martes, 17 de febrero de 2015

AYUNO y ABSTINENCIA.


Aquel viernes, puntual como un clavo, el discípulo llegó al lugar donde residía el ermitaño.
- Buenos días, Maestro, aquí estoy como te había prometido el miércoles.
- Buenos días, joven, ya te veo, y debo alabar tu interés y tu puntualidad.
- Gracias, pero si sigue así, me pondré rojo y además brotara de manera virulenta la vanidad.
- Pues no te pongas vanidoso, pero al mismo tiempo hay que ser sinceros consigo mismo y con los demás, y la verdad es que es digno de alabanza tu interés y tu puntualidad. Pero hablemos de otra cosa.
- Sí, Maestro, háblame del ayuno y de la abstinencia.
- Vale, pero, si te parece, léete primero estos apuntes que saqué de una revista y después añadiré algo más:
 
El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día. Pero se puede tomar algo por la mañana y por la noche.
 
En el desayuno se puede tomar, por ejemplo, leche, café o té, o un poco de chocolate, con unos 60 gramos de pan, churros, tortas, etc. En la cena se puede tomar hasta 250 gramos de alimentos. Si te parece esto muy complicado, puedes atender a la norma práctica de algunos moralistas que dicen que quien tiene obligación de ayunar basta con que en el desayuno y en la cena tome la mitad de lo que tiene por costumbre tomar. Y si lo que se suele tomar es poco, la cantidad que se suprima puede ser menor. Otra norma práctica es que sumando lo que se toma en el desayuno y en la cena, no llegue a lo que se suele tomar al mediodía.
 
En la comida principal se puede tomar toda la cantidad que se quiera.
Pero durante el día no se puede tomar nada (comida o bebida) que sea alimento. Sí se pueden tomar líquidos no alimenticios como refrescos, café, té y bebidas alcohólicas; y también alguna pequeña tapa con que éstas suelen acompañarse; aunque sería mejor abstenerse de ella.
 
La abstinencia consiste en no tomar carne; pero no está prohibido el caldo de carne ni la grasa animal, si es condimento. También se pueden tomar huevos y productos lácteos.
 
Tienen obligación de ayunar todos los católicos que han cumplido dieciocho años y no han cumplido los cincuenta y nueve.
 
La abstinencia obliga desde los catorce años cumplidos hasta el final de la vida. «No están obligados al ayuno y abstinencia los verdaderamente pobres, los enfermos y los obreros» (Constitución Apostólica “Paenitemini", 7-II-66).
 
Tampoco están obligados los que no tienen habitualmente uso de razón.
El párroco y algunos confesores pueden dispensar cuando haya motivo suficiente.
Son días de ayuno y abstinencia el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Son días de sólo abstinencia todos los viernes del año, que no caigan en festivo. La abstinencia de los viernes fuera de cuaresma puede ser sustituida total o parcialmente por otras formas de penitencia, piedad o caridad, como limosnas, visitas a enfermos, privarse de tabaco o espectáculos, o cualquier otro gusto. La abstinencia de los viernes de cuaresma, y el ayuno y la abstinencia del Miércoles de Ceniza y Viernes Santo no pueden ser sustituidos por propia iniciativa.
 
No debe considerarse pecado grave cualquier violación esporádica de la ley; pero sí el dejar de cumplirla habitualmente o por menosprecio.
 
Lo importante es el espíritu de la ley. Se trata de que en esos pocos días del año te quedes con un poco de hambre para hacer un sacrificio por Nuestro Señor.
 
La Conferencia Episcopal Española espera que «la presente disciplina penitencial, adaptada a España, servirá para aumentar en todos el sentido de sacrificio, la autenticidad de una vida sinceramente cristiana, y la práctica, más personal y consciente, de la mortificación y la caridad».

 Los minutos iban pasando y el discípulo seguía enfrascado en la lectura de aquella hoja. Daba la sensación de que o bien pretendía aprendérselo de memoria o bien no entendía nada de lo que estaba escrito. Por fin levantó la cabeza y exclamó:
- Entendido, Maestro, pero esto es muy fácil y se trata de la explicación del cuarto mandamiento de la Iglesia: “Ayunar y guardar abstinencia los días señalados por la Iglesia, pero …
- Pero tu quieres saber algo más.
- Exacto, eso iba a decir.
- Sinceramente creo que todo lo que se dice ahí es demasiado fácil y no significa, ni mucho menos, un gran sacrificio. Como dicen muchos,  no comes carne, pero un buen plato de pescado, tampoco está mal.  Para terminar, porque hoy quiero ser breve te enumeraré los valores de estas penitencias:
* el sentido de obediencia a lo legalmente establecido. Con frecuencia pensamos que es válido solo lo que uno quiere y entiende y es posible que haya valores que la sabiduría propone y que nuestra corta inteligencia no consigue captar;
* un cierto autocontrol. Es curioso que muchas personas hacen regímenes muy estrictos por motivos de salud o simplemente por estética, y se rebelan por un mandato de la Iglesia;
* por último es cierto que esta penitencia reglada en la actualidad no supone un gran sacrificio, pero tiene raíces en la historia. Así que me atrevo a decir que estos gestos tienen en primer lugar un valor cultural: mantenemos tradiciones ancestrales, y además tiene un profundo valor de fraternidad: cumpliendo estos mandamientos nos sentimos en comunión con todos los creyentes  del pasado, del presente – pues hoy millones de cristianos están  cumpliendo esta misma penitencia – y del futuro.
De todas maneras nuestra penitencia debe ir más allá de estas privaciones. Fíjate lo que dice el Profeta Isaías:  “este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos” (Is. 58, 6 – 7).
- Este sí que es un buen programa.
- Exactamente este es un buen programa para nuestra Cuaresma.
 

 

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