unos cinco mil hombres; si añadimos mujeres y niños que probablemente no tenían colegio, el número resulta sensiblemente mayor –. Tampoco consta que volara desde el pináculo del templo, pero, sí, caminó sobre las aguas (Jn. 6, 16 – 21), superando igualmente las leyes de la física. Es cierto que nunca se arrodilló ante ningún poder de este mundo para conseguir beneficio alguno, y así le fue.

 En definitiva teniendo todo el poder y privilegios (Mt. 28,18) cumplió a rajatabla su misión aceptando inclusive la muerte – una muerte de cruz (Fl. 2, 8) - para dar pleno cumplimiento al guión que el Padre había escrito.

 - ¿Entonces Jesús fue tentado porque el Padre así lo determinó?

 - Podemos aceptar, como te he dicho antes, que estaba en el guión, pero no fue un capricho. Jesús, vino para ser nuestro modelo de vida, y muy poco ejemplo daría si caminaba en un plano diferente, por eso escribe Pablo: “el cual siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de si mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a si mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz (Fl. 2, 6 – 8).

 - Para terminar, Maestro, ¿qué tenemos que hacer para convertirnos como se nos dice en el evangelio de hoy?

 - Muchas cosas, pero si queremos ser reflejo de Jesús debemos encarnarnos – hoy decimos de una manera muy eufemística “sentir empatía” - en los esclavos de hoy que los hay de todas razas y de diversas calañas. Si todos nos convirtiéramos un poco en este sentido, y no nos limitáramos solo a predicar desde nuestro púlpitos cada vez más adornados, en nuestros palacios, humildemente suntuosos, con un trabajo seguro y a veces hasta cómodo y con el estómago lleno, otro gallo cantaría. Acuérdate que lo que nos pide el Señor por medio del profeta Jeremías  (58, 6 – 7) que ya te cité el viernes pasado.

- De acuerdo, Maestro, lo leeré de nuevo.

 

martes, 17 de febrero de 2015

AYUNO y ABSTINENCIA.


Aquel viernes, puntual como un clavo, el discípulo llegó al lugar donde residía el ermitaño.
- Buenos días, Maestro, aquí estoy como te había prometido el miércoles.
- Buenos días, joven, ya te veo, y debo alabar tu interés y tu puntualidad.
- Gracias, pero si sigue así, me pondré rojo y además brotara de manera virulenta la vanidad.
- Pues no te pongas vanidoso, pero al mismo tiempo hay que ser sinceros consigo mismo y con los demás, y la verdad es que es digno de alabanza tu interés y tu puntualidad. Pero hablemos de otra cosa.
- Sí, Maestro, háblame del ayuno y de la abstinencia.
- Vale, pero, si te parece, léete primero estos apuntes que saqué de una revista y después añadiré algo más:
 
El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. Pero se puede tomar algo por la mañana y por la noche.
 
En el desayuno se puede tomar, por ejemplo, leche, café o té, o un poco de chocolate, con unos 60 gramos de pan, churros, tortas, etc. En la cena se puede tomar hasta 250 gramos de alimentos. Si te parece esto muy complicado, puedes atender a la norma práctica de algunos moralistas que dicen que quien tiene obligación de ayunar basta con que en el desayuno y en la cena tome la mitad de lo que tiene por costumbre tomar. Y si lo que se suele tomar es poco, la cantidad que se suprima puede ser menor. Otra norma práctica es que sumando lo que se toma en el desayuno y en la cena, no llegue a lo que se suele tomar al mediodía.
 
En la comida principal se puede tomar toda la cantidad que se quiera.
Pero durante el día no se puede tomar nada (comida o bebida) que sea alimento. Sí se pueden tomar líquidos no alimenticios como refrescos, café, té y bebidas alcohólicas; y también alguna pequeña tapa con que éstas suelen acompañarse; aunque sería mejor abstenerse de ella.
 
La abstinencia consiste en no tomar carne; pero no está prohibido el caldo de carne ni la grasa animal, si es condimento. También se pueden tomar huevos y productos lácteos.
 
Tienen obligación de ayunar todos los católicos que han cumplido dieciocho años y no han cumplido los cincuenta y nueve.
 
La abstinencia obliga desde los catorce años cumplidos hasta el final de la vida. «No están obligados al ayuno y abstinencia los verdaderamente pobres, los enfermos y los obreros» (Constitución Apostólica “Paenitemini", 7-II-66).
 
Tampoco están obligados los que no tienen habitualmente uso de razón.
El párroco y algunos confesores pueden dispensar cuando haya motivo suficiente.
Son días de ayuno y abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Son días de sólo abstinencia todos los viernes del año, que no caigan en festivo. La abstinencia de los viernes fuera de cuaresma puede ser sustituida total o parcialmente por otras formas de penitencia, piedad o caridad, como limosnas, visitas a enfermos, privarse de tabaco o espectáculos, o cualquier otro gusto. La abstinencia de los viernes de cuaresma, y el ayuno y la abstinencia del Miércoles de Ceniza y Viernes Santo no pueden ser sustituidos por propia iniciativa.
 
No debe considerarse pecado grave cualquier violación esporádica de la ley; pero sí el dejar de cumplirla habitualmente o por menosprecio.
 
Lo importante es el espíritu de la ley. Se trata de que en esos pocos días del año te quedes con un poco de hambre para hacer un sacrificio por Nuestro Señor.
 
La Conferencia Episcopal Española espera que «la presente disciplina penitencial, adaptada a España, servirá para aumentar en todos el sentido de sacrificio, la autenticidad de una vida sinceramente cristiana, y la práctica, más personal y consciente, de la mortificación y la caridad».

 Los minutos iban pasando y el discípulo seguía enfrascado en la lectura de aquella hoja. Daba la sensación de que o bien pretendía aprendérselo de memoria o bien no entendía nada de lo que estaba escrito. Por fin levantó la cabeza y exclamó:
- Entendido, Maestro, pero esto es muy fácil y se trata de la explicación del cuarto mandamiento de la Iglesia: “Ayunar y guardar abstinencia los días señalados por la Iglesia, pero …
- Pero tu quieres saber algo más.
- Exacto, eso iba a decir.
- Sinceramente creo que todo lo que se dice ahí es demasiado fácil y no significa, ni mucho menos, un gran sacrificio. Como dicen muchos,  no comes carne, pero un buen plato de pescado, tampoco está mal.  Para terminar, porque hoy quiero ser breve te enumeraré los valores de estas penitencias:
* el sentido de obediencia a lo legalmente establecido. Con frecuencia pensamos que es válido solo lo que uno quiere y entiende y es posible que haya valores que la sabiduría propone y que nuestra corta inteligencia no consigue captar;
* un cierto autocontrol. Es curioso que muchas personas hacen regímenes muy estrictos por motivos de salud o simplemente por estética, y se rebelan por un mandato de la Iglesia;
* por último es cierto que esta penitencia reglada en la actualidad no supone un gran sacrificio, pero tiene raíces en la historia. Así que me atrevo a decir que estos gestos tienen en primer lugar un valor cultural: mantenemos tradiciones ancestrales, y además tiene un profundo valor de fraternidad: cumpliendo estos mandamientos nos sentimos en comunión con todos los creyentes  del pasado, del presente – pues hoy millones de cristianos están  cumpliendo esta misma penitencia – y del futuro.
De todas maneras nuestra penitencia debe ir más allá de estas privaciones. Fíjate lo que dice el Profeta Isaías:  “este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos” (Is. 58, 6 – 7).
- Este sí que es un buen programa.
- Exactamente este es un buen programa para nuestra Cuaresma.
 

 

CUARESMA



Miércoles de Cenizas B

Evangelio según san Mateo (6, 1 - 6 . 16 - 18):
 
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
 
- Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensara.
 

 
 Miércoles de Ceniza. El Maestro, como solía hacer cada mañana que el clima permitía salió de su cueva para practicar  sus ejercicios físicos y hacer alguna oración no reglamentada de alabanza y de acción de gracias. El oficio de Lectura solía  rezarlo en la madrugada dentro de su celda a la luz de una vela, salvo algún día de luna llena en las estaciones cálidas.Cuando llegaba este tiempo siempre tenía algún conflicto. Para acatar la disciplina eclesiástica debía hacerse un proyecto de penitencia, sobre todo, de ayuno y abstinencia. Cuanto al ayuno, ya estaba fuera de la edad canónica, pero su menú diario era tan frugal que, comparado con lo mandado, hacía ayuno todos los días del año, y cuanto a la abstinencia, lo mismo. Se alimentaba casi exclusivamente de las verduras, frutas, legumbres, y demás cosechas de su pequeño huerto. También tenía dos colmenas provenientes de un enjambre que se había colgado, años ha, en un ramo del manzano de su huerto. Disponía de una media docena de gallinas que de vez en cuando le regalaban algún huevo y, por último, también de dos cabras que le prestaba un pastor que apacentaba su rebaño por aquellos  parajes, con un acuerdo especial. Nuestro ermitaño cuidaba de los animales, pudiendo disfrutar de la leche para su sustento y del estiércol para su huerto y entregaba al pastor las crías cuando estaban en edad de destetar. Es cierto que podría hacer ayuno total, es decir, no comer nada durante todo el día, y si se lo proponía, lo conseguiría, pero pensaba que esta actitud podría mermar todavía más su salud, por lo que renunció a esta idea. Tomó la decisión de prescindir durante todos los días penitenciales de cuaresma, es decir, miércoles de ceniza y todos los viernes, de la fruta, de la leche y del queso y de la miel y de reducir todavía a la mitad el resto del menú.En estas estaba cuando vio que se acercaba el discípulo,  se quedó muy sorprendido por aquella visita no programada puesto que iba solo los domingos.  Se quedó erguido mirando el sendero mientras la figura del joven se hacía cada vez más nítida.
 - Buenos días, amigo mío, ¿qué haces por aquí?, hoy no es domingo.
 - Buenos días, Maestro, no es domingo pero es miércoles de ceniza y quisiera iniciar esta cuaresma rezando laudes contigo y pidiéndote que me expliques que es la penitencia cuaresmal, la ceniza, el ayuno y la penitencia.
 - ¿Por dónde empezamos? Preguntó el Maestro.
 - Por el principio, quiero decir,  por la Cuaresma.
 - Pues Cuaresma viene del latín “quadragesima dies” que traducido libremente significa: cuarenta días, y este es precisamente el tiempo que nos separa del Jueves Santo, cuando inicia el triduo pascual y es un tiempo “fuerte” . Vamos a ver si consigo explicarme. Como te dije al iniciar el Adviento,  necesitamos romper la inercia y la rutina. Hace falta de vez en cuanto hacer un STOP y mirar alrededor y preguntarnos de dónde venimos y hacia donde queremos ir, y este tiempo de cuaresma pretende precisamente que paremos, reflexionemos y aportemos a nuestro proyecto las correcciones necesarias para seguir en la vereda. Creo que ese es el verdadero sentido de la penitencia, cortar los excesos, enmendar  las desviaciones y reconducirnos al camino. No creo en absoluto que penitencia signifique el sufrimiento por el sufrimiento, es decir, un sufrimiento estéril; el alinear la propia vida con el mandato del Señor, despojándote de ti mismo y dándote a los hermanos es ya suficiente penitencia. Ahora bien, no por eso carece de importancia la penitencia reglada como por ejemplo el ayuno y la abstinencia.
 - Maestro, háblame primero de la liturgia de hoy, miércoles de ceniza.
 - La Iglesia, siguiendo un antiquísimo rito impone hoy un puñadito de cenizas en la cabeza de los fieles.
 - ¿Por qué cenizas?
 - Es un gesto que aparece repetidamente en el Antiguo Testamento. Te voy a dar algunas citas por si quieres ir a buscarlas: Ez. 27, 30; Jer. 6, 26; Job, 42, 6; JON. 3, 6: Jdt, 4,11 y 9,1. En todos estos casos y en otros muchos el hombre reconoce su pequeñez, su insignificancia e implora la fuerza de Dios para una acción concreta o para recuperar su dignidad.  La ceniza es el polvo más estéril que existe, el fuego ha eliminado todo rastro de vida. El Génesis (2, 7) dice que Dios modeló al hombre del polvo del suelo y insufló en él aliento de vida. Algunos padres de la Iglesia dicen que ese polvo era precisamente de ceniza y otros dicen que quizás que se trataba de tierra del desierto, igual de estéril y cercana a la experiencia de los israelitas. De todas maneras está indicando que lo que hay de materialidad en el hombre es absolutamente estéril. La vida, la inteligencia y todas las facultades que disfruta proviene de ese soplo que Dios le insufló.  Recibir las cenizas es pues resituarse en la historia, pero al mismo tiempo una acción de gracias. Con ello proclamo lo que muchas veces hemos cantado:

yo no soy nada y del polvo nací,
pero tu me amas y moriste por mi.
ante la cruz solo puedo exclamar
"tuyo soy, tuyo soy".
toma mis manos, te pido,
toma mis labios, te amo,
toma mi vida, oh padre
tuyo soy, tuyo soy.

 

En definitiva sin Él nada, con Él todo.
Por último quería señalar que hay dos frases rituales a elegir:
La primera y la más antigua es la de “memento, homo, “quia pulvis es, et in pulverem reverteris” que en la liturgia en español se traduce como “acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás” que procede de la frase de condena que el Señor Dios hizo a Adán cuando le expulsó del paraíso (Gn. 3, 19). Es una frase un tanto tremendista y escatológica; la segunda: “convertíos y creed el evangelio” es mucho más pastoralista: es una invitación suave  a la conversión, sin acudir a los temores y a los miedos atávicos.  Procede, como recordarás, del inicio de la predicación de Jesús (Mc. 1, 15).
- Resulta evidente, Maestro, que a ti te gusta mucho más la segunda fórmula.

- Pues no te lo creas. Me gusta más la primera, porque es más explicativa. Las palabras dan contenido inmediato al gesto ritual. Pero cambiamos de tercio. Es muy tarde y debemos continuar nuestras respectivas tareas. Así que seguiremos hablando el próximo domingo.
 
- Maestro, si te parece, vengo el viernes y me hablas del ayuno y de la penitencia, y así el domingo ya hablaremos del Evangelio.
 
- Como quieras.

miércoles, 11 de febrero de 2015

El Sábado y el Hombre


Sexto Domingo del tiempo ordinario B

Evangelio según San Marcos 1, 40 - 45.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de
rodillas:
—Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
—Quiero: queda limpio.
La lepra se le quité inmediatamente, y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
—No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Hacía frío, mucho frío. Las montañas, los valles, las carreteras y los caminos estaban cubiertos de nieve. De los árboles pendían un grande número de carámbanos que, viéndolo  en perspectiva, daba la sensación de estar visitando una de esas cuevas llenas de estalactitas de carbonato cálcico pero, eso sí, con una temperatura muy inferior.
El ermitaño después de contemplar el horizonte y hacer algo de ejercicio físico, entró en la cueva, puso un manojo de pinocha en el rescoldo que había permanecido en el centro de la cueva y encima de la pinocha un poco de leña que había recogido y almacenado en un rincón de su “casa”. Se puso de cuclillas, bajó la cabeza y sopló. Algunas cenizas volaron y en seguida prendió el fuego que dio al habitáculo un poco de luz y de alegría.
El Maestro pensó que esa mañana de domingo estaría solo, y le invadió una cierta tristeza. A pesar de su vocación eremítica disfrutaba de la compañía de su joven discípulo los domingos por la mañana; hablaban de cosas santas, rezaban laudes, juntos contemplaban la naturaleza, y el eremita sentía más fuerte su comunión con la Iglesia y la humanidad de las que se había retirado y por las cuales rezaba.
- Buenos días, Maestro, ¡qué tiempo más tormentoso hace – dijo el discípulo asomándose por la entrada de la cueva – yo nunca había visto tanta nieve, casi me pierdo por el camino. La nieve lo cubre todo. Menos mal que lo conozco de memoria, y no puedo perderme;  cuándo no es una roca es un árbol o un antiguo refugio de pastores a indicarme el camino. Así que la nieve no ha podido conmigo.
 - Entra, amigo mío, acércate al fuego y caliéntate un poco que debes estar congelado, ¡qué atrevido eres al venir con este tiempo! Y además un tanto irresponsable. Podías haberte perdido por el camino o quedar congelado en cualquier rincón – dijo el Maestro, intentando disimular su admiración y su alegría por la presencia del discípulo.
- No te preocupes, ya te dije que conozco bien el camino y la nieve no puede conmigo.
Ambos estaban sentados, uno a cada lado de la hoguera, y así estuvieron durante largo tiempo calentándose las manos mientras escuchaban el crepitar del fuego y el bailar de algunas chispas que salían hacia el aire cayendo después en forma de carbonilla.
- Maestro, ¿se ha portado mal el leproso del evangelio de hoy?
- ¿Por qué lo dices?
- Pues porque después de haberlo curado Jesús le dijo: “no se lo digas a nadie”, y cuando se fue le faltó tiempo para ponerse a “pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo”.
- Pues sinceramente no entiendo por qué le dijo eso, pues Jesús era consciente que “ no se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte y tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín” (Mt. 5, 14 – 15),  y Él era una luz tan fuerte que no podía pasar desapercibido. ¿Por qué le dijo eso? Sinceramente no lo sé, pero me atrevo a dar mi opinión: para ponerlo a prueba. Si su único interés hubiera sido la curación, conseguido su objetivo y cumplida la orden recibida de presentase al sacerdote para el ritual de la purificación (Lev. 14, 1 – 32), hubiera ido a su casa e inventado cualquier historia más o menos plausible para justificar ante los suyos la curación.
- ¿Vale, Maestro, creo que lo he entendido, pero háblame del evangelio de hoy según el esquema que habías preparado.
- Bueno, no había preparado ningún esquema; ya sabes que en mi acercamiento al evangelio presto especial atención a las actitudes de los personajes que intervienen y hoy aparecen solo dos: Jesús y el leproso.
JESÚS: quisiera iniciar este párrafo diciendo que los dos, Jesús y el leproso han quebrantado la ley: el leproso por acercarse y Jesús por tocarlo, Esto resulta evidente en la primera lectura de hoy. Los declarados impuros por tener la enfermedad de la lepra tenían que vivir lejos de las poblaciones y avisar a gritos su presencia para que nadie se les acercara y con contraer así la enfermedad = impureza, pero este hombre, con enorme confianza se acerca a Jesús y le pide la curación, y Jesús que en algún momento llegaría a proclamar que “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc. 2, 27), que es lo mismo que decir que la ley está al servicio del hombre y no para esclavizarlo, lo acoge y lo toca, aunque eso lo hiciera impuro.
Para Jesús por encima de leyes, presiones sociales y/o religiosas, enfermedades y cualquier otra circunstancia está el hombre y para él todo su amor, toda su misericordia. ¡Ojalá la Iglesia de ayer, de hoy y de siempre aprendiera esta lección!  Pero no, la Iglesia sigue siendo humana, demasiado humana!
EL LEPROSO: retomamos el razonamiento de antes: la desobediencia del leproso. No podía quedarse callado. De Jesús había recibido mucho más que la sanación de su cuerpo. Había recibido una fuerza transformadora, y tenía que comunicárselo a todos, porque todos “le andan buscando”.
- En definitiva, Maestro, nadie que haya descubierto la fuerza salvadora de Jesús, puede mantenerlo en secreto, tiene que gritarlo a los cuatro vientos.
- Efectivamente
Y los dos se quedaron en silencio contemplando como las brasas mortecinas se desmoronaban.

 

martes, 3 de febrero de 2015

“Πάντες ζητοῦσίν σε” (Todos te buscan).


Quinto Domingo del tiempo ordinario B

Evangelio según san Marcos 1, 29 - 39.
 
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y
Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron.

Jesús se acercó. La cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.

Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:

- Todo el mundo te busca.

El les respondió:

- Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.

Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

 - Maestro, hoy vamos de suegras, dijo el discípulo con una sonrisa malévola.

- ¡Anda, no seas malo!  Es cierto que hay suegras enfermizas, llenas de celos y otras taras psicológicas que son una auténtica cruz para sus nueras e yernos, pero son la excepción que confirma la regla. La mayoría son unas madrazas que con mucha discreción y desde un segundo plano ayudan a madurar a la joven pareja, aconsejando o callando según las circunstancias, ayudando a criar a los hijos (nietos) e incluso económicamente. Habría que levantar un monumento a todos estos padres – que a su vez son suegros – que sostienen la estabilidad de los jóvenes matrimonios.
- De acuerdo, Maestro. Entendido. Pero ¿qué enseñanza pretende transmitir la curación de la suegra de Pedro?
 
- Creo que ninguna en especial. Es cierto que este hecho ha provocado la circulación de muchos chistes, algunos de mal gusto …
 
- Cuéntame alguno …
 
- No. Pero, es un hecho totalmente tangencial. El evangelista Marcos escribe con frecuencia hechos de menor importancia pero que le han impactado especialmente. Cito como ejemplo Mc. 14, 51 – 52, de lo que te hablaré en el momento propicio. En este caso concreto, supongo, y elucubrando, que siendo discípulo de Pedro, el impactado fuera precisamente éste. De todas maneras, y para zanjar el tema, te diré que Jesús era – y sigue siendo – amigo de sus amigos, y si va a hospedarse a la casa de la familia de Pedro lo lógico es “atender” a su suegra, y a continuación atiende también a los demás, y “… curó a muchos enfermos de diversos males…”.
 
- Entonces, ¿cuál es el mensaje del evangelio de este domingo?
 
- Pues yo lo encuentro en la segunda parte y con tres puntos fácilmente identificables:
 
Primer punto: “se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar”. Jesús antes de cualquier teofanía o tarea importante se retiraba a orar. Sentía la necesidad de sentir cercano al Padre, de llenar su SER antes de hacer. El cumplía su misión enseñando, curando, etc., porque ERA en Hijo de Dios. Esto nos invita a nosotros a ser.
 
- Ya no te puedo seguir, Maestro.
 
- Intentaré explicarme con algún ejemplo. Nuestra vocación es ser cristianos, seguidores de Jesucristo. Esto es lo fundamental lo demás es accesorio. Si somos cristianos, ya nos impulsará el Espíritu a realizar misiones concretas. En definitiva, no somos cristianos porque damos catequesis, sino que damos catequesis porque somos cristianos, y sigo, no nos hacemos religiosos o religiosas porque me gusta la enseñanza, los marginados, las misiones o los enfermos, sino que profeso unos votos porque quiero seguir a Cristo, pobre, casto y obediente, y después ya volcaré mi entrega en un servicio determinado. Pensemos que hoy día hay otras personas, incluso ateas, que realizan estos mismos servicios con dignidad.
 
Segundo punto: Πάντες ζητοσίν σε, todos te buscan”. Esta afirmación de Simón es mucho más trascendente de lo que su autor se imaginaba. Indudablemente Pedro pretendía decir que las gentes que habían ido a Cafarnaún  se habían quedado sorprendidos al ver que ya no estaba con la familia de Pedro y se pusieron a buscarlo. Pero esta afirmación tiene un contenido profético. Todos te buscan, algunos conscientes y los más inconscientemente. Todos buscamos en esta vida la verdad y la felicidad, y Él es el Camino, la Verdad y la Vida; y sólo a su lado podemos encontrar lo que estamos buscando: la auténtica felicidad.
 
Tercer punto: “Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido”. Jesús tenía ya un grupo de seguidores bastante numeroso y podría dedicarles más tiempo, prepararles mejor, en definitiva organizar y preparar su rebaño, pero era consciente de que todos lo buscaban y tenía que llegar al mayor número posible, para eso había venido. Y, por último, iba a “predicar”, es decir, a proponer no a imponer. ¡Cuántos errores hemos cometido en el pasado sobre este particular y cuántos errores cometen hoy algunas religiones de referencia!
 
- ¿Puedo hacer un resumen de esta segunda parte?
 
- ¡Ánimo, adelante!
 
- Pues parafraseando de alguna manera la carta a los romanos, 8, 19 – 25, toda la creación, sin excepciones de ningún tipo, estaba – y aun sigue estando – necesitada de la salvación de Nuestro Señor Jesucristo; Él era absolutamente consciente de esta misión y la realizó en plena comunión con el Padre..
 
- Me parece un buen resumen. Gracias.