martes, 17 de mayo de 2016

SANTÍSIMA TRINIDAD


Solemnidad de la Santísima Trinidad C

Evangelio según san Juan, 16, 12 - 15.



En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará


Una vez llegado, como siempre al romper la aurora y después de los saludos de rigor, dijo el discípulo:
- Maestro, hoy es el día de la Santísima Trinidad, y yo he venido a escucharte. He hecho el propósito de no formularte ninguna pregunta.
- ¿Y por qué no vas a hacer preguntas? ¿Te declaras en huelga?
- No, Maestro, solamente que no quiero interrumpir ni entorpecer tu reflexión.
- No entorpeces nunca con tus preguntas, al contrario me ayudas a profundizar el tema. Este encuentro dominical no es una clase particular de religión o algo parecido, sino una oración compartida; tu presencia, tus preguntas y tus reflexiones constituyen una aportación incalculable a esta tarea común.
- Gracias, Maestro, por tu valoración, pero… te escucho.
- Te debo confesar que es uno de los temas que mayor dificultad presentan a la hora de hablar. Ante todo quiero subrayar  que suele mencionarse este dogma como Misterio de la Santísima Trinidad. Eso significa que la Santísima Trinidad es, ante todo un Misterio, y siguiendo los dictados de la Real Academia de la Lengua Española se trata de cosa inaccesible a la razón y que debe ser objeto de fe”. Es cierto, como te dije en otras ocasiones, que los teólogos deben profundizar estos temas para acercarlos lo más posible a la inteligencia humana, pero también es cierto que los misterios son como arenas movedizas a las que hay que adentrarse con máximo cuidado porque pueden abismarte, y de hecho a lo largo de la historia muchos han sido engullidos en el abismo arrastrando consigo a comunidades y a naciones  enteras. El dogma de la Santísima Trinidad ha sido  uno de los que más cismas y rupturas ha provocado en la Iglesia; y eso tan solo por intentar definir lo que en si es misterio, es decir, indefinible.
Estamos, no obstante, tratando el núcleo de nuestra fe: creo en un solo Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, es decir, un solo Dios que se manifiesta (la palabra es pobre, lo sé, ¿pero existe algún término que agote totalmente esta realidad?), decía un solo Dios que se manifiesta en tres personas distintas, según a Él le place:
* Padre: principio y fin, Ἀ y  Ὠ, creador de sí mismo, del cosmos y del hombre, que todo coordina y todo abraza con inmensa ternura;
* Hijo: la caricia del Padre, el cual al llegar  la plenitud del tiempo nos lo envió para que  rescatara a los que estábamos bajo la ley y recibiéramos la adopción filial (cfr. Gal. 4, 4 – 5). El Dios lejano, misterioso, casi una entelequia, se hace uno de los nuestros, tangible, cercano, que - ¡oh paradoja! -  revela todo su poderío y su inmenso amor, cuando, aparentemente derrotado, es levantado sobre el altar del mundo clavado en una cruz.
* Espíritu Santo: es la presencia actual y eterna de Dios en la Iglesia y con nosotros.
                           Es el motor que impulsa y el guía que te conduce;
                           es la mano que acaricia y te venda la herida;
                           es el sol que calienta y la brisa en horas de fuego;
                           es el gozo que enjuga las lágrimas y te reconforta en el duelo;
                           es el que da Vida a la vida, e ilumina tu sendero.
                           Compañero de camino que te lleva a la eternidad.
Creyendo el discípulo que el Maestro había terminado, dijo:
- Tengo aquí una oración que me dictó mi abuela y que ella recita todos los días; es un poco larga, pero me gustó. No comprendo como ella sabe de memoria oraciones tan largas.
El ermitaño echó una mirada a los papeles que le pasó el joven y dijo:
- Son los gozos a la Santísima Trinidad, que mucha gente reza con gran devoción llamándole erróneamente el Trisagio a la Santísima Trinidad. Aunque hay quienes lo rezan todos los días y quienes en circunstancias especiales, en algunos lugares se reza sobre todo para alejar las tormentas. Tiene un sabor popular, como es típico de los gozos, pero son  muy bonitos. Vamos a recitarlos como himno de laudes, ¿de acuerdo?
- De acuerdo, respondió el discípulo.  Y rezaron:
Dios Uno y Trino a quien tanto
arcángeles, querubines,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Gózate, amable Deidad,
en tu incomprensible esencia
y de que por tu clemencia
perdonas nuestra maldad;
por esa benignidad,
en místico y dulce canto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Interminable bondad,
suma esencia soberana,
de donde el bien nos dimana,
Santísima Trinidad,
pues tu divina piedad
pone fin a nuestro llanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
El Trisagio que Isaías
escribió con gran celo,
le oyó cantar en el cielo
a angélicas jerarquías,
para que en sus melodías
repita nuestra voz cuanto
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
 Es el Iris que se ostenta
precursor de la bonanza,
es Áncora de Esperanza
en la deshecha tormenta;
es la Brújula que orienta
al tender la noche el manto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
¡Oh, inefable Trinidad!
Bien sumo, eterno, increado,
al hombre comunicado
por exceso de bondad,
y porque en la eternidad
esto te complace tanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Este Trisagio sagrado,
voz del Coro celestial,
contra el poder infernal
la Iglesia le ha celebrado
con este elogio ensalzado
que en fe y amor adelanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Santísima Trinidad,
Una Esencia Soberana
de donde en raudales mana
la Divina Caridad,
de Tu inmensa Majestad,
ante el Trono Sacrosanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Gózate, pues, tu luz pura,
con ser tan esclarecida,
no llega a ser comprendida
por alguna criatura:
por eso al ver tu hermosura,
con sagrado horror y espanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
De la súbita muerte,
del rayo de la centella,
libra este Trisagio, y sella
 a quien le reza y advierte,
que por esta feliz suerte
en este mar de quebranto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo
 De la guerra fratricida,
que ensangrienta nuestro suelo,
el Trisagio, Don del Cielo,
nos preserva con su acogida;
y en dulce paz bendecida,
suba hasta Dios nuestro canto:
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Espero, Dios de verdad,
me cumplas lo que dijiste
en la promesa que hiciste
de perdonar mi maldad;
por esta dulce bondad
con que me consuelas tanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Es el Iris que en el mar,
en la tierra y en el fuego,
en el aire ostenta luego
que nos quiere libertar;
por favor tan singular
de este prodigio y encanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
 ¡Oh, Misteriosa Deidad!
de Una Esencia y Tres Personas,
pues que piadosa perdonas
nuestra miseria y maldad,
oye con benignidad
este fervoroso canto:
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Es escudo soberano,
de la divina Justicia,
y de la infernal malicia
triunfa devoto el cristiano:
y hace que el dragón tirano
huya con terror y espanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
En vuestra bondad me fundo,
Señor, Dios fuerte e inmortal,
que en el coro celestial
cantaré este himno jocundo;
pues en los riesgos del mundo
me cubrís con vuestro manto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Amo la bondad del Padre,
amo la bondad del Hijo,
y al Espíritu que dijo:
“nadie a mi amor llega tarde”,
alma mía cobarde,
ama a tu Dios entre tanto,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.
Dios Uno y Trino a quien tanto
arcángeles, querubines,
ángeles y serafines
dicen Santo, Santo, Santo.





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