martes, 24 de febrero de 2015

MONTE TABOR


Segundo Domingo de Cuaresma B

 
Evangelio según san Marcos, 9, 2 - 10.
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan,
subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

— Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Estaban asustados, y no sabía lo que decía.

Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:

— Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:

— No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
 

 - Maestro, háblame del Monte Tabor.

- Buenos días, amigo mío, yo también te quiero.

Al discípulo se le pusieron los ojos como platos, no captaba la ironía del Maestro, pero al momento se percató de que había entrado a saco sin siquiera saludar.
- Perdón, Maestro, buenos días. Ahora repito la petición: háblame del Monte Tabor.

- Pues el monte Tabor es una maravilla desde todos los puntos de vista. Es un monte cónico en medio de un amplio y precioso valle: Esdralón. Salvando las distancias es como se alguien colocara una pirámide en medio de un campo de fútbol. Con abundante vegetación resulta muy impactante y visible desde todos los ángulos. Curiosamente parece muy alto, pero es más una sensación que una realidad. De hecho tiene tan solo unos 400 metros desde la falda – el mencionado valle – hasta la cima, y unos 575 metros, poco más o menos sobre el nivel del mar. Pero siguiendo el tema de sensaciones, al visitante, y también para sus habitantes, parece mucho más alto sobre todo en relación con el cercano lago de Tiberíades, y todos los pueblos y ciudades que lo circundan, que está a unos 212 metros bajo el nivel del mar.  Si te sitúas  a las orillas del mar Muerto, 416 metros bajo el nivel del mar, la diferencia es todavía mayor. En definitiva la altura del Tabor tomando como punto base el mar Muerto sería de unos 990 metros, que ya es una altura respetable.

Esto analizando desde abajo, porque si lo analizamos desde arriba es todavía más impactante: las vistas panorámicas sobre el valle con su cuidada agricultura, sus piscifactorías, sus pueblos y ciudades, como  decís los jóvenes, ¡es una pasada!
- Maestro, indudablemente y por lo que dices debe ser un lugar paradisíaco, pero yo no me refería a la montaña…

- ¿Entonces?

- Quería que me hablaras de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor.

- ¡Ah, vale! Pero tengo que hacer una premisa.

- ¡Adelante!

- Pues que los evangelistas no dicen que la Transfiguración se diera en del Monte Tabor, sino que los sinópticos coinciden en decir que llevó a los tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, a un monte alto. Ahora bien, teniendo en cuenta que Jesús iba de camino desde Galilea a Jerusalén, el Monte alto es indudablemente el Tabor y además teniendo en cuenta que tu mismo lo definiste como “lugar paradisíaco”, es, sin duda, el paraje adecuado para el misterio de la transfiguración.

Pero para contestar a tus inquietudes subrayaré tres puntos:
Punto primero: la transfiguración es tan solo una muestra. Jesús va camino de Jerusalén, en su último viaje a la Ciudad Santa. Iba preparando a sus discípulos para que vivieran su pasión y muerte, pero es consciente de que eso va a ser superior a su fuerza y a su fe, y tiene que demostrarles que su muerte no será lo último, sino que más allá estará una nueva – y definitiva - vida llena de luz y de gloria. En el Tabor, Jesús irradiante con Moisés y Elías no era ni mucho menos el escatón, el cielo o el nuevo mundo de los resucitados. Era solo una muestra. Permíteme un ejemplo: para una ocasión muy especial en tu vida vas al sastre para que te confeccione un traje. Él enseñará algunas fotos de alguna revista – o te hará un diseño, si es un creador - te mostrará algunas decenas de pequeños retales de tela de unos cuantos centímetros cuadrados para que tu puedas elegir el color, la tela, etc., y con estos datos y las medidas que te sacará, tu podrás formarte una idea de lo que será tu traje nuevo, se trata tan solo una aproximación a la realidad que podrás percibir en plenitud el día en que estrenes la prenda. El Tabor es una muestra de lo que será el Cielo.

Punto segundo: Pedro no sabía lo que decía.  En una lectura superficial del texto Pedro aparece como un hombre generoso, altruista, que no pensaba en si mismo: “¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.  Aparentemente ellos vivirían a la intemperie. Pero no sabía lo que decía. ¿Qué pasaría con los demás discípulos que habían quedado al pié de la montaña? ¿Qué pasaría a la entera humanidad que llevaba toda la historia encadenada y que esperaba el día de su liberación?  Nuestra intimidad con Dios solo tiene sentido cuando la compartimos con los hombres nuestros hermanos; caso contrario será una mística estéril y falsa.
Punto tercero: la pasión es el camino de la resurrección.  “Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos” ¿Por qué?   Muy sencillo, porque lo que habían visto era tan solo un muestra o un anticipo de lo que un día pasará pero antes tendrá que suceder todo lo que les había anunciado poco antes: “el Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado, y resucitar a los tres días” (Mc. 8, 31) . La liturgia de hoy resume muy claramente este mensaje en el prefacio cuando dice: “porque Él, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la Ley y los Profetas, que la pasión es el camino de la resurrección”.

- En definitiva, Maestro, si he entendido bien, el mensaje del Tabor es que Jesucristo, como Hijo de Dios, goza en plenitud de la gloria del Padre, y que la comparte con todos aquellos que le sigan por en su pasión y cruz. Resumiendo: para alcanzar la gloria del Tabor hay que vivir antes y plenamente el camino del Calvario.
 
- Puede ser, puede ser …

No hay comentarios:

Publicar un comentario